Esta jaula de grillos tiene dos padres: PSOE y C’s
España es una jaula de grillos donde, por ahora, el ruido ocupa el terreno de los movimientos en firme. El PSOE persevera en el «no», Ciudadanos en su «ya veremos» y el PP, mientras tanto, carece de los apoyos que activen una sesión de investidura que debería cerrarse tan pronto como fuera posible. Esta situación puede desembocar en un grave problema para el país. El Gobierno ya ha tenido que efectuar el cierre contable de la Administración con el objetivo de ofrecer un ahorro inevitable a Bruselas. De esta manera, el Estado no podrá pagar hasta enero las subvenciones y convenios que estén sin comprometer. Además, y si esta situación se dilatara en el tiempo, el Ejecutivo provisional tendría que aprobar de manera urgente y excepcional un techo de gasto.
Algo que en ningún caso implicaría la aprobación de unos nuevos Presupuestos Generales del Estado y que podría tener como consecuencias la congelación de las pensiones, el salario de los funcionarios, las becas… y la propia inviabilidad de las comunidades autónomas. Por no hablar de la paciencia de los españoles, puesta a prueba tras dos elecciones generales en seis meses. Los ciudadanos no entenderían cómo sus representantes son incapaces de anteponer el interés general a sus personalísimas hojas de ruta. Por todo ello, es muy importante que sus acciones se encaminen a evitar unas terceras elecciones. Sobre todo, cuando el contexto no va a cambiar por mucho que se concatenen comicios tras comicios. El último estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) muestra unos resultados casi idénticos a los del pasado 26 de junio.
Nuestra sociedad demanda mayoritariamente un Gobierno en minoría, sujeto a constantes acuerdos. No obstante, para que ello ocurra, el PSOE es un agente clave. Si Pedro Sánchez quiere «situarse en la oposición», primero debe permitir que se forme un Ejecutivo. Algo que, incluso, comienzan a reclamarle sus más allegados. Todo lo demás son trampas dialécticas o, a lo peor, simplismos retóricos e ideológicos como separar a la España del siglo XXI en «izquierdas y derechas». Si persiste el bloqueo, las consecuencias para el Estado serán nefastas. Cambiar el rumbo se antoja una necesidad perentoria para acabar con la vaguedad de ese ruido que, por el momento, le gana la partida a la concreción de los hechos.
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