Opinión

Entre dictadores anda el juego

Era previsible. El Gobierno quiere que los españoles dejen de mirar al presente -los ignominiosos indultos a los golpistas catalanes- y pretende llevarnos al pasado. La vicepresidenta primera, Carmen Calvo, ha anunciado que el Ejecutivo tiene la intención de comenzar «pronto» los trabajos de exhumación de los cadáveres de unas 60 víctimas de la Guerra Civil y la dictadura franquista enterradas en el Valle de los Caídos y que han sido reclamadas por sus familiares. O sea, de nuevo Franco para desviar la atención; Franco como cortina de humo; Franco como coartada. Cuando a Sánchez le va mal en las encuestas, tira de Franco. Lo mueve y lo remueve a conciencia para que los españoles retrocedan 85 años en el tiempo. Es paradójico lo de este Ejecutivo socialcomunista: o nos lleva a 1936 o a 2050; todo para evitar que los españoles se detengan a reflexionar sobre lo que está ocurriendo ahora, en 2021, cuando el Gobierno ha procedido a conceder el indulto a los sediciosos que subvirtieron el orden constitucional.

Dice la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, que ya han recibido el permiso necesario del Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial para comenzar las tareas de exhumación. Pues bien: como informa OKDIARIO, 70 familias han dirigido un requerimiento a Patrimonio Nacional «para que se abstengan de registrar, exhumar, trasladar o manipular los restos de mis antepasados con cualquiera que sea la finalidad, incluidas pruebas forenses o de identificación, y con la advertencia de que, de incumplirse el presente requerimiento, ejercitaré las acciones legales procedentes». Sánchez, con tal de utilizar al franquismo como cortina de humo, es capaz de profanar las sepulturas.

Todo es tan nauseabundo, tan ignominioso que provoca asco. Para tapar el presente, el presidente vuelve con la Memoria Histórica. Qué terrible paradoja que el socialcomunismo trate de convertir a Francisco Franco en su principal aliado, en su recurrente baza electoral. En su mejor arma propagandística. Entre dictadores anda el juego.