Chat GPT: ¿El fin de la confianza?
Es difícil determinar cuándo aparece el valor de la confianza en los seres humanos, pero es de suponer que ésta surge justo en el momento en que el hombre entiende que confiar y ser objeto de confianza es necesario para la supervivencia de nuestra especie. Sin confianza no hubiéramos podido desarrollar relaciones como familias, negocios, iglesias, escuelas, etc. Es decir, todo aquello que conforma la estructura de una sociedad.
Confiar no es fácil, ya que implica luchar contra nuestras emociones primarias tales como el miedo, y aplicar una elaboración mental como la certeza.
Pero, como siempre, en algún momento de la historia alguien debió pasarse de listo(a), quebrantando este sistema de fe entre las personas. Y, por ello, nos vimos en la necesidad de crear artificios que garantizaran esa confianza. Los romanos elaboraron el nexum, que era una especie de contrato firmado, en el que las partes se comprometían a cumplir con lo pactado. En Colombia, algunas regiones utilizan la figura del palabrero, una persona que se dedica a negociar y certificar cualquier clase de convenio. Hoy, la tecnología del Blockchain pretende ser la garante de la confianza en el mundo digital.
Sin embargo, la inteligencia artificial (IA) generativa puede venir a pervertir siglos de creencias y valores, alterando para siempre nuestra red de confianza, y creando una nueva realidad.
Veamos algunas de las maneras en las que ello puede suceder:
- Las respuestas del Chat GPT. Cada vez que le hacemos una consulta, este sistema puede entregarnos un contenido falso o sin sentido, pero que según la forma en que lo expresa, pareciera correcto. Ya se ha dado el caso de respuestas absurdas o demasiado extrañas, y a este fenómeno se le ha denominado alucinaciones.
- Generar fotos a partir de nuestra voz. Con la versión de Chat GPT4 esto es posible en cuestión de segundos. El problema será que éstas imágenes se podrán editar posteriormente con APP para hacer Deep Fakes, pornografía, pedofilia, etc. El caso de las niñas de Almendralejo o el de Rosalía serán pan de cada día. Ya no sabremos si una imagen es real o editada.
- Duplicación de nuestra voz. Hoy es posible copiar nuestra voz con tan sólo escucharla durante 3 segundos. En el futuro no sabremos si quien nos llama es nuestro hijo o un bot para manipularnos.
- Desinformación. Todos sabemos que un bulo tiene 7 veces más posibilidades de calar en el inconsciente que una información real. Con la automatización en la generación de contenidos, los fakes circularán a una velocidad inesperada. Hoy, tristemente, es muy fácil acabar con la dignidad de una persona.
¿Y cómo puede esto afectar a la confianza? Por qué la esencia de esa palabra va a cambiar, haciendo que nuestros sistemas de valores se vean afectados por la distorsión de la realidad, sin que podamos saber qué es real y qué no es.
El gran problema es que los mismos creadores de la IA generativa no saben exactamente cómo pueden actuar estos sistemas. En definitiva, estamos creando un Frankenstein que seremos incapaces de controlar.
Y mientras ello sucede, la Unión Europea anuncia que en el 2024 saldrá la tan esperada normativa para la IA, normativa que ya lleva un par de años en estudio y que, para cuando salga, ya estará retrasada del avance tecnológico del momento.
No nos hemos dado cuenta, pero nuestra mente es incapaz de interiorizar la velocidad de los cambios tecnológicos, y éste será el gran dilema de nuestro tiempo. O corremos a exigir transparencia en la IA y castigar a alguna que otra empresa tecnológica, o debemos crear una artificio que permita establecer relaciones de seguridad con la tecnología. Si no elegimos alguna de estas opciones, muy pronto vamos a vivir en un mundo en el que el que no podremos volver a confiar.
Y tú, ¿podrías vivir en un mundo en el que no pudieras confiar en nada ni en nadie?
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