En Cataluña, más Ejército y menos complejos
El 52,9% de los catalanes prefiere que Cataluña «siga formando parte de España»
El 52,9% de los catalanes prefiere que Cataluña «siga formando parte de España»
Hace unos días un activista constitucionalista de primer orden, el abogado catalán José María Fuster-Fabra, recibió una merecida distinción por parte del Ejército de Tierra: fue nombrado embajador de la ‘Marca Ejército’. Galardón más que merecido que le fue entregado en una ceremonia formal y solemne en Capitanía General con sede en Barcelona. Nada que objetar. Pero uno se plantea el por qué el Ministerio de Defensa no aprovecha ocasiones como esta para organizar actos más abiertos a la sociedad catalana para que se vea en Cataluña el afecto que gran parte de los catalanes tienen -tenemos- hacia los soldados que garantizan la paz y la seguridad de nuestro país.
Entiendo que es difícil que el Ejército intente tener más presencia en la vida social catalana cuando se encuentra con que gran parte de las administraciones públicas, con los populistas de Ada Colau y los separatistas de Pere Aragonés y Carles Puigdemont a la cabeza, quieren expulsar a las Fuerzas Armadas de territorio catalán. Todos hemos visto una serie de boicots impresentables por parte de Comunes, ERC y Junts a nuestros soldados en actos públicos como ferias sectoriales dedicadas a las posibles salidas laborales, siendo el Ejército una más que interesante opción para muchos jóvenes. Da igual, el separatismo ha puesto a nuestros soldados en el punto de mira y no les importa perjudicar a los que podrían encontrar en las Fuerzas Armadas una carrera de futuro.
Por eso es más necesario que nunca que encontremos la manera que el Ejército tenga una mayor presencia dentro de la vida cultural y social catalana. De vez en cuando me invitan a actos solemnes en los que hay que llevar traje en un entorno reducido. Está bien que se celebren eventos de este tipo, porque hay momentos en los que se ha de garantizar el máximo respeto a los símbolos que se homenajean, y una presencia demasiada abundante de público podría deslucirlos.
¿Pero por qué el Ministerio de Defensa, el actual y el de los gobiernos anteriores, no utilizan los magníficos locales que tiene el Ejército en Cataluña para organizar exposiciones sobre el papel de nuestras Fuerzas Armadas en operaciones de paz? ¿Por qué no llega a acuerdos con entidades cívicas que se comprometan a organizar en dichos locales actos culturales que pongan en valor la aportación de los catalanes a la cultura española? O, simplemente, que se organice reivindicar el gran papel que han jugado los catalanes a lo largo de la historia en nuestro Ejército. Pero no de manera semiclandestina, como ocurre en la actualidad, habilitando un espacio para alguna que otra exposición y luego promocionarla lo justo para hacer poco ruido y que no se molesten los separatistas.
Los separatistas son tan ciudadanos españoles como el resto, y las Fuerzas Armadas han de garantizar la seguridad de todos y respetar su ideología, esto está claro. Pero el Ministerio de Defensa no ha de esconder a nuestros soldados para que el independentismo no se enfade. Esta actitud me recuerda a la vergonzosa actitud de los sucesivos Gobiernos de España y de la Federación Española de Fútbol que han impedido que la selección nacional dispute partidos en Barcelona. Desde 2004 no juega en la capital catalana, suponemos que para no “molestar”, que los separatistas se indignaron mucho cuando España ganó el oro en Barcelona’92 con un Camp Nou lleno de rojigualdas.
No se puede dejar de ser ambiciosos el terreno de la comunicación para poner en valor la importancia del papel de nuestros soldados en la sociedad española simplemente para que ciertos políticos o ciertas entidades radicales no se molesten. Como ciudadano catalán a menudo solo recuerdo que tenemos Ejército cuando paseo por la zona de Colón y veo los diferentes edificios militares. Porque poca más noticia tengo de su presencia en Cataluña. Por supuesto, no es un problema ni de los mandos, ni de los soldados. Lo es de unos políticos de uno y otro signo que llevan décadas pasando por el Ministerio de Defensa sin tener ninguna voluntad de poner en valor la gran labor de nuestro Ejército en la sociedad catalana, con una UME decisiva durante la pandemia e incendios y otras catástrofes naturales.
El Ministerio de Defensa no se ha querido meter en problemas para mantener el ‘oasis’ catalán. Pero la realidad es tozuda y, como se vio en el País Vasco y se ve en Cataluña, cuando recala algún buque militar las colas de vascos y catalanes para visitar lo que es un orgullo de nuestro país, nuestra armada, son inmensas. Menos miedo, menos complejos y más acercarse a una sociedad, la catalana, en la que hay millones de ciudadanos que aprecian y apoyan la labor de nuestros militares.
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