Opinión

Carta abierta a Luis Llach

No puedo ni quiero comenzar la presente desde la falsedad, por lo que no podría encabezarla con el típico “Estimado D. Luis”. Hice un esfuerzo, para ambientarme y escuchar ‘La estaca’, una pseudo famosa obra de la que ud. es pseudo compositor.

Permítame indicarle que los sentimientos y las sensaciones son libres, sobre todo en el marco de las bellas artes. Y esa pseudo canción no me gustó. Me resulta aburrida y tediosa. Conozco bien el motivo por el cual pasó a tener cierta fama. Se supone que refleja su “lucha” contra el franquismo y que ud. bien utilizó como representante y abanderado de la llamada ‘Nova cançó’.

En un momento histórico trascendental, pretendió reflejar ante la sociedad el semblante del luchador por la libertad, del ‘Espartaco’, sacrificado por las libertades frente a la oprobiosa.

Pero D. Luis, el tiempo pone a cada uno en su sitio. Franco le dejó cantar y ud. en su manipulado concepto de libertador, ha demostrado el carácter totalitario que lleva dentro.

No es mi estilo entrar en su objetiva y obvia decrepitud física.

Pero si debo y quiero entrar en su decrepitud moral, en esa actitud de fría chulería que denota su catadura personal. Como diputado de Junts pel Sí y desde el púlpito fantasmagórico de su bravata, no se ha andado con indirectas o subterfugios, especialmente en su mafiosa y ruin amenaza a los empleados públicos.

Desde un aparente desdén rayano en la cobardía, encuadró sus amenazas dentro del entorno de la proclamación de independencia y el papel de los empleados públicos. No sea cobarde, no sean ud. y sus secuaces cobardes. Reconozcan que su amenaza delictiva de obligar a los empleados públicos a cumplir con una “ley ilegal” sólo refleja su vergonzosa intención de descargar sobre ellos las responsabilidades penales que los actos en pro de separar de España un territorio de la nación suponen.

Ud. indicó que las leyes de transitoriedad jurídica y de desconexión que prepara el Parlamento catalán serán de obligado cumplimiento, afectando a todos los funcionarios, sean de la Generalidad, el Estado o los ayuntamientos.

Desde su decrepitud moral, indicó que esas normas ilegales «obligarán a todos los funcionarios que trabajan y que viven en Cataluña, y el que no las cumpla será sancionado». Amenazó con que «se lo tendrán que pensar muy bien”, en referencia a los funcionarios, para rematar su “faena” indicando que «no digo que sea fácil. Al revés. Muchos de ellos sufrirán porque dentro de los Mossos d’Esquadra hay sectores que son muy contrarios».

Su pseudo famosa ‘estaca’ no ha sido un medio de libertad. Ud. y sus secuaces, cobardes y medrosos, la han utilizado para señalar, para hacer autores de un delito a aquéllos que en un determinado momento se pueden encontrar entre la espada y la pared. Es ud. cooperador necesario de un delito. Cooperador necesario es aquel sujeto que participa en la comisión de un delito sin ser el autor, es decir, el sujeto que realiza actos relevantes para cometer un hecho delictivo pero no lo ejecuta de un modo directo. Es el cobarde entre los cobardes.

Además, sr. Llach, es ud. un inculto. La denominada “Ley de Transitoriedad” es ilegal. Una ley ilegal no es imponible, sea cual sea la fuente de la que emana. Pretender confrontar a la Cámara catalana con el ordenamiento constitucional español supone una irresponsabilidad gravísima que no puede ser admitida. Es ud. partícipe de un golpe de Estado pues junto con sus cómplices, pretende sustituir el ordenamiento constitucional vigente por una nueva autoridad.

Pero sr. Llach, me siento orgulloso de anunciarle su fracaso. El suyo y el de sus acólitos. Cataluña nunca será independiente. Su chulería y su arrogancia son fruto de una tremenda debilidad. Como dijo Fulton John Sheen, arzobispo estadounidense de la Iglesia Católica, “la arrogancia es la manifestación de la debilidad, el miedo secreto hacia los rivales”.