Opinión

El campo español se harta porque no puede más

A partir de la próxima semana, distintas organizaciones agrarias y de productores llevarán a cabo una tractorada a nivel nacional, preludio de lo que puede venir más adelante, en protesta por la rigidez y las exigencias de la nueva Política Agraria Común en materia agroambiental. Tienen toda la razón, porque el ecologismo de salón de los prebostes de la UE está asfixiando al campo español, obligado a lidiar con un alud de requisitos que tienen un coste económico y de tiempo insoportables, mientras los productores de Marruecos, sin ir más lejos, hacen de su capa un sayo compitiendo en clarísima ventaja. Los agricultores han pedido a la población hacer acopio de alimentos ante lo que pueda ocurrir. Habrá que tener paciencia y entender que sus protestas están plenamente justificadas, porque su hartazgo responde a la impotencia de un sector que observa cómo la UE y el Gobierno, lejos de ponerse en su pellejo, no han hecho otra cosa que complicar su existencia.

La política agroambiental y la Agenda 2030 se han convertido en la soga al cuello de un sector que ya no puede más y que, encima, tiene que soportar como este Gobierno se lo ha ido poniendo cada vez más difícil: impuestos al gasóleo agrícola, una ley de bienestar animal de efectos perversos para el campo, amén de la batería de medidas en materia medioambiental y de protección de especies que, sumadas al hecho de que prácticamente producen a pérdidas, hacen que su día a día resulte insufrible. El campo tiene razón: pocos sectores han sufrido en sus carnes el desdén de un Gobierno que no ha hecho nada por aliviar su situación. La tractorada es la manera que tiene el sector de trasladar su rabia, frustración e impotencia ante un Ejecutivo que, enredado en la ley de amnistía, es incapaz de comprender que la política no consiste en gobernar para mantener en su puesto al jefe, sino para mantener el trabajo de la gente.