Bulos y fango: Sánchez tiene fácil aplicar la censura en el periodismo económico
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha emprendido su particular lucha contra los bulos (algunos) y la desinformación, y la prensa económica no puede apartarse del foco. La Economía, como ciencia holística, puede verse e interpretarse desde diversos frentes, algo que la hace susceptible de ser censurada. Es decir, si el Gobierno decide finalmente intervenir los periódicos, es muy probable que uno de sus primeros objetivos seamos nosotros.
Muchos consideran que determinar qué es un bulo y qué no es tan fácil como desgranar si la afirmación es cierta o falsa, como si la cuestión fuera algo de blancos o negros. El problema es que el Poder puede interpretar que algo es falso aun cuando es verdadero, pues se pueden aplicar diferentes criterios a la hora de determinar cuál es una información realmente rigurosa y cuál no.
Esto es fácil de ver. Para ejemplificarlo, veremos los posibles titulares que pueden aparecer a raíz de la publicación del Índice de Precios al Consumo (IPC). Ante una escalada de la inflación, la subida de un mes a otro puede ser poco acuciante, pero si se compara el nivel de precios con el mismo periodo del año anterior, el resultado puede ser mucho más elevado.
Es decir, si el IPC intermensual sube 0,3 puntos y el interanual lo hace en 0,8 puntos, la prensa económica tiene dos datos para elegir. Los que sean más cercanos al gobierno del momento, normalmente escribirán el titular usando el dato intermensual. Los otros utilizarán el interanual. ¿Quién tiene razón? Los dos. La inflación sube 0,3 puntos en comparación con el mes anterior y 0,8 puntos en comparación al mismo mes del año pasado.
Sin embargo, en Economía se utilizan normalmente los valores interanuales para evitar efectos estacionales y de calendario. Es decir, se compara el dato con el del mismo periodo del año anterior para evitar sesgos.
Para entenderlo, uno se puede imaginar que es injusto comparar el nivel de paro en un mes de verano con uno de primavera, pues empieza la temporada turística y el empleo sube. En ese caso, se compara con el mismo mes del año anterior para poder analizar el suceso sin sesgos.
Sánchez y su censura
Ahora, el Gobierno de Sánchez, a través de un decreto, por ejemplo, puede decidir que el dato más fiable es el intermensual, dado que puede considerar que eso es más riguroso a la hora de realizar el análisis. A través de esa decisión, el Ejecutivo puede decir que todos los periódicos que eligen un titular con el dato interanual están difundiendo desinformación. ¿Quién lo impide?
Lo mismo puede suceder en noticias basadas en informes de organizaciones. Si el periodista económico considera que una fundación es solvente y que sus datos son fiables, puede querer escribir un artículo sobre eso. Sin embargo, el Ejecutivo puede interpretar que esa organización no es rigurosa y que sus trabajos no son serios. Hay, aquí, un choque de criterios en el que, evidentemente, prevalecerá el del Gobierno al ser él quien posee el monopolio de la fuerza.
Es decir, la cuestión no se reduce a que algo sea A o no A, sino a la fiabilidad que se le dé a tal o cual estudio o a la relevancia de tal o cual dato. Ahí, no basta con que el Gobierno diga «se prohíbe publicar una noticia falsa», sino que hay que detallar qué se entiende por falso, sobre todo en Economía.
Así, la Economía no es una ciencia matemática exacta, pues estudia a los seres humanos y la relación que mantienen con los recursos escasos. Por ello, hay un componente completamente arbitrario, una variable indefinida, qué es la voluntad humana. Ante ella, no cabe ecuación exacta e irrevocable, sino estadísticas contingentes y volátiles que simbolizan de lejos la realidad tangible.
El periodista económico y el economista deben, por tanto, realizar un análisis y una trasposición didáctica, es decir, una traducción de lo perceptible para que la realidad sea más intelectiva y comprensible para el lector. Ese ejercicio está, irremediablemente, cargado de subjetividad, muchas veces no intencional, además de estar sometido a errores y despistes humanos.
Siendo así, una censura por parte del Gobierno sólo impide el contraste real de ideas para saber lo que es verdadero o falso, de las diferentes percepciones sobre los hechos concretos. Es decir, una ley antibulos de Sánchez que comprima el periodismo económico solo puede destruir el periodismo económico.
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