El atraso del proteccionismo

El atraso del proteccionismo

En los momentos actuales, parece que el proteccionismo y sus prácticas tratan de abrirse camino de nuevo en el contexto internacional, con todo el efecto negativo que ello tendría en la economía y el empleo, como llevamos viendo desde hace más de tres años.

Esa práctica, sin embargo, lo único que genera es atraso, menos prosperidad y menos oportunidades. Sólo se puede entender el desarrollo actual de nuestra sociedad, tanto de la nacional como de la internacional, desde la óptica del libre comercio, de su internacionalización y del derribo, por tanto, de barreras al mismo. Los datos no dejan lugar a dudas: tanto en la primera mitad del siglo XIX como en la segunda parte del siglo XX y el tiempo que llevamos en el siglo XXI han sido momentos de gran expansión económica y una paz internacional más duradera y amplia. El libre comercio y la internacionalización de la economía aportan elementos muy positivos al progreso económico:

  • Generan competencia entre las empresas, para las que constituye un incentivo para ser más eficientes para poder vender más.
  • Esa competencia consigue disminuir costes, que desemboca en mejoras de la productividad.
  • Esas mejoras de la productividad, que hacen bajar los precios, logran una mayor competitividad de dichas empresas y productos.
  • El libre intercambio, sin aranceles ni barreras, permite que los ciudadanos puedan comprar más tipos de productos y más baratos, lo que les hace mejorar su bienestar, tanto por la diversificación de productos y servicios a los que tienen acceso, como por el menor precio que tienen que pagar por ellos, que les hace ganar poder adquisitivo.
  • Todo lo anterior, permite aumentar transacciones, actividad económica y empleo, que dotan a las sociedades de prosperidad, seguridad y paz.

Por el contrario, las restricciones al comercio y a la internacionalización de la economía son nocivas para el desarrollo económico, al frenar la actividad económica y el empleo. Cuando se implantaron en la segunda mitad del siglo XIX, generaron el caldo de cultivo de las dos grandes guerras del siglo XX, que hicieron retroceder la prosperidad mundial.

En el plano nacional, cuando España se ha encerrado más en sí misma, peor le ha ido: no sólo la autarquía, donde concurrían el aislamiento internacional con un deseo proteccionista nacional, sino que antes, el arancel Cambó produjo muchos de los males de competitividad de la economía española, junto con los fuertes aranceles que anteriormente se habían impuesto sobre el carbón inglés para preservar el nacional, mucho peor y más caro. Todo ello, sólo condujo al empobrecimiento de España.

Y esas restricciones al comercio es lo que ha significado la guerra comercial profunda que se ha librado -y todavía perdura- entre Estados Unidos y China, que puede llegar a tener graves consecuencias para el bienestar internacional si se profundiza en ella: menos productos y más caros, que empobrecerá a empresas y ciudadanos. Guerra comercial también iniciada entre Estados Unidos y la Unión Europea. Todo esto, en un contexto en el que el Reino Unido ha abandonado la UE y ha sobrevolado un tiempo el deseo de imponer aranceles por parte de muchos países. De haberse materializado el levantamiento de fuertes barreras arancelarias, habría constituido un retroceso muy importante tanto para el Reino Unido como para la Unión Europea, debido al encarecimiento de sus relaciones comerciales.

En conclusión, vivimos momentos complejos, endurecidos por la pandemia, en los que mientras que la globalización avanza y las economías, gracias a ella y al libre comercio, han crecido y mejorado su renta real como nunca antes habían hecho, los amantes del proteccionismo pretenden volver con sus recetas fracasadas para, con los pretextos de siempre, coartar la libertad comercial y, con ello, la economía internacional. El proteccionismo es el itinerario corto y rápido, pero equivocado y dañino, como muestran los datos de los efectos que provoca en el medio y largo plazo. Ése no es el camino y hay que evitarlo si no queremos retroceder en toda la prosperidad conseguida gracias a la libertad económica, gracias a la libertad comercial.

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