Las alforjas del felón
La paciencia de los españoles debe estar hecha del mismo material que la jeta del Gobierno. Porque sin caparazón moral alguno, no se entiende la tolerancia al engaño que sufrimos cada vez que desde Felonia alumbran intervenciones. El enésimo cambalache que el presidente y su cuadrilla ejecutan contra la gente de la que dicen ser honorables portavoces, viene a representar un esperpéntico guion a medio camino entre los Monty Python y Benny Hill. Resulta que perpetran una ley de contenido miserable y exposición de motivos infame, la difunden entre la opinión pública como algo pionero que solucionará el problema de las mujeres, se pasean por los medios con sonrisa impostora, una sociedad mentirosa al que no le pesa la factura de la hemeroteca, y cientos de violadores sacados a la calle después, dicen que la ley necesita retoques y que ahora toca escuchar. ¿Escuchar a quién, Sánchez? ¿A Patxi nada susurrándote al oído lo que es una nación mientras supura su odio contra la derecha que le hizo un hombre? ¿A ese Consejo de Ministros de iletrados y ninis que has reunido como guardería de incompetencia? ¿A los expertos fantasma de los que siempre te rodeas y nada bueno sale? ¿Cómo haces para escuchar cuando no oyes ni los cantos del Pravda al amanecer?
No vas a imponer tu relato de costumbre. Esta vez no. No vas a colarnos como rectificación lo que es una felonía irreparable. Volver con enmiendas a la casilla de salida sólo demuestra cobardía arrogante e infantil, la de no reconocer que te equivocaste y engañaste, a sabiendas. Ahora, destrozada la moral de la sociedad, corres rápido a disculpar tu incompetencia con salidas calculadas de tono. Culparás a Llop de la inmundicia general que perpetró Montero con tu plácet. Y aunque el aparato del régimen que con firmeza autócrata controlas, te exculpará como principal responsable de que hoy la sonrisa del abusador sea decreto oficial, el pueblo ya te ha bajado el pulgar. Contigo se cumple el axioma: cuando los delincuentes morales gobiernan las instituciones, la delincuencia inmoral reina en las calles.
No, no te compraremos más mentiras. No hay equidistancia entre la razón y la locura. No aceptaremos una percepción fabricada con contumacia. No hay coartada posible ante el dislate legislativo cometido. No hay marcha atrás. Tu ingeniería social ha embarrado donde mejor se desenvolvía: en la causita creada. Presides el gobierno de los violadores, quienes, en caso de votar, lo harán agradecidos a quienes pusisteis todo de vuestra parte para consumar su libertad, que es la prisión de las víctimas.
Tu presunto arrepentimiento es otra estrategia tezanil. Hasta la siguiente ley que te rematará, definitivamente. En tus alforjas, autócrata felón, ya no hay sitio para el perdón popular.
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