Opinión

Acabar con el español, acabar con España

No hay nada gratuito en pedir que en el Congreso se hablen las lenguas cooficiales. Si se quiere acabar con España, lo primero es acabar con lo común, y lo más en común que tenemos los españoles es el español. La Cámara Baja será la caja de resonancia para dinamitar la unidad nacional: se va arrinconando el idioma común, para ir debilitando a marchas forzadas el país. Un andaluz, un nacionalista catalán y un nacionalista vasco no hablarán en el Congreso en la lengua que nos une, sino con traductores, para que la opinión pública vaya aceptando que no somos una nación, sino una especie de confederación fantasmagórica. Justo lo que desean Sumar, Bildu, PNV, ERC, Junts, Compromís y BNG. Y el PSOE, visto lo que están dispuestos a pactar.

Esta erradicación paulatina del español es lo que se está haciendo en Cataluña desde hace décadas, con el entusiasmo absoluto de los socialistas. Primero se va eliminando el español de las escuelas catalanas, luego se multa a los comercios que rotulen en español y no en catalán (pero no se sanciona si se hace solo en catalán) y al final hay comarcas enteras en que parece que uno está en un país extranjero, no en España, porque la presencia del castellano en el espacio común es casi nula. Si añadimos que en muchas localidades catalanas no hay una sola señal de tráfico o un rótulo de una calle en español, o que la bandera nacional solo se ve en algunos ayuntamientos, y a menudo atada para que no ondee, tenemos el panorama que le espera al resto de España. Hoy, pinganillos en el Congreso, mañana Confederación Ibérica en vez de España.

Sigamos hablando del laboratorio catalán, espejo de lo que le espera a todo el país. No hemos de olvidar que las instituciones del Estado cada vez tienen menos peso en Cataluña y que el Gobierno se empeña, poco a poco, en retirar competencias a guardias civiles y policías nacionales -que llevan la bandera nacional en sus uniformes, comisarías y vehículos-. Lo que le han hecho recientemente a la Guardia Civil en Navarra es lo mismo que pasa en Cataluña desde hace dos décadas. Por ejemplo, la prensa catalana ha ido este verano repleta de unos anuncios a página entera pagados por la Generalitat en la que los Mossos d’Esquadra publicitan las lanchas que han adquirido y cómo van a ser usadas para vigilar unas costas que son, por Ley, competencia de la Guardia Civil. Pero a ERC le da igual, porque sabe que Sánchez le cederá, más pronto que tarde, dicha función a la policía autonómica.

Y a la Policía Nacional le acabará pasando lo mismo, que en Cataluña acabará sirviendo solo para expender el DNI y el pasaporte, hasta que Pedro Sánchez u otro candidato socialista decida que el Reino de España ya no necesita dotar de documentos a sus ciudadanos, simplemente porque ya no existe el Reino de España. Otro ejemplo, en TVE Cataluña cada vez hay más presencia de personajes separatistas, mientras que el constitucionalismo brilla por su ausencia (obviamente, no incluye en el «constitucionalismo» a los socialistas que votan con ERC expulsar la lengua española de las escuelas incumpliendo sentencias judiciales). Por eso nos hemos de oponer con firmeza a que el Congreso se convierta en la ONU, porque en España tenemos una lengua común y somos un país, no un conglomerado de países diferentes.