Opinión

Abrir Madrid

Me cuenta un amigo que en los próximos días van a viajar a Dinamarca para visitar a sus hijos y nietos. Antes de subir al avión rumbo a Copenhague han de haberse hecho un PCR; llegados al aeropuerto les volverán a hacer un nuevo PCR y estarán dos días confinados hasta que obtengan el resultado. Y solo a partir de ese momento podrán salir a la calle.

Como ven, igual que en Barajas, aeropuerto internacional al que llegan diariamente miles de personas de todos los lugares del mundo –y de todos los rincones de España- sin pruebas previas y sin control en destino. Llegan a Barajas, a lo sumo les preguntan a donde van,  les toman la temperatura –no siempre-… y hala, a la calle, a contaminar…

¿Por qué conociendo la experiencia de otros países –yo he citado Dinamarca, pero decisiones muy similares  han tomado otros gobiernos del mundo que están teniendo éxito en la prevención de la extensión de la pandemia- el Gobierno de España se niega a poner controles de entrada del virus en Madrid? ¿Es cabezonería? ¿Es chulería? ¿Es incapacidad? ¿O es mala fe?

Mi dirán ustedes que cómo se me ocurre pensar siquiera que Sánchez, Illa y el jacarandoso Simón –este tipejo que sale riéndose y haciendo bromas a las ruedas de prensa en las que notifica el número de nuevos muertos e infectados- estén actuando de mala fe, como si quisieran infectar a los madrileños y justificar así su sectaria decisión de cerrar Madrid… Verán, se trata de analizar los hechos y no las intenciones. Los hechos y sus consecuencias.

Y es un hecho que ya se sabe lo que hay que hacer para evitar la extensión de la pandemia: controlar la movilidad de las personas para evitar contagios sobre todo por la vía de los asintomáticos, que son un porcentaje muy elevado. No hace falta ser un gran científico para saber  que para controlar la expansión de la pandemia de nada sirve cerrar Madrid si se mantienen abiertos, sin ningún tipo de control, los accesos a la capital y por ende a toda la comunidad: el tren y el aeropuerto.

Las autoridades españolas saben que el aeropuerto de Barajas es un foco de infección que se extiende de manera descontrolada y pasando por Madrid al conjunto de España. Lo saben de la misma manera que lo sabe Alemania cuyo ministro de Exteriores ha reconocido que fue un error permitir los viajes al extranjero durante el verano pues de ahí les han llegado la mayor parte de los nuevos casos de infección. Si las autoridades españolas, aunque no sean las más inteligentes del mundo, conocen el riesgo, saben cómo llega el virus y cómo prevenir y controlar su extensión y no lo hacen…¿qué podemos pensar? Pues hemos de pensar que como hicieron durante los meses de enero, febrero y marzo, que negaron la existencia del peligro porque su agenda ideológica y sectaria era más importante para ellos que salvar vidas, prefieren de un lado negar la evidencia y, de otro, echar la culpa a Madrid, convertido por esta cuadrilla de facinerosos en el enemigo de todas las Españas.

Vengo sosteniendo que Sánchez ha abrazado los principios de la propaganda de Goebbels para su acción de gobierno. En este caso estaría aplicando el principio de transposición: Cargar contra el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan. Si a eso le añadimos que Sánchez tiene a su favor a la práctica unanimidad de las televisiones, a la mayoría de las emisoras de radio, a la mayoría de la prensa en papel, a un montón de medios digitales que viven de las subvenciones públicas o derivadas de los contactos públicos… pues resulta fácil llegar a la conclusión de que también en esta materia la propaganda se impone a la verdad.

La propaganda gubernamental y de lo medios de la secta nos dice que «la culpa la tiene Madrid» (o sea, amigos, los madrileños, no crean que el objetivo es sólo el PP, el objetivo son todos ustedes….); de nada sirve que a las cifras y a las medidas que la comunidad ha tomado se contrapongan las cifras y las medidas de otras autonomías que tienen iguales o peores resultados y que han tomado medidas mucho menos restrictivas que las que tomó, por iniciativa propia y en el ámbito de su competencia, la Comunidad de Madrid. De nada sirve porque la secta mediática insistirá, una y otra vez, en «los malos datos de Madrid» y la propaganda se impondrá a la verdad.

Pero siendo lamentable la manipulación desarrollada por Sánchez y su Gobierno para no asumir su propia responsabilidad en la extensión de esta segunda ola de la pandemia -que ha llevado a las autoridades sanitarias y políticas de todo el mundo a interrogarse sobre lo que está pasando en España- lo más grave es que esto está ocurriendo porque el Gobierno de España ha decidido no tomar medidas para frenar la entrada del virus y se ha empecinado en mantener abierto de par en par el aeropuerto de Barajas y los trenes que llegan a la capital. Las autoridades autonómicas de Madrid llevan semanas pidiendo controles en los aviones y en los trenes; las autoridades nacionales se niegan a establecer esos controles. Las autoridades sanitarias de todos los países del mundo que mejor están atajando la pandemia ponen controles estrictos en aeropuertos y ferrocarriles; las autoridades españolas se niegan a hacerlo. La pregunta vuelve a ser la misma, ¿por qué Sánchez, Illa y Simón se niegan a aplicar en España una estrategia de protección que es exitosa en todo el mundo? No puede ser solo incompetencia.