Opinión

21 años sin Fernando Buesa

Hoy se cumplen 21 años desde que ETA asesinó a Fernando Buesa explosionando un coche bomba cuando, acompañado del  joven ertzaina  Jorge Díez, se dirigía desde su casa hasta su despacho en el Parlamento. Fernando Buesa había sido Vice-lehendakari y Consejero de Educación en el Gobierno de coalición entre el PSE-EE y el PNV. Antes fue Diputado General de Álava. Cuando ETA lo asesinó era Diputado y Portavoz Socialista en el Parlamento Vasco y Secretario General del Partido Socialista de Euskadi en Álava.

Por eso de que recordar es un deber, hagamos memoria sobre qué hizo cada cual en aquellos momentos y sobre cómo hemos llegado hasta aquí.

Un mes antes ETA había roto 14 meses de tregua “unilateral” asesinando  con un coche bomba  al teniente coronel Blanco. En ese momento el PNV gobernaba con el apoyo de Euskal Herritarrok.  Y no rompió el acuerdo.

Cuando ETA rompió la tregua, el Gobierno Vasco se negó a reinstaurar el sistema de escoltas y protección que había retirado a los amenazados -entre ellos a Buesa-  cuando ETA declaró la tregua. Durante la tregua “unilateral”  siguieron apareciendo en Vitoria pintadas amenazantes contra Fernando Buesa.

Cuando se produjo el atentado que costó la vida a Fernando Buesa, el Lehendakari, Juan José Ibarrexe, se encontraba a escasos 200 metros del lugar en el que estalló el coche bomba. Pero no sólo no se acercó al lugar del atentado sino que tardó cinco horas en hacer pública su condena.

El Lehendakari tardó semanas en llamar a la viuda de Buesa y a los padres de Jorge Díez.

Quien era el Portavoz del Gobierno Vasco, Josu Jon Imaz, se acercó ese día por la noche a la sede del PSE en Vitoria. Yo salí a recibirle. Me dio el pésame con estas palabras: “Lo sentimos mucho, Rosa… lo sentimos… como si fuera de los nuestros…”

El lehendakari no se acercó a la sede socialista ni se personó en la concentración de condena celebrada horas después del atentado.

Cuando se celebró el funeral por Fernando Buesa, el lehendakari se marchó de la iglesia por la sacristía, antes de la salida del féretro.

El 26 de febrero a las 18 horas la familia convocó una manifestación con el lema “BASTA YA. ETA NO”. La manifestación fue sobre todo silenciosa y transcurrió entre aplausos y gritos  de “Libertad” y  “ETA No,  Basta Ya”

Aunque el hijo de Fernando Buesa pidió al Lehandakari que se sumara a la marcha, el PNV trató de convertir la movilización en contra de ETA en un plebiscito a favor del Lehendakari y convocaron otra manifestación que partió a las cinco de la tarde y en la que se corearon incesantemente consignas a favor del Lehendakari Ibarretxe.

En esos días, un periodista preguntó a Javier Arzalluz qué sentía tras el asesinato. Esta fue su respuesta: “Bueno… era socialista… pero formaba parte del paisaje”. Así una rebelión cívica. Él guardaba silencio complice, y ellos (como Joseba Pagaza) miembros del PSOE.  por la democracia. No digáis contó El País el 24 de febrero de 2000 el paso del máximo dirigente del PNV por la capilla ardiente: “Su presencia en la capilla ardiente generó un instante de tensión. Tras abrazarse con el hermano de Buesa, Jon, miembro del PNV, Arzalluz sólo saludó a Txiki Benegas, presidente del PSE, y no al resto de dirigentes socialistas.  La eurodiputada del PSOE Rosa Díez, compañera de Gobierno de Buesa en el gabinete tripartito del peneuvista José Antonio Ardanza, comentó en Tele 5: “Quiero pensar que (Arzalluz) no me saludó porque le dio vergüenza…”.

Cuatro años más tarde del asesinato de Fernando Buesa, el PSOE encabezado por Zapatero ganó las elecciones y no tardó en solemnizar las negociaciones con ETA que, como supimos más tarde, Egiguren había iniciado en nombre del PSOE en el año 2001, cuando Zapatero ya era el secretario general del PSOE. Y mientras ETA seguía matando inocentes, algunos de ellos (como Joseba Pagaza) miembros del PSOE.

Nada más llegar al Gobierno, Zapatero reconoció a ETA como interlocutor político; y ahí inició el PSOE oficialmente la tarea de limpieza de ETA y de su historia de terror.

Zapatero fue quien en un acto del PSOE describió a Otegi,  celebrado en Ponferrada en febrero de 2007 describió como  «una persona con convicciones y principios, y además de izquierdas. Y quisiera creer que con valores cívicos republicanos».

Después llegaría Sánchez a recoger esa herencia de indignidad y a remachar la gran traición del PSOE a la democracia sellando sus infames acuerdos de gobierno con Otegi, ese terrorista que sigue defendiendo la historia de ETA, que sigue homenajeando a sus criminales, que llama a los terroristas encarcelados a sumarse al  proyecto de destrucción de la democracia que lleva a cabo –con la complicidad del Gobierno de Sánchez- desde dentro las instituciones democráticas.  Otegi, el socio de Sánchez, ese hombre que en entrevista con Esther Jaén publicada el 27 de mayo de 2002 se refirió a ETA como la “persuasión armada”.

Hoy que se cumplen 21 años del asesinato de Fernando Buesa, uno de los mejores, uno de los grandes, he querido recordar cómo hemos llegado hasta aquí. La democracia y el estado de Derecho son tejidos que se hacen con las palabras precisas, algo ajeno a la política española actual en la que se ha sustituido la verdad por la propaganda oficial y en la que las palabras se utilizan elásticamente y no sirven para describir la realidad sino para que se note quien manda.

Hoy que se cumplen 21 años del asesinato de Fernando Buesa he querido, en su memoria y homenaje, reiterar un llamamiento a lo que queda, si queda algo, de lo mejor de la historia del socialismo en España. Socialistas de carnet que aún seguís ahí, no digáis que no sabéis lo que pasó, quién fue Fernando Buesa, por qué lo asesinaron. No digáis que ignoráis qué hizo  cada cual y en cada momento de nuestra historia. No digáis que no sabéis lo que está haciendo Sánchez,  a quien ha convertido en sus socios, en sus referentes de “la izquierda” y del “gobierno de progreso”.  No finjáis que no sois conscientes de que, en vuestro nombre y con vuestro silencio cómplice,  se está cometiendo alta traición

Fernando Buesa apeló a la necesidad de organizar una rebelión cívica. Él forma parte de los 857 ciudadanos asesinados porque estorbaban a ETA, porque suponían una dificultad para que triunfara el proyecto totalitario de quienes son sus herederos y hoy son aliados de Sánchez. Fernando no puede ayudarnos, pero, ¿no habrá llegado ya la hora de ponerla en marcha?

Va por ti, Fernando, maitia.