Fernando Valladares (CSIC): «A mediados de este siglo, el Ártico se quedará sin hielo»
«El futuro de nuestro planeta está pasando», con esta frase tan breve y concisa, Fernando Valladares (biólogo del CSIC) resume nuestra implicación en la salud del planeta porque lo cierto es que no hay actividad humana que no tenga una cierta huella. Ante ello, el planeta reacciona y nos recuerda, cada vez de forma más recurrente, que si alteramos su equilibrio, las consecuencias pueden ser devastadoras. Lo vemos con los ríos secos, los estanques vacíos, cultivos sin regadío, zonas desertificadas, oxígeno contaminado, mares y océanos con restos de plásticos, basuras varias y petróleo, auténticas ciudades de residuos tóxicos…
Según Naciones Unidas (ONU), cada año se producen a nivel mundial más de 400 millones de toneladas de plástico y se cree que la mitad de este material se concibe para una vida útil de un solo uso. Menos del 10% se recicla. Se estima que entre 19 y 23 millones de toneladas de desechos plásticos terminan cada año en lagos, ríos y mares. Eso equivale al peso de alrededor de 2200 Torres Eiffeles juntas. Esos plásticos dejan mircroplásticos (partículas plásticas cuyo diámetro es inferior a 5 mm) que invaden los alimentos, el agua e incluso el aire, luego nosotros y los animales que comemos, nos ingerimos microplásticos.
Hoy, 2000 millones de personas no disponen de agua potable segura y se prevé que el número de personas que viven en zonas urbanas con escasez de agua se duplicará de 930 millones en 2016 a entre 1700 y 2400 millones en 2050. Jian Liu, director de la División de Alerta Temprana y Evaluación de la agencia de la ONU, advirtió: «Siete años: es todo el tiempo que tenemos para transformar nuestro mundo protegiendo y ampliando nuestros recursos hídricos, garantizando agua limpia y saneamiento, ecosistemas acuáticos sanos y todos los demás objetivos de desarrollo».
Daño que le hacemos al planeta y nos hacemos a nosotros mismos. La ONU ya afirma que la mayor parte de los ciudadanos residen en áreas donde la contaminación ambiental está presente superando los límites establecidos como saludables. De hecho, según la propia ONU, la contaminación mata nueve millones de personas al año, el doble que el COVID-19. Sólo en Ciudad de México mueren 8.000 personas cada año a causa de la contaminación ambiental. Y es que la exposición a sustancias tóxicas aumenta el riesgo de muerte prematura, intoxicación aguda, cáncer, enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, enfermedades respiratorias, efectos adversos en los sistemas inmunológico, endocrino y reproductivo, anomalías congénitas y secuelas en el desarrollo neurológico de por vida. Estas sustancias repercuten negativamente no sólo en la salud humana, sino también en la de miles de especies de animales y plantas que ven alterados sus hábitats por los efectos de la contaminación.
Fernando Valladares nos recuerda que cada diez años mueren, a causa del cambio climático, las mismas personas que en la Segunda Guerra Mundial y que, a mediados de este siglo, el Ártico se quedará sin hielo; pero también nos da un mensaje muy esperanzador: «Estamos a tiempo de mantener el planeta en unos límites de seguridad».
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