Cuidado con las sartenes: sus rasguños podrían liberar microplásticos
La ciencia recomienda que seamos cuidadosos a la hora de usar los utensilios de cocina
En el revestimiento de las sartenes podría haber PFOA y PFAS, sustancias potencialmente tóxicas
La cocina puede ser una de las principales vías de entrada por la que muchos microplásticos acaban llegando a nuestro organismo. Esto es así por la inmensa cantidad de materiales plásticos que nos podemos encontrar en multitud de envases y envoltorios, así como en buena parte de los utensilios que empleamos en la elaboración de alimentos.
Dentro de los artículos que empleamos para cocinar, las sartenes son especialmente preocupantes, sobre todo aquellas que contienen una sustancia conocida popularmente como teflón.
Ciertamente, más que hablar de teflón, que en realidad es una marca comercial de la compañía Dupont, habría que emplear el nombre real de la sustancia, que es politetrafluoroetileno, o PTFE. Así se llama este polímero antiadherente tradicionalmente empleado para el recubrimiento de las sartenes.
Rasguños
El principal problema es que cada vez que se produce un rasguño en una sartén revestida con teflón, se puede liberar una inmensa cantidad de microplásticos. Así lo señala un estudio científico publicado en la revista ScienceDirect, basada en el escaneo de la superficie de varias ollas y sartenes antiadherentes.
Tal y como indican los investigadores, pertenecientes a las universidades australianas de Newcaste y Flinders, una única grieta en la superficie de una sartén recubierta con PTFE es capaz de liberar, aproximadamente, 9.100 partículas de plástico. Y la rotura del revestimiento podría suponer la dispersión de unos 2,3 millones de microplásticos y nanoplásticos.
«Demostramos que los microplásticos de teflón, e incluso nanoplásticos aún más peligrosos, pueden liberarse de la olla antiadherente durante el proceso de cocción; incluso la mayoría de ellos se adhieren y se conectan a la matriz madre como embriones (que también se adhieren a la espátula)» sostienen los responsables de esta investigación.
Como conclusión, los científicos advierten con firmeza «que debemos ser cuidadosos al seleccionar y usar los utensilios de cocina para evitar una posible contaminación de los alimentos».
PFOA y PFAS
El problema es no sólo la cantidad de partículas plásticas que se desprenden, sino su potencial toxicidad. Hay que tener en cuenta que, hasta el año 2015, se empleaba el PFOA (ácido perfluorooctanoico) para la fabricación de PTFE.
En tal año se prohibió completamente tras descubrirse los efectos dañinos del PFOA contra la salud, que incluyen diversos tipos de cáncer, enfermedades tiroideas y problemas de fertilidad, entre otras dolencias.
A pesar de esta buena noticia que supone que las nuevas sartenes (no necesariamente las anteriores al 2015) ya no contienen PFOA, no queda claro qué otros componentes se utilizan en sustitución del ácido perfluorooctanoico.
Y es que tanto el PFOA como la mayoría de sus posibles sustitutos más idóneos forman parte de las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS), con potenciales efectos muy similares e igualmente preocupantes.
Los PFAS destacan además por ser los químicos sintéticos más persistentes, debido a que no se degradan fácilmente y a su capacidad para acumularse con el paso del tiempo en los organismos vivos, incluyendo a los seres humanos. Razones por las que también son conocidos como «químicos eternos» o «contaminantes eternos».
Sustitución lamentable
Como explica Carlos de Prada, responsable de la campaña Hogar sin tóxicos, «hay que tener cierta cautela con las sartenes antiadherentes. Es verdad que muchas de ellas indican que no contienen PFOA, pero no dicen qué otras PFAS pueden haberse empleado para su sustitución».
El experto en contaminación química recuerda que suelen hacer falta muchos años de pruebas científicas para prohibir el uso de una determinada sustancia química por sus posibles efectos tóxicos. Un ejemplo muy claro es el del bisfenol A, prohibido en materiales en contacto con alimentos a principios de este mismo año en la UE tras más de 20 años de evidencias en su contra.
Esta lentitud a la hora de actuar contra una sustancia tóxica provoca lo que los expertos llaman «sustitución lamentable», término que se refiere a la práctica de reemplazar un químico problemático por otro que, en apariencia, resulta más seguro, pero que años después se descubre que también tiene propiedades nocivas o efectos adversos inesperados, tras otros tantos años de pruebas y de estudios al respecto.
Hierro y acero
«En el caso de las sartenes, también puede darse un caso de sustitución lamentable: que nos digan que no contiene PFOA no significa que no hayan podido emplear, en su lugar, otro compuesto perfluoroalquilado del grupo de las PFAS, no muy diferente por sus posibles efectos perjudiciales. Conviene que estemos alerta ante este tipo de riesgos», insiste de Prada.
El responsable de Hogar sin tóxicos recomienda, en consecuencia, que cada vez que tengamos que comprar una sartén optemos por aquellas que no requieren este tipo de revestimientos problemáticos, como pueden ser las fabricadas con acero inoxidable o hierro colado.
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