Alerta europea: cerca de 400 sustancias tóxicas sin control entran en contacto con los alimentos
El reglamento europeo lleva más de 20 años sin actualizarse
Los científicos piden reevaluar las sustancias presentes en materiales que contactan con alimentos
La mayoría de los consumidores usa mal los envases de alimentos, según la OCU

En la Unión Europea se ha autorizado el uso de unas 8.000 sustancias químicas en materiales que entran, de una u otra manera, en contacto con los alimentos. Esto es así a pesar de que un estudio científico de 2022 encontró que al menos 388 de esas sustancias están clasificadas como muy preocupantes por su relación con diversos problemas de salud.
Otras muchas investigaciones científicas avalan este vínculo entre dichos tóxicos y el aumento del riesgo de padecer, por ejemplo, varios tipos de cáncer, infertilidad o enfermedades metabólicas como la diabetes.
Por este motivo, Hogar sin tóxicos lleva tiempo exigiendo a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y a varios eurodiputados españoles miembros de la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria del Parlamento Europeo que se actualice urgentemente la «obsoleta normativa» que regula la presencia de sustancias tóxicas en materiales en contacto con alimentos.
Más de dos décadas
Hogar sin tóxicos se refiere, en concreto, al Reglamento (CE) nº 1935/2004 del 27 de octubre de 2004, puesto en marcha, por tanto, hace más de 20 años.
Esta falta de actualización «está permitiendo que millones de personas sigan exponiéndose inadvertidamente a sustancias que pueden estar afectando a su salud y que no han sido adecuadamente reguladas», insisten desde la campaña, que promueve la Fundación Vivo Sano.
Según Carlos de Prada, responsable de Hogar sin tóxicos, «una de las principales vías por las que muchas sustancias tóxicas pueden llegar al cuerpo humano son precisamente los materiales desde los que esos contaminantes pueden migrar hacia la comida, y así lo ha dejado claro la comunidad científica en infinidad de estudios e informes».
En muchos casos, «la cantidad de contaminantes que ingerimos por esta vía puede superar enormemente a otras posibles formas de contaminación alimentaria. Y todo esto a pesar de la inocente apariencia superficial de estos materiales tan presentes en nuestro día a día», sostiene de Prada.
La voz de la ciencia
Como señala el portavoz de Hogar sin tóxicos, la ciencia lleva tiempo alertando del problema. Tanto es así que en 2020, varios investigadores firmaron una declaración científica de consenso en la que lamentaban que Europa haya autorizado el uso de muchas sustancias químicas clasificadas como altamente preocupantes en los materiales en contacto con alimentos.
También criticaban que la evaluación actual de la seguridad de estas sustancias fuese ineficaz para proteger la salud humana. Los científicos afirmaban que se deberían revisar dichas autorizaciones a la luz de lo que hoy sabemos.
Posibles fuentes de contaminación
Dicha revisión tendría todo el sentido, dado que buena parte de los alimentos y bebidas que consumimos entran habitualmente en contacto con materiales desde los que pueden liberarse sustancias perjudiciales. Recomendamos prestar atención en casos como los siguientes:
- Productos cárnicos en contacto con bandejas y films plásticos.
- Alimentos y bebidas en latas revestidas interiormente con ciertos barnices o resinas sintéticas.
- Comida rápida envasada en cartones tratados con sustancias antigrasa o hidrófugas.
- Papeles para el horno o para envolver el pescado y la carne en los supermercados.
- Vajillas de usar y tirar que han recibido ciertos tratamientos o aditivos.
- Táperes de plástico.
- Moldes y envoltorios para pasteles.
- Utensilios de cocina antiadherentes.
- Ciertas bolsas de palomitas para microondas.
El ejemplo del bisfenol A
Para de Prada, la reciente prohibición, a principios de este mismo año, del bisfenol A (BPA), es una muestra más de la falta de contundencia de las autoridades a la hora de actuar contra las sustancias tóxicas.
Se trata de una sustancia que ha sido empleada frecuentemente en las resinas epoxi que recubren el interior de las latas de comida o bebida, también en botellas de bebidas de plástico reutilizables, adhesivos, cauchos, siliconas y utensilios de cocina, entre otros extendidos usos.
Todo ello a pesar de que el bisfenol A es un disruptor endocrino relacionado con varios tipos de cáncer, además de con problemas inmunitarios, tiroideos y metabólicos. Así lo recalcan más de 20 años de advertencias científicas, recuerda el responsable de Hogar sin tóxicos.
«Ahora se reconoce que se nos estuvo diciendo que era seguro exponernos a unas concentraciones de decenas a cientos de miles de veces más altas de las que ahora se nos dice que son seguras. Pero es una medida claramente insuficiente. Hay otros muchos bisfenoles y centenares de otros contaminantes diferentes que también entrañan riesgos y sobre los que aún no se ha actuado», recalca de Prada.
No sólo plásticos
Entre las deficiencias de la normativa europea que denuncia Hogar sin tóxicos, se encuentra, además, la falta de atención a diversos tipos de materiales. Se ha hecho más hincapié, por ejemplo, en los plásticos, pero no se han establecido normas a nivel de la UE para buena parte del resto de componentes.
Este modo de proceder obvia que algunos de los grupos de sustancias tóxicas que más preocupan a la comunidad científica tienen especial presencia, precisamente, en estos tipos de materiales que no han sido debidamente regulados. Es el caso de los bisfenoles tóxicos que pueden estar presentes en latas de comida y bebida.
También de los PFAS, sustancias presentes en infinidad de envases o envoltorios de papel y cartón para alimentos, especialmente en restaurantes de comida rápida, así como en bolsas de palomitas de maíz para el microondas.
Igualmente, se puede citar el caso de los ftalatos, que pueden ser más frecuentes en los plásticos, a los que son aportados como reblandecedores, pero que también han sido detectados en otros materiales como el cartón reciclado; o el de los moldes de silicona empleados para hornear pasteles o magdalenas desde los cuales se pueden liberar algunos siloxanos cíclicos asociados a efectos de disrupción hormonal.
Falta de conocimiento del problema
Otro problema añadido es que la mayoría de los consumidores usa mal los envases alimentarios, según la OCU, que en 2023 advirtió de que sólo el 15% de los ciudadanos son conscientes de que la migración de sustancias químicas del envase al alimento que lo contiene es más probable cuando se guarda caliente. Y apenas el 47% sabe que algunos envases podrían contaminar el alimento si este es ácido o graso.
Dicha organización de consumidores recomienda una serie de acciones para prevenir posibles contaminaciones:
- Evite utilizar envases viejos, desgastados o con sabor y olores raros.
- Utilizar preferiblemente recipientes de vidrio, acero inoxidable o cerámica.
- Ante la duda, priorizar envases con el símbolo del vaso y el tenedor.
- Nunca calentemos táperes de plástico en el microondas, mejor en un plato.
- Al calentar, respetar la temperatura máxima indicada por el fabricante.
- No reutilizar envases de un solo uso (tarrina de helado, botella de agua…).
- No emplear nunca envases de bambú mezclado con plástico.
- No usar papel de aluminio para envolver alimentos salados o ácidos.