Naturaleza

Se plantan 1.200 árboles frutales en el Pallars Sobirá para mejorar el hábitat del oso pardo

Ha finalizado la plantación de un total de 1.200 vástagos de árboles frutales de variedades autóctonas en los valles de Tavascan y Lladorre, en el Pallars Sobirà, con el objetivo de mejorar el hábitat del oso pardo. Esta actuación forma parte del proyecto que lleva a cabo Endesa con la colaboración de la Fundación Oso Pardo (FOP) bajo el nombre “Enriquecimiento de la biodiversidad en áreas oseras del Pirineo” que se puso en marcha en el año 2016 con el fin de diseñar una red de espacios que facilitaran el movimiento y la dispersión de la especie en todo el Pirineo catalán, gracias al aumento de la oferta de alimento, y contribuyeran, de este modo, a su conservación.

Los árboles, que están repartidos en un total de 9 pequeños bosques diseminados por la zona con una extensión total de unas 2 hectáreas, tienen otra contribución medioambiental de no menor calado. Se prevé que, junto con la segunda plantación que se llevará a cabo en otoño, tan solo en sus primeros treinta años lleguen a absorber 1.665 toneladas de CO2 . Por ello, con el nombre Bosque Endesa Pirineos, entrará a formar parte de Bosque Endesa, un proyecto pionero en el sector energético con importantes beneficios medioambientales, económicos y sociales.

Lo que ha finalizado esta mañana es, en realidad, un proceso que comenzó durante el verano del 2020, cuando técnicos de Forestal Catalana  estuvieron recogiendo semillas de mostajos y cerezos autóctonos que posteriormente se plantaron en el vivero que la empresa tiene en Tremp donde durante este año y medio, los técnicos especialistas los han tenido cuidado para que se desarrollaran correctamente los vástagos.

Además, se contó con un especialista en variedades de manzanos tradicionales para recoger 500 esquejes de un total de 19 variedades locales que injertaron en el vivero de Cal Corona de Barbens en Bellpuig d’Urgell. De todos estos vástagos se han plantado hoy, en esta primera campaña, 1.200 manzanos y cerezos. Esta plantación se complementará con una mucho mayor que tendrá lugar en el terreno durante el otoño y con lo que llegarán  a ser un total de 7.000 árboles plantados.

Los terrenos escogidos para la plantación limitan con el Parque Natural del Alt Pirineu, que es, además, Red Natura 2000, y han sido escogidos por ser una zona con presencia habitual de osos que presentan además, unas buenas condiciones ecológicas para plantar estas variedades frutales. Se trata de fincas privadas, con cuyos propietarios se ha firmado un Acuerdo de Custodia del Territorio para asegurar su permanencia y, por tanto, la continuidad del proyecto. La plantación se ha llevado a cabo a través de una empresa local de Llavorsí, Torb S.C.P., escogida con la voluntad de contribuir, también, al fomento de la empleabilidad en el territorio.

El objetivo principal del proyecto es restaurar el hábitat del oso pardo, en zonas que han perdido cobertura vegetal contribuyendo, a su vez, a la mejora de la biodiversidad del territorio. Para conseguirlo se está creando una red de bosques de enriquecimiento y alimentación repartidos estratégicamente entre las zonas de presencia de osas con crías en las comarcas del Vall d’Aran y el Pallars Sobirà, principalmente. Los árboles frutales silvestres suponen una fuente de alimentación fundamental para los osos, por lo que disponer de un hábitat rico en este recurso contribuye tanto a mejorar las expectativas de la especie, como a conciliar su presencia con las actividades humanas al proporcionar esta fuente de alimentación en su medio natural.

De hecho, la restauración forestal del Parque Natural del Alt Pirineu y el espacio de Red Natura 2000 “Alt Pallars” para el oso pardo empezó a desarrollarse en el año 2016 con la creación del programa “Enriquecimiento de la biodiversidad en áreas oseras del Pirineo”. En ese momento nació dentro del proyecto europeo PirosLIFE. Una vez finalizado, Endesa y la FOP decidieron continuar con el programa y seguir trabajando en la restauración del hábitat del oso pardo en zonas como la del Pirineo.

Durante las plantaciones que se realizaron en los años 2018 y 2019 en una superfície de más de 7 hectáreas, ya se introdujeron 9.150 árboles frutales para el oso pardo (frambuesas, manzanos, cerezos, mostajos y pudios). A día de hoy están creciendo en altura y diámetro y se realizan revisiones periódicas para hacer seguimiento. Sin embargo, se trata de un proyecto a largo plazo, ya que se calcula que hasta dentro de unos 10 años no producirán cosechas significativas. Además de servir como alimento para los osos, también se beneficiarán otras especies, de mamíferos, aves e insectos, por lo que mejorará la biodiversidad de la zona.

Experiencias similares en otros lugares han demostrado que la abundancia de frutas en verano y otoño mejora el movimiento de los individuos y evita, por su parte, el acercamiento a zonas donde la presencia humana es más habitual.

Una especie protegida

El oso pardo es una especie protegida en España, catalogada en Peligro de Extinción, y prioritaria en la Unión Europea de acuerdo con la Directiva Hábitats. Esta situación exige medidas urgentes y continuas y un plan para que su conservación sea compatible con el desarrollo rural de los entornos en los que se encuentra. En este sentido, los árboles frutales silvestres suponen una fuente de alimentación fundamental para los osos, por lo que disponer de un hábitat rico en este recurso contribuye tanto a mejorar las expectativas de la especie como a conciliar su presencia con las actividades humanas al asegurarles las fuentes de alimentación en su medio natural.

Los últimos censos realizados por el Grupo de Seguimiento Transfronterizo del Oso Pardo en los Pirineos (GSTOP) indican que la situación de la población de osos en el Pirineo está en crecimiento. En el último censo oficial, realizado en 2021, se encontraron 8 hembras paridas con 15 huesecillos del año y un número total mínimo de 70 ejemplares: 32 machos, 34 hembras y 4 osos de sexo indeterminado. En Cataluña se extinguieron entre finales de los años 80 y principios del 90 y, a día de hoy, los que hay son de origen esloveno y se encuentran distribuidos mayoritariamente en las comarcas del Vall d’Aran y el Pallars Sobirà, aunque también están presentes en el Pallars Jussà, la Alta Ribagorça, el Alt Urgell y la Cerdanya.