Conoce los 5 tipos de hambre que existen y pierde peso de forma saludable ¿cuál es el tuyo?
Existen cinco tipos de hambre según ha identificado la experta Boticaria García
Estos hábitos te ayudarán a controlar el hambre emocional
Muchas personas piensan que para adelgazar hay que comer menos y moverse más. Sin embargo, esta fórmula no siempre funciona, ya que hay otros factores que influyen en nuestro apetito y en nuestro metabolismo. No todos los tipos de hambre son iguales, ni responden a las mismas causas. Por eso, es importante saber identificarlos y aprender a gestionarlos de forma adecuada. De hecho, existen cinco tipos de hambre que si identificas bien pueden ser la clave para que pierdas peso de forma eficaz.
La nutricionista Boticaria García, autora del libro Tu cerebro tiene hambre, ha explicado que existen cinco tipos de hambre diferentes, y que cada uno de ellos tiene unas características y unas soluciones específicas. A continuación, te los presentamos para que puedas reconocerlos y controlarlos mejor.
El hambre real
Es el tipo de hambre más básico y natural, el que surge cuando nuestro organismo necesita reponer energía. Se produce cuando los niveles de glucosa en sangre bajan, y nuestro cerebro nos envía la señal de que tenemos que comer. Se manifiesta con sensaciones físicas como el rugido del estómago, el vacío en el abdomen, el cansancio o el mal humor.
Este tipo de hambre se puede satisfacer con cualquier alimento, pero lo ideal es elegir opciones saludables, que nos aporten nutrientes y nos sacien sin excedernos en calorías. Lo recomendable es hacer varias comidas al día, sin saltarse ninguna, y evitar el ayuno prolongado, que puede provocar un efecto rebote.
Para prevenir el hambre real, es importante mantener una buena hidratación, ya que a veces podemos confundir la sed con el hambre. También es conveniente dormir bien, ya que la falta de sueño altera las hormonas que regulan el apetito, y nos hace comer más.
El hambre emocional
Es el tipo de hambre que surge cuando comemos por motivos psicológicos, y no por necesidad fisiológica. Está relacionado con el estrés, la ansiedad, el aburrimiento, la tristeza, la frustración o la falta de autoestima. Buscamos en la comida una forma de aliviar o compensar nuestras emociones negativas, y nos decantamos por alimentos que nos producen placer, como el chocolate, las patatas fritas, los dulces o la comida rápida.
Este tipo de hambre no se calma con la cantidad, sino con la calidad. Podemos comer mucho, pero no nos sentiremos saciados, sino culpables. Además, al comer alimentos poco saludables, aumentamos el riesgo de sufrir sobrepeso, obesidad, diabetes o enfermedades cardiovasculares.
Para combatir el hambre emocional, es necesario aprender a gestionar nuestras emociones de forma sana, sin recurrir a la comida como vía de escape. Podemos buscar otras actividades que nos relajen y nos distraigan, como hacer ejercicio, meditar, leer, escuchar música o hablar con un amigo. También podemos practicar el mindful eating, o alimentación consciente, que consiste en prestar atención plena a lo que comemos, disfrutando de los sabores, los aromas, las texturas y las sensaciones que nos produce cada bocado.