Historia
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Tres historias bochornosas protagonizadas por monarcas europeos

La historia nos ha dejado muchos relatos bochornosos con el paso del tiempo. Lo curioso es que muchos de estos relatos han sido protagonizados por monarcas europeos que, en la mayoría de los casos, han llegado a avergonzar a su nación por el comportamiento de estos.

Muchos de estos monarcas fueron considerados locos e incluso fueron recluidos en centros psiquiátricos, pero muchos de ellos estaban plenamente cuerdos y protagonizaron algunas de las historias más bochornosas que se recuerdan en las monarquías europeas.

Vamos a hablar de tres historias concretas que resultan realmente divertidas, y muy esclarecedoras de cómo eran algunos monarcas cuando ostentaban el poder.

Carlos I de Inglaterra y su bochornoso ataque a Cádiz

El rey Carlos I de Inglaterra fue uno de los monarcas más odiados por los ingleses durante sus más de 20 años de reinado siendo rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda. Tanto fue así, que Carlos I acabo siendo ejecutado como traidor al país, y es que sus métodos entraron plenamente en conflicto con los miembros del Parlamento Británico de la época.

Con todo esto, Carlos I protagonizó uno  de los ataques más bochornosos de la historia de Inglaterra cuando intentó atacar el Cádiz para robar el tesoro de la Indias de España. 

El ataque venía de lejos. Carlos I, cuando era todavía Príncipe de Gales, intentó negociar con Felipe III y Felipe IV su casamiento con la Infanta María Ana de Austria, pero en su viaje a España, que hizo de incógnito, fue humillado por los españoles.

Cuando Carlos se convirtió en monarca, su primera empresa exterior fue atacar a España para robarle sus riquezas llegadas desde América. No llevaba ni un año en el cargo cuando se organizó una expedición de más de 12.000 soldados para que, a finales de noviembre, tomaran Cádiz.

Nada más lejos de la realidad. La organización fue un desastre, comandada por varios amigos del rey que tenían nula experiencia como estrategas y eligió a su amigo el Duque de Buckingham como máximo responsable. 

Toda la preparación fue un desastre y cuando llegaron a tierras gaditanas, nadie sabía muy bien qué tenían que hacer. Entraron en Cádiz, y atacaron El Puntal. Con mucho esfuerzo, lograron hacerse con el sitio en 24 horas y los ingleses parecían victoriosos tras esta gesta. Pero lo que no sabían los ingleses es que mientras los gaditanos defendían El Puntal mandaron aviso para recibir ayuda y unos 4.000 soldados fueron enviados para socorrer a sus compañeros.

Con escasa provisiones mientras sitiaban El Puntal, el general al mando, Edward Cecil, impuesto por el Duque de Buckingham, decidió que sus hombres se hicieran con todo lo que encontraran a su paso por las calles de la ciudad para comer y beber ya que se habían olvidado de bajar provisiones de los barcos.

Lo que se encontraron los soldados españoles a su llegada a El Puntal fue una estampa bochornosa. Los británicos habían aprovechado para comer, pero también para beber, beber mucho. Los españoles se encontraron a ingleses borrachos por la calles, lograron matar a más de 1.000 soldados británicos a machete, sin gastar ni una bala y sin tener ninguna baja para el ejercito español.

En total fueron unas 7.000 bajas de ingleses, que partieron con 12.000 y el bochorno histórico de la nación que no volvió a acercarse a España en los años siguientes.

La boda de los bufones de Anna Ivanova

Anna Ivanova conocida como la Emperatriz Anna de Rusia, fue una de las monarcas más particulares que han tenido en el país del frío europeo. Ivanova se caracterizó por gustarle las fiestas, pero las fiestas llenas de bufones, de fiesta y la pomposidad de sus actos.

En una ocasión, Anna Ivanova decidió que una de sus bufonas preferidas, Buzhenina, una mujer enana que ejercía de sirvienta de la reina, se casara con el viejo Mijail Golitzin, un antiguo príncipe caído en desgracia y que había sido nombrado bufón por la reina. La reina ordenó que el marido fuera vestido de payaso, subido en un elefante y con una corte circense que le acompañaría hasta el altar.

La monarca rusa mandó construir un palacio de hielo, con pasillos de hielo, salones, escaleras y hasta una alcoba para los enamorados construida en hielo.Al final del enlace fueron obligados a pasar la noche en el palacio y a dormir en la cama de hielo y encargó a unos guardias que no pudieran salir de allí hasta el día siguiente.

Lograron sobrevivir, mucha leyenda de la época dice que porque lograron cambiar una joya por piel de animal para refugiarse mientras dormían.

Carlos IV de Francia: el rey loco

Carlos VI de Francia se convirtió en monarca a los 11 años de edad. Durante sus primeros años nadie notó que Carlos tenía algún tipo de problema mental que después se fue agravando con el tiempo.

El caso es que Carlos VI se obsesionó por matar a Pierre de Craon, el que había intentado matar a un consejero del rey, Olivier V de Clisson.

Carlos comenzó un viaje hasta Bretaña donde supuestamente se había refugiado Craon en agosto de 1392. Durante su travesía junto a una buena corte de caballeros, un leproso le sorprendió y le grito a la cara «¡De la vuelta mi rey, le están traicionando». Rápidamente la corte logró quitar al enfermo de delante del rey, aunque continuó gritando durante media hora.

Cuando salieron del bosque, el cansancio hizo que un paje dejará caer sobre otro la lanza del rey, cuando Carlos VI comenzó a atacar a su propia corte al grito de: «¡A la carga contra los traidores!». No se sabe exactamente cuantos caballeros resultaron heridos, pero lo cierto es que muchos tuvieron que pararlo, y logró matar a uno de ellos.

Acto seguido, el rey Carlos VI se derrumbó al suelo y el monarca entró en coma. Según los médicos, fue uno de los muchos monarcas europeos que sufrió esquizofrenia y porfiria, un enfermedad hereditaria que ocasiona falta de enzimas.