Friné, la prostituta de Grecia que salvó la vida desnudándose en su juicio
Friné era una cortesana de origen humilde que vivió en la Antigua Grecia. La belleza de esta prostituta era célebre y, aunque se desconoce la fecha exacta de su nacimiento, se estima que fue en el 371 a.C. cuando llegó al mundo. Su fama venía por ser la modelo y amante elegida por Praxíteles de Atenas, reconocido escultor clásico del siglo IV a.C.
Era célebre la belleza de esta cortesana que vivió una de las anécdotas más extrañas que se recuerdan de la antigüedad. Y es que la prostituta fue juzgada por impiedad y, gracias a esta belleza, salvó su vida, ya que se consideró que tal hermosura debía ser algo divino.
Deseada por todos
Friné de Grecia era en realidad Mnesarete, y era el objeto de deseo de muchos artistas y filósofos de la Grecia de entonces. Todos elogiaban su belleza, tanto que el escritor Ateneo de Náucratis la describió así en su famoso ‘Banquete de los eruditos’, una de las obras más completas de la antigüedad helena:
«Friné era una mujer realmente hermosa, incluso en aquellas partes de su persona que generalmente no se veían: no era fácil verla desnuda, solía usar una túnica que cubría todo su cuerpo y nunca usaba los baños públicos (…) fue de ella de quien Apelles se inspiró para crear la Venus Anadiomena; y el escultor Praxíteles modeló a la Afrodita de Cnido a partir de su cuerpo; y en el pedestal de su estatua de Eros, que se coloca debajo del escenario en el teatro».
Gracias a su fama consiguió amasar gran fortuna y llegó a ofrecer su ayuda para la reconstrucción de Tebas, destruída por Alejandro Magno. Pero su dinero fue rechazado por su faceta de prostituta.
Belleza divina
No existe un texto que describa a ciencia cierta lo que ocurrió en el juicio de Friné de Grecia. Lo que se sabe, a través de los textos de Ateneo, es que Friné fue defendida por uno de los mejores oradores de su tiempo, Hipereides, que además era uno de sus muchos amantes.
Fue juzgada por impiedad, y el orador basó su defensa en la propia belleza de Friné como causa divina. Ateneo menciona que, en un momento dado del juicio, destapó la túnica de Friné dejando sus pechos al descubierto ante la sala para mostrar lo hermosos que eran.
El razonamiento de Hipereides era que algo tan bello solo habría sido fruto de los dioses, por lo tanto, encarcelarla o matarla, sería una falta de respeto hacía ellos. Friné fue puesta en libertad, y sirvió como inspiración para multitud de obras de arte los años posteriores.
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