Los arqueólogos no dan crédito: descubren restos de miel en unas vasijas de hace 2.500 años cerca de Pompeya
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La curiosidad científica por los residuos que quedaron en vasijas antiguas ha ido en alza en los últimos años gracias al avance de la química aplicada a la arqueología. En este contexto, inusual anteriormente para los académicos, la confirmación de que unos residuos hallados en recipientes griegos corresponden a restos de miel supone un avance significativo.
Desde luego, el hallazgo ayuda a comprender mejor cómo se utilizaba este producto en rituales y actividades cotidianas de hace 2.500 años en la zona cercana a Pompeya.
¿Cómo han descubierto restos de miel tras 2500 años de conservación en vasijas?
Una serie de jarrones de bronce fueron descubiertos en 1954 en un santuario subterráneo de Paestum, al sur de Italia. Desde entonces, numerosos equipos de arqueólogos habían intentado desentrañar el misterio de la sustancia adherida a las paredes de estos recipientes.
Durante más de medio siglo, se especuló con distintas posibilidades, entre ellas que se tratara de grasa animal o vegetal contaminada con polen e insectos.
El reciente trabajo de la Universidad de Oxford puso fin a esta larga incógnita. Mediante técnicas de espectrometría de masas y espectroscopía, los investigadores lograron detectar azúcares, proteínas y ácidos propios de la miel. Estos compuestos, considerados biomarcadores, dejaron una huella química muy similar a la de muestras actuales de este producto.
El papel de la tecnología en este descubrimiento
Uno de los retos más relevantes fue diferenciar los componentes originales de los contaminantes acumulados durante siglos bajo tierra. Para ello, el equipo de Oxford aplicó múltiples enfoques analíticos que permitieron separar los productos de degradación de los restos de miel primigenios.
El profesor James McCullagh, director del proyecto, destacó que la utilización combinada de varios métodos fue esencial para reconstruir una imagen clara de la composición molecular. Por su parte, la doctora Luciana da Costa Carvalho señaló la importancia de los iones de cobre presentes en los residuos.
Estos actuaron como agentes protectores, ralentizando la descomposición de las moléculas y permitiendo su identificación después de tantos siglos.
La colaboración entre instituciones arqueológicas y científicas
El avance se produjo gracias a la cooperación entre la Universidad de Oxford, el Parque Arqueológico de Pompeya y el Museo Ashmolean. En 2019, con motivo de la exposición Last Supper in Pompeii, se reexaminaron los recipientes hallados en Paestum.
La doctora Kelly Domoney, coautora del estudio, explicó que esta revisión no solo permitió identificar la miel, sino también obtener información adicional. Algunos de los objetos presentaban hollín en su base, prueba de que habían sido usados en fogones. Otros, en cambio, mostraban capas de sarro que apuntan a su utilización como calderas para hervir agua.
El valor cultural de los restos de miel en la antigüedad
En el mundo griego, la miel desempeñaba un papel central en la dieta, las ofrendas religiosas y los rituales funerarios. Su resistencia a la descomposición, cuando se conserva adecuadamente, explica por qué este producto era tan valorado.
El descubrimiento de restos de miel en Paestum refuerza la idea de que las comunidades antiguas no solo lo consumían, sino que también lo vinculaban con significados simbólicos. La asociación entre la miel y la inmortalidad de los dioses era una creencia extendida. Este hallazgo aporta pruebas materiales que respaldan esas interpretaciones culturales y religiosas.
Un empujón para futuros estudios
El caso de Paestum demuestra cómo la tecnología actual puede arrojar nueva luz sobre materiales ya estudiados sin éxito en el pasado.
El director del Parque Arqueológico de Pompeya, Gabriel Zuchtriegel, destacó que este tipo de análisis permite comprender mejor la vida cotidiana y los rituales de sociedades antiguas a partir de residuos conservados en museos.
Los investigadores confían en que este hallazgo anime a revisar otros artefactos con técnicas modernas. Los restos de miel hallados en Paestum constituyen así un ejemplo de cómo la combinación de arqueología y ciencia puede ofrecer respuestas precisas a misterios de larga data.
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