Hablemos de futuro

La universidad española goza de buena salud, pero debe seguir mejorando

La universidad española vive un buen momento. Los rankings internacionales están comenzando a considerar la formación superior de nuestro país como una de las mejores a nivel internacional, como por ejemplo el listado de la firma británica ‘Times Higher Education’ (THE), donde la Universidad Pompeu Fabra, la Universidad de Navarra o la Universidad Autónoma de Madrid, entre otras, están en buenas posiciones.

No obstante, y a pesar del aprecio internacional, no hay espacio –ni debe haberlo– para el relax o la autocomplacencia porque, si queremos seguir avanzando en materia educativa, debemos apostar aún más por fortalecer el modelo educativo español y conseguir permanecer al lado de la élite universitaria.

Botín: “No hay nada más urgente que mejorar el sistema educativo”

“No hay nada más urgente para España que mejorar el sistema educativo”, comentaba de manera concluyente el pasado septiembre Ana Botín, presidenta de Banco Santander y de Fundación CYD en la presentación del Informe CYD 2018 de la Fundación Conocimiento y Desarrollo. Este documento, que de forma anual hace un diagnóstico sobre el sistema universitario español, determina que los indicadores analizados han mejorado en los últimos años, pero aún no han alcanzado los niveles previos a la Gran Crisis de 2008.

Por su parte, José Carlos Gómez, presidente de CRUE Universidades, explica que las universidades españolas son “vertebradoras, de alta calidad y también equitativas” porque, gracias a la expansión territorial, “cualquier joven tiene dentro de un radio de 50 km de su casa un centro universitario que está entre los 1.000 mejores del mundo”.

Pero, además, y según CYD, son innovadoras a la hora de brindar soluciones a las distintas demandas. No obstante, da algunas pinceladas amargas sobre las que se debería trabajar para alcanzar mejores niveles como son la internacionalización, la excelencia en la investigación o la capacidad de adaptación de las titulaciones a la demanda de los ocupadores. Destacan también que la universidad debería funcionar de una forma más autónoma –recordemos que las públicas dependen del Ministerio de Educación– para tomar decisiones de una forma más ágil y flexibles donde la burocracia interna no provoque ningún tipo de estancamiento.

Señalan, además, que la oferta universitaria ha registrado un aumento del número de centros privados, ya que, desde la creación de la última universidad pública en 1998, se han autorizado la conformación de una veintena de entes privados, y en total ofrecen casi 3.000 grados, 1.200 doctorados y más de 800 dobles grados.

De todos modos, y a pesar de estas cifras, en principio positivas, la presencia de estudiantes internacionales en nuestro país es mínima, según ‘Education at a Glance’ 2018 de la OCDE. Un aspecto que no es baladí, sobre todo porque el alumno internacional brinda riqueza y diversidad a nuestro sistema universitario. Con respecto al personal docente, aquellos que forman a los futuros profesionales en la excelencia, destacan que muchos están cerca de la jubilación, un hecho que podría reducir la calidad del sistema educativo actual.

Elevar la inversión en I+D

Con respecto a la inversión en I+D en relación al PIB –un tema recurrente– las noticias han sido positivas. Por primera vez desde 2010, ha habido un aumento del 1,2% y un incremento del número de empleados dedicados a la investigación y el desarrollo.

Pero, ¿es suficiente? Gómez cree, y así lo expresa, que “si queremos ser un país avanzado debemos dar importancia a la investigación. Las universidades que se sitúan entre las 100 mejores del mundo cuentan de media con cinco veces más presupuesto por alumno que las nuestras”.

Más graduados, pero alto desempleo

Otro de los retos contra los que luchar es el desempleo entre los graduados de educación superior, uno de los más elevados de la Unión Europea. La tasa de paro de las personas de entre 25 y 69 años es del 8,9% –el doble que la media del Viejo Continente–, una cifra que asciende al 14,9% si se considera sólo a los jóvenes de 25 a 29 años. En esta línea, aclara Gómez desde CRUE Universidades, hay una preocupación por el descenso del número de estudiantes de perfiles curriculares de las disciplinas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), haya disminuido. En 2006 el porcentaje era del 30% y ahora es de 24%.

Como solución a esta problemática, desde CRUE Universidades apuestan por llevar a cabo un ajuste de la oferta y los contenidos porque “deben estar cada vez mejor adaptados a las nuevas necesidades de la economía”. Y, además, defienden que “hay que informar más y mejor a los jóvenes sobre la realidad del mercado laboral respetando su vocación, aunque son ellos los que tienen la última palabra”. Destaca, no obstante, que las universidades “están continuamente revisando su oferta y contenidos para informar mejor a los estudiantes”.

El mismo informe, además, pone en evidencia la necesidad de que haya un engranaje perfecto entre la educación superior pública y las grandes compañías comprometidas con la educación. “Con una estrecha y permanente colaboración, podremos adaptar mejor nuestra oferta de perfiles curriculares. Debemos poner en valor mejor nuestra producción científica mediante la Transferencia de Conocimiento e Innovación, y esto no puede realizarse sin una mayor colaboración con el mundo empresarial”, concluye Gómez.

Este es el caso de Banco Santander, la empresa que más invierte en educación en el mundo a través de Santander Universidades porque cree, y así lo muestran las cifras, que la educación es la base del éxito y del progreso de cualquier sociedad. No sólo desde el punto de vista económico y próspero, sino también social y humano. Las sociedades dotadas de una excelente educación son más prósperas y, por ende, más libres.

Santander Universidades colabora desde hace más de 20 años con un millar de universidades y centros de investigación de más de 20 países, brindando ayudas económicas y Becas Santander a estudiantes de todo el mundo. Desde 2002, ha invertido más de 1.700 millones de euros a iniciativas académicas y ha concendido más de 360.000 becas desde 2005. Sólo en 2018 destinó 14 millones de euros a emprendimiento universitario y apoyó a 20.000 emprendedores. Además, según indican desde la entidad, entre 2019 y 2021 se beneficiará a más de 200.000 universitarios a través de sus programas de educación, apoyo al emprendimiento y fomento de la empleabilidad  de Santander Universidades.

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