España
Seguridad ciudadana

Un vídeo desvela la falsa agresión que simula un joven inmigrante durante una identificación

Los agentes de diferentes cuerpos policiales insisten en la necesidad de cámaras subjetivas como parte del equipamiento policial para protegerse ante falsas acusaciones.

  • Alfonso Egea
  • Jefe de Investigación en OKDIARIO. Anteriormente fui responsable de la sección de Actualidad y Sucesos en Espejo Público, en Atresmedia. He publicado cuatro libros y actualmente colaboro en programas de televisión en Mediaset y en Telemadrid. Agradecido por tener el reconocimiento de la Policía Nacional de Madrid y la medalla al mérito de la Guardia Civil.

Una identificación más, de las decenas que al día puede llevar a cabo cualquier patrulla de guardias civiles o policías en nuestro país. Y mientras tanto un vecino grabando. Son los ingredientes de una situación que cada vez se está repitiendo más en diferentes lugares de nuestro país. Este episodio en concreto ha ocurrido en Talayuela, en Cáceres, Extremadura, y es solo una muestra de un fenómeno que se ha extendido por nuestro país, favorecido además por determinados partidos políticos que, sin ningún tipo de complejos, han colocado a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en el objetivo de ciudadanos que esgrimiendo inconformismo y desobediencia civil lo que acaban haciendo es poner en situaciones muy complicadas a los agentes de la Ley y sin saberlo a ellos mismos. En el peor de los casos los agentes acaban acusados de violencia en sus detenciones y cuando eso pasa, ¿cómo demostrar si es o no una falsa agresión?

No hace mucho desde todo un ministerio del actual Gobierno, el de Igualdad, una publicidad institucional apuntaba sin ningún rubor, prudencia ni presunción de inocencia a que las policías de este país en general se dedican a identificar por el color de la piel del ciudadano. Y cuando toda una ministra de Igualdad como Irene Montero es capaz de poner eso en papel, y lo mantiene y lo amplía con nuevas acusaciones,  acaban produciéndose episodios tan grotescos como el que se aprecia en el vídeo al que ha tenido acceso OKDIARIO.

La secuencia arranca con una pareja de guardias civiles tratando de inmovilizar a un joven. Algunos agentes consultados por este periódico y a los que hemos enseñado el vídeo han coincidido en una valoración inicial de la secuencia: “Se está perdiendo el respeto al principio de autoridad que debe tener un policía uniformado. Ya no es raro ver a ciudadanos, de un variado espectro, negarse a obedecer las indicaciones de un agente”. Esa reflexión es lícita porque lo primero que se le escucha al chico al que tratan de reducir los agentes en el vídeo les pide reiteradamente sus números de identificación. Y eso cada vez se va más a menudo. Solo las FCSE tienen la legitimidad de solicitar la documentación a un ciudadano, pero de un tiempo a esta parte son cada vez más frecuentes las escenas en las que el ciudadano pretende alcanzar la altura legal de los agentes que deben tirar de paciencia para mantener la calma.

«Como me rompas el móvil me lo pagas»

En el episodio de Cáceres se puede escuchar perfectamente al detenido decir “me vas a dar el número de identificación, el tuyo y el tuyo (les dice a los agentes) y como me rompas el móvil me lo vas a pagar, te lo juro por mi madre”, todo esto sin dejarse inmovilizar y ofreciendo resistencia. Hasta que en un momento dado se desata el momento clave en la detención.

Uno de los agentes se ve obligado a doblegar la resistencia que está ofreciendo el chico. Es lo primero que se enseña en las técnicas de detención: sujeto inmovilizado, extremidades a su espalda y reducción de la distancia para impedir cualquier tipo de amenaza física del detenido. Y en esas está uno de los agentes en el vídeo, colocando su peso sobre la espalda del detenido y su antebrazo entre la parte superior de la espalda, parte del cuello y una mejilla. Literalmente roza con su mano la parte cerca al ojo izquierdo del chico y este empieza a gritar de forma muy estridente “¡me ha pegado, me ha pegado en la cara! Os voy a denunciar a los dos, no me toquéis”. Bendito vídeo que desmonta la falsa agresión. Como no puede ser de otra manera el joven acaba reducido en el suelo y entonces aparecen los palmeros pidiendo que no se le inmovilice porque no puede respirar. Para no poder hacerlo se le ve muy relajado diciendo “graba, graba que los voy a denunciar porque encima soy menor”, mientras se coloca la mascarilla que se le ha caído durante el forcejeo. Esta intervención no supondrá mayores problemas para los agentes implicados gracias precisamente a la grabación que difunde este diario, sin embargo, los colectivos policiales insisten en la necesidad de que todos los agentes en la calle lleven equipos de grabación personal y subjetiva. Algunas policías locales ya lo usan y se están mostrando como un mecanismo eficaz de defensa ante acusaciones de abusos de autoridad o fuerza durante las detenciones. Estos sistemas no pueden ser manipulados por los agentes y requieren de un volcado diario de su contenido. El derecho de cualquier ciudadano a denunciar una presunta mala práctica policial permanece intacto, pero el derecho a la presunción de inocencia de los agentes también queda así protegido de acusaciones como esta en la que un roce se convierte de repente en una falsa agresión.