Terror en la cárcel: la semana de Halloween se llena de fuego y sangre al otro lado de las rejas
La semana de Halloween ha sido distinta a la de cualquier otro año en casi todos los ámbitos de la sociedad española, pero si en un lugar se ha agravado esta frágil situación ha sido en las cárceles.
OKDIARIO ha tenido acceso al relato, documentado con imágenes, de una semana en la que se ha puesto en riesgo la vida de decenas de internos y personal de Prisiones ante la aparente indiferencia del departamento que pertenece al Ministerio del Interior. Todo lo que ha sabido este diario, todo lo que van a leer a continuación ocurrió en un solo centro penitenciario, cuyo nombre y localización nos reservamos de momento para preservar la seguridad de nuestros informantes.
Los profesionales que trabajan en esta cárcel, en concreto, están llevando con cierta normalidad la convivencia y actividades en los módulos calificados como “residenciales”. Sin embargo la historia cambia radicalmente en el módulo de aislamiento. Allí un preso quemó dos veces su celda el fin de semana del 24 de octubre. Puso en peligro su vida, la de los otros presos y la del personal, pero afortunadamente todo acabó bien. Sin embargo, esos dos incendios fueron sólo el presagio de una terrorífica semana de Halloween.
«Os vamos a matar»
26 de octubre, lunes. En el módulo de aislamiento de esta cárcel viven 26 internos. Todos pasan el día en celdas individuales. Son peligrosos para cualquiera, tanto que no pueden salir al patio con el resto de internos, no comparten horarios de comedor y no pueden ser atendidos por trabajadores que no estén acompañados. Desde esas galerías estos reclusos dieron así los ‘buenos días’ al personal de la cárcel: “Hijos de puta os vamos a matar, vamos a matar a vuestras familias y nos vamos a follar a vuestras hijas y mujeres”. La mayoría de los presos de esta área no superan los 30 años, muchos pagan su primera condena grave, pero casi todos comparten un perfil: jóvenes, agresivos, impulsivos y nativos de la cultura de la violencia.
27 de octubre, martes. Las celdas son lugares seguros, resistentes, fiables desde un punto de vista arquitectónico. O deberían serlo. El segundo día de la semana del terror vivida en esta cárcel un recluso destrozó su celda. Ninguna frase haría justicia a las imágenes que ha conseguido en exclusiva este diario. Ni el hormigón de las estanterías, ni el acero de las ventanas, ni los cristales reforzados resistieron la violencia del recluso en cuestión. Lo hizo porque se aburría, literal, y porque al estar en aislamiento poco o nada iba a suponerle arrancar las ventanas de su chabolo para reventarlo a diestro y siniestro.
Estadísticamente el resto de la semana debería haber sido más tranquila. El miércoles día 28 de octubre ignoró a la estadística y cerca de la una del mediodía, desde una autovía cercana a esta cárcel en concreto, pudo verse una columna de humo negro que emanaba de la prisión. Un recluso había quemado su colchón creando en su celda y en su galería una auténtica cámara de gas que ponía en riesgo su vida, la de los otros presos y otra vez la de los trabajadores de la cárcel, cuya consigna es equiparse con equipos de respiración y protección individual y salvar al interno. Sin embargo, cuando lo hicieron, se encontraron con que habían caído en la trampa urdida por cinco internos que, a medida que tenían a mano a los trabajadores, les arrojaban cascotes y trozos de hierro que previamente habían arrancado delas ventanas y estanterías de sus propias celdas.
Para colmo, cuando el fuego fue extinguido, el interno rescatado y el resto de internos afectados evacuados al patio estos comenzaron una descomunal pelea para ajustar cuentas sobre el robo de un teléfono móvil que se turnaban para llamar al exterior de forma clandestina.
Agresiones al personal
El día estaba lejos de acabar aún. Pasadas las diez de la noche un interno usó el interfono para avisar a los funcionarios. Su celda estaba ardiendo. Él mismo había iniciado el incendio después de provocarse varios cortes en el cuerpo con la cuchilla de un pincho artesanal. La rutina, la de siempre. Prioridad: salvar la vida del interno. En este caso, al humo y al fuego hay que añadirle otro factor nada tranquilizador: la sangre de un preso de una cárcel que como otras ha pasado momentos de confinamiento en esta pandemia. El interno fue rescatado y trasladado a Enfermería. En cuanto se recompuso decidió agredir al personal que le había salvado la vida. Un clásico.
Desde OKDIARIO no podemos revelar el lugar dónde se han registrado estos incidentes porque la reacción del departamento de Interior que se ocupa de las cárceles reacciona siempre sancionando a un cuerpo de funcionarios que, por no tener, todavía no tienen ni el reconocimiento de ser agentes de la autoridad. Ellos lo tienen muy claro. Recuerdan que quienes hoy gobiernan les prometieron todo y más cuando eran oposición. Ahora acusan a su ministro de tener abandonado a un sector del que sólo le interesa mantener un principio: lo que pase en la cárcel que se quede en la cárcel.
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