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Sánchez trata de ocultar a Podemos: impide que los ministros morados comparezcan en Moncloa

Los ministros de Podemos solo participan en una de cada seis ruedas de prensa posteriores al Consejo de Ministros

PSOE Podemos
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en Moncloa. (Foto. Podemos)
Joan Guirado

Hace prácticamente seis meses que el vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, no comparece tras el Consejo de Ministros. Su última aparición, en la rueda de prensa semanal que ofrece el Ejecutivo, fue el 7 de julio del año pasado. Desde entonces, de los cinco ministros de Podemos sólo tres, Irene Montero, Yolanda Díaz y Alberto Garzón, han podido utilizar la atalaya mediática de La Moncloa para vender su mensaje. Han estado presentes en cinco de las veintiocho ruedas de prensa que se han celebrado.

El director de Gabinete de presidencia, Iván Redondo, junto con el Secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, son los que deciden cada martes quién debe comparecer. Lo hacen en base a los temas que se han tratado en la reunión del gabinete ministerial y el interés que estos puedan tener para la ciudadanía y la agenda mediática. Pero también con una dosis estratégica. Y en la nueva estrategia monclovita, dar voz y visibilidad a los morados, no es una prioridad a día de hoy. Todo lo contrario.

El veto de la Secretaría de Estado de Comunicación a la presencia de los ministros podemitas en las ruedas de prensa semanales, acompañando a la ministra portavoz María Jesús Montero, ha provocado un profundo malestar entre los morados. Y es que cada vez que salen tienen que compartir escenario con dos socialistas más, lo que les resta visibilidad.

Denuncian que «se trata de un intento más de acallarnos». Y no van en la mala dirección. Las últimas salidas de tono de Iglesias o su portavoz parlamentario Pablo Echenique, poniendo en cuestión la calidad democrática de España o la actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, han encendido las alarmas en Moncloa. Una cosa es que lo digan en un canutazo o una entrevista de partido y otra ante el emblema gubernamental. Se trata de prevenir.

La gota que colmó el vaso y agotó la paciencia de los morados se produjo el pasado 2 de febrero. Ese día el Consejo de Ministros aprobó una extensión de los ERTE hasta el 10 de mayo como medida para paliar los efectos negativos de la pandemia en el sector laboral. En lugar de la titular de Trabajo, Yolanda Díaz, que según fuentes podemitas fue la gran responsable del acuerdo que alcanzaron patronal y sindicatos, fue el ministro de la Seguridad Social, José Luís Escrivá, el que hizo el anuncio ante la opinión pública. Desde Podemos opinan que desplazando a Díaz y priorizando a Escrivá en la comunicación de la medida, «el PSOE pretendía capitalizar un acuerdo que se labró íntegramente desde Trabajo».

La ausencia de Díaz ese día motivó varias preguntas por parte de los periodistas a la portavoz del Gobierno para conocer los motivos que habían llevado a la ministra a no ser ella la que anunciase el acuerdo. La portavoz Montero justificó el cambiazo ya que Escrivá «era la persona idónea y adecuada». La ministra de Hacienda argumentó que «era obligada la presencia del ministro Escrivá por la novedad en materia de pensiones» y «como ministerio participante en el diálogo social y todas las negociaciones que había en los ERTE estaba legitimado para dar dichas explicaciones y responder a las dudas que puedan tener los representantes de los medios de comunicación».

Ataques de Iglesias a la prensa

En su última rueda de prensa, la del pasado mes de julio, el vicepresidente y líder de Podemos aprovechó para cargar contra los medios de comunicación por la información que estaban ofreciendo en el marco de la investigación del ‘caso Dina-Iglesias’. El ministro de Derechos Sociales atacó, entre otros, al director de este medio Eduardo Inda y a la libertad de los medios de comunicación. El número tres del Gobierno aseguró que los periodistas «deben naturalizar el insulto».

Las palabras de Pablo Iglesias provocaron un profundo malestar en el seno del Gobierno y del Partido Socialista que, una vez más, pusieron sus quejas en conocimiento del jefe del Ejecutivo. Los socios de Podemos consideraron «inadmisibles» los ataques del vicepresidente hacía los medios de comunicación que, posteriormente, se vieron obligados a defender desde las filas socialistas. Incluso el propio Pedro Sánchez, en una de sus comparecencias, alabó la labor de los medios.

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