FUERZAS ARMADAS

Prisas en Moncloa por dejar encarrilada la compra de cazas F-35 al sospechar que Trump podría bloquearla

caza F-35
Pelayo Barro

En Moncloa ha sonado la ‘alerta Trump’: el Gobierno de Pedro Sánchez teme que la posible victoria del ex presidente estadounidense en las elecciones del próximo noviembre conlleve una peor relación con la nueva administración de la Casa Blanca. Y que eso influya en algunos proyectos que tiene en marcha España, como la renovación de los cazas Harrier de la Armada: su sustituto será el caza F-35 estadounidense, una aeronave que se vende con autorización expresa del Congreso y del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Pese a que los militares llevan años reclamándolo, el Gobierno no termina de dar la luz verde. Pero los ánimos han cambiado en vista del panorama electoral que se avecina en Estados Unidos.

Lo admiten abiertamente fuentes de Defensa: si Donald Trump gana las elecciones el próximo mes de noviembre y vuelve a la Casa Blanca, los países de la OTAN que no han hecho sus deberes en materia de gasto militar van a sufrir. Y nadie ha sacado un suspenso tan pronunciado como el de España. En 2024, año en que supuestamente se debería estar cumpliendo el horizonte de gasto del 2% del PIB, España ha caído a la cola con un 1,28%.

Una de las sospechas que ha ido cogiendo fuerza en los últimos meses entre la cúpula militar española es que el castigo de Trump a los países «morosos» -así los definió el propio ex presidente- es que se les restrinja el acceso a armamento y equipo militar de alta tecnología, o por lo menos se le ponga más difícil.

Entre esa alta tecnología made in USA, la más deseada y necesitada es el F-35. El caza de quinta generación que las Fuerzas Armadas españolas vienen persiguiendo sin éxito -político ni presupuestario- desde hace años.  El deseado por el Ejército del Aire y, sobre todo, por la Armada.

El ala embarcada de la Armada, como se conoce a las aeronaves que operan desde buques de la marina militar española, corre peligro de desaparecer como tal. La escasa docena de cazas Harrier AV8B II de la 9ª Escuadrilla de aeronaves, adquiridos a finales de la década de los 80, tiene sus días contados. Su jubilación está próxima y, a día de hoy, sólo los F-35B estadounidenses pueden darle relevo. Sin esas aeronaves, el buque insignia de la Armada, el Juan Carlos I, el único que dispone de rampa de despegue, se quedaría sin poder operar con ala fija. Por ello, desde el Estado Mayor de la Defensa se ha urgido a Defensa y al Gobierno a que acometan cuanto antes la compra de estos aviones.

El plan del Gobierno consiste en sustituir cada uno de los 12 Harrier por uno de estos modernos cazas fabricados por Lockheed Martin, por un coste aproximado que en principio alcanzaría los 100 millones de euros la unidad. Serían en total 1.200 millones de euros, a repartir entre varios ejercicios. Sin embargo, ese precio ya estaría desactualizado, en vista a las últimas ventas realizadas por EEUU: a Grecia, por ejemplo, se le facturaron a 199 millones de euros cada una de las 40 unidades adquiridas por la fuerza aérea helena.

En el Gobierno, explican las fuentes consultadas, existe el temor a que la llegada de Trump a la Casa Blanca pueda encarecer o incluso bloquear el contrato necesario de los F-35, que sigue sin ver luz verde.

Ni tampoco con Biden

El equipo asesor en Moncloa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lleva semanas intentando agendar una conversación telefónica con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, para tratar asuntos relacionados con la crisis entre Israel y Palestina. Sin embargo, tal y como han constatado en Moncloa en varias ocasiones, en la Casa Blanca no muestran intención alguna de que esa llamada se produzca. Constatan, además, que la Administración Biden no sólo está contrariada por el reconocimiento unilateral de Palestina, sino también por el desplante de Sánchez a la misión militar internacional en el Mar Rojo. En el Gobierno esperan un ambiente muy tenso en el reencuentro de Biden y Sánchez en la Cumbre de Washington de la OTAN de los próximos 9, 10 y 11 de julio.

A Moncloa parece habérsele cerrado una de las puertas que más le costó abrir, la del Despacho Oval de la Casa Blanca. Sánchez estuvo a punto de convertirse en el único presidente de un Gobierno español que no fue recibido en el hogar del presidente estadounidense, aunque finalmente la Casa Blanca cedió y en mayo de 2023 le permitió la foto tan perseguida por Moncloa.

Ahora, algo más de un año después, al presidente del Gobierno le cuesta incluso hablar con Biden por teléfono. Así lo ha sabido OKDIARIO de fuentes muy próximas a esas gestiones que lleva a cabo Moncloa desde hace semanas para conectar, aunque sea unos minutos, a ambos dirigentes vía telefónica. Sobre la mesa, explican fuentes diplomáticas, la intención de Sánchez de explicarle a Biden personalmente la decisión de reconocer a Palestina de forma unilateral, así como para trasladarle el apoyo español a un alto el fuego como el propuesto por Estados Unidos y que ya cuenta con el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU.

Ninguna de esas propuestas parece interesar al equipo del gabinete de Biden con el que mantiene contactos Moncloa. Los intentos han resultado infructuosos, aunque las fuentes consultadas asumen que aún no se ha tirado la toalla.

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