España

Pons alaba los «pechos alabastrinos» de una joven en el progre ‘El País’: «La erección me duró el verano»

El portavoz del PP en el Parlamento Europeo se ha estrenado como articulista en el diario de cabecera del PSOE

El portavoz del Partido Popular en el Parlamento Europeo, Esteban González Pons, se ha estrenado este domingo como columnista del diario El País con un artículo de título Pechos alabastrinos en el que narra un amor de verano.

Pons hace su incursión como articulista del progresista diario de cabecera del PSOE con este texto, en el que alaba los pechos de una joven de nombre Mary Mac-Crohon. El texto, narrado en primera persona, se entendería ficticio, pues, de acuerdo a las fechas, Pons contaría con cuatro años.

«Nunca mencionamos nuestra conexión táctil, tampoco nada fue a más, ni siquiera hablamos de otra cosa que no fuera el genitivo sajón, pero a ella la sonrisa dulce le duró todo el veraneo y a mí la erección también», escribe en un momento dado Pons, a quien El País presenta como «jefe de la delegación del PP en el Parlamento Europeo y escritor».

Precisamente, este domingo, el diario dedica su información principal de portada a atacar la gestión del Partido Popular durante la crisis de los incendios, con un artículo en el que abundan las críticas a los gobiernos de Alfonso Rueda (Galicia) y Alfonso Fernández Mañueco (Castilla y León). No hay alusión alguna a Pedro Sánchez, quien permaneció de vacaciones en La Mareta en los momentos más preocupantes. Más aún, el editorial de este domingo se enfoca también en descalificar al PP con una retahíla de acusaciones.

«El PP, que gobierna el 70% del territorio, ensayó con la DANA de Valencia un discurso que le permite eludir responsabilidades ante las catástrofes», «la acusación de dejación de responsabilidades entre administraciones es veneno para la confianza en el sistema», «esa estrategia se elevó hasta un nivel desconocido esta semana. De todos los adjetivos, el PP eligió pirómana para insultar a la directora de Protección Civil»… son algunas de las dedicatorias de este periódico al principal partido de la oposición.

«Notable pecho»

Entre tanto, Pons, en la contraportada, firma Pechos alabastrinos, su retrato de un bucólico amor de veraneo, en el año 1968.

El dirigente popular describe en primera persona y con precisión las sensaciones íntimas que le provocaba una joven profesora de inglés, a la que su madre le asignó para que le diese clases durante aquellas vacaciones.

«Tenía la piel inocente y pecosa, pero de pecas rubias igual que la melena lisa que le cubría los hombros, los ojos azul marino y una delgadez frágil, no enfermiza, tampoco mística, como de hada artúrica. Aunque lo que más llamaba la atención en su silueta, al menos para mí, que por entonces llevaba un avispero de hormonas zángano en el hueco del corazón, era su notable pecho, desproporcionado para aquel cuerpo etéreo de mujer ángel», cuenta González Pons.

«Incurría yo en la contradicción adolescente de arder de deseo y, a la vez, idolatrarla como a una santita intocable», añade.

Relata cómo, preso de la pasión por ella, se decidió a escribirle «un soneto cursi y ripioso», con el título de Pechos alabastrinos.

«La vi sonreír con la dulzura de quien querría ser mi esposa en un futuro muy lejano y, sin añadir palabra, continuó con el verbo To Be. Desde entonces, todas las lecciones las recibí con la mano escondida en su blusa, la palma sobre uno de los pezones, subiendo y bajando al ritmo de su respiración. Así consiguió que atendiera. Y no, nunca mencionamos nuestra conexión táctil, tampoco nada fue a más, ni siquiera hablamos de otra cosa que no fuera el genitivo sajón, pero a ella la sonrisa dulce le duró todo el veraneo y a mí la erección también», describe el portavoz popular en Bruselas.

El artículo concluye con una curiosa casualidad: recientemente, en una librería, halló un libro de la autora irlandesa Mary Durrell con el título Pechos alabastrinos.

«Mi hija tuvo que recogerme del suelo porque me mareé. Compré el libro, claro, y lo voy a leer, aunque, de momento, publico esto como un mensaje en una botella lanzada al océano y dejo mis señas al editor de EL PAÍS por si… Hay amores de verano que permanecen como paraísos perdidos. El nuestro, ahora lo sé, fue de esos», completa Pons.