España

Podemos y la Eurocopa

Las elecciones del 26J han traído frustración a PODEMOS y la eliminación de España en la Eurocopa a la ciudadanía. En ambos casos por idénticos motivos. Los españoles, hartos de la situación política, vuelcan todas sus ilusiones en los partidos de nuestra selección y Pablo Iglesias, que ya ha dejado de escuchar al pueblo y sólo oye lo que sus camaradas le cuentan al oído, se creyó que podía ganar.

La selección española salió al campo con muchas dudas e Italia sabía lo que tenía que hacer. Adiós a una etapa de oro del fútbol español que ha durado muchos años y nos ha dado multitud de títulos. Por eso, ahora, a los españoles nos toca apoyar a un entrenador y a un equipo que tanto esfuerzo han demostrado en el campo. Sobre todo, porque los jugadores y el entrenador tienen ganado nuestro respeto: humildad y la vista puesta en el Mundial de Rusia.

Unidos Podemos, también derrotada, se dejó en las urnas más de un millón de votos. Lo más significativo en este joven partido, que aún no ha dado ninguna alegría a sus fundadores ni a sus precursores —Maduro—, es que sólo en seis meses se ha dejado 200.000 votos en las principales ciudades donde gobierna. Pero sus dirigentes, a diferencia de los jugadores de la selección, han entrado en un bucle de contradicciones sin un mensaje unívoco de humildad.

Aún no se les ha escuchado hablar de futuro y mucho menos reconocer sus errores. Empiezan las luchas cainitas por el poder interno y para dividirse el poco poder externo que han amasado y que es, precisamente, el que les ha lastrado. Nadie puede creerse su transversalidad, sus corbatas de última hora y la ocultación sistemática de su pasado —financiación venezolana y comunismo trasnochado—, su presente —división interna y socialismo de nuevo cuño— y su incierto futuro —el populismo deja de tener sentido en épocas de bonanza—.

Si Rajoy lo hace bien en lo económico, Unidos Podemos volverá a sus orígenes y Pablo Iglesias a la teorización y a la consultora política. Los hombres de Vicente del Bosque a darnos grandes tardes de gloria y orgullo.