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GOBIERNO DE ESPAÑA

Las opciones que maneja Sánchez ante la crisis: elecciones anticipadas o remodelación de Gobierno

  • Joan Guirado
  • Corresponsal de Gobierno y Casa Real. Siguiendo la actividad del presidente y líder del PSOE, Pedro Sánchez, y del Rey de España. También política catalana.

“Todos los escenarios están sobre la mesa”, aseguran fuentes del Gobierno cuando se les pregunta por la capacidad de resistencia que tiene el gabinete ministerial. Y todos son todos. Aunque Pedro Sánchez repita a menudo que va a agotar la legislatura. De optar por esa vía, explican, no sería con el mismo equipo actual. El jefe del Ejecutivo sabe que necesita un revulsivo y ese lo puede encontrar en una convocatoria de elecciones anticipadas o en una crisis de gobierno para reducir carteras en una situación económica delicada, cambiando así algunos ministros muy políticos por gestores técnicos con mayor solvencia. El futuro de la relación con Podemos influirá mucho en el camino que vaya a seguir.

La situación económica -a lo que fiaba Sánchez su reelección con un discurso basado en la recuperación tras la pandemia-, la situación de la calle y el afianzamiento de la candidatura de Alberto Núñez Feijóo en los sondeos, son algunas de las cuestiones que más tendrá en cuenta el líder del PSOE para decantarse por una u otra opción. Aunque la causa que aducirá no será ninguna de esas. La ruptura del acuerdo de coalición con Podemos -que cada día está más débil- o la necesidad de dar certidumbre y estabilidad al país, serían las razones que podría esgrimir Pedro Sánchez para justificar el adelanto -que en todo caso no sería antes del verano-. Su deseo es ser presidente de turno de la Unión Europea -cargo que ocupará a partir del segundo semestre del año que viene- sin factores desestabilizadores. Y sus socios de Podemos lo son.

De “agotaré” a “si me dejan”

Como en todo, también en cuánto iba a durar la legislatura Pedro Sánchez ha ido modelando su opinión. Aunque perpetuarse todo el tiempo posible en Moncloa continúa siendo su máxima. En este sentido, el discurso empleado por el presidente ha pasado de un contundente “no habrá elecciones anticipadas, voy a agotar el mandato” a un “mi voluntad es agotar si me dejan”. Y es que ya no todo depende de él, en parte por sus vaivenes y golpes de autoridad. Tras su giro histórico en relación al Sáhara Occidental, sus socios le han recordado que está ahí gracias a ellos. Y no es la única cuestión que mantiene en pie de guerra a ERC, PNV, Bildu o Compromís. Sánchez juega con fuego.

Ministros en la cuerda floja

Hay pocos ministros que sepan que su puesto está asegurado. La última remodelación del Ejecutivo, con la salida de Carmen Calvo o José Luis Ábalos, dejó claro que nadie es imprescindible para Sánchez. La vicepresidenta económica Nadia Calviño y el ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática Félix Bolaños -que estuvo a punto de caer en desgracia con la reforma laboral- son dos de ellos. También la portavoz y ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez, y la titular de Educación, Pilar Alegría, se están afianzando a pasos agigantados. A la de Ciencia e Innovación, Diana Morant, todos coinciden que se le debe dar más tiempo. Pero, por los temas del área que dirige, tampoco ha dado motivos para ser destituida.

El resto, por un motivo u otro, está en la cuerda floja. Desde uno de sus hombres de mayor confianza desde que llegó a La Moncloa, el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, hasta la titular de Transportes, Agenda Urbana y Movilidad, Raquel Sánchez Jiménez. La resolución de las dos principales crisis que tiene ahora mismo el Gobierno sobre la mesa, la del Sáhara y la de los transportistas, marcará el devenir de su futuro político. Otros, como José Luis Escrivá, Reyes Maroto, Teresa Ribera o Fernando Grande-Marlaska -para quien ya suena de sustituto Antonio Hernando- ya estuvieron a punto de ser relevados el pasado mes de julio. Sus nombres vuelven a sonar. Como los de Podemos, que aunque por el acuerdo no puede tocarlos, sí les puede reducir las competencias. Si no decide echarles en bloque por la insostenibilidad de la situación.