Crisis del coronavirus

Los ‘nuevos fans’ de Simón en la red: Letchew, Ketola, Vanderwyk… y hasta una Corina

Interacciones con el vídeo de Simón
Interacciones con el vídeo de Simón

Las intervenciones del director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, parecen ser todo un éxito. Los números de interacciones en los vídeos publicados por el Ministerio de Sanidad se acercan más a los de un ‘influencer’ con millones de seguidores que a los de un portavoz oficial. Hace falta un solo click para percatarse de que los espectadores de dichos vídeos no concuerdan con el público que se espera: Allie Letchew, Shreya Ketola, Alysha Vanderwyk… y hasta una Corina

Nombres extranjeros, perfiles de reciente creación y con mayoría de mujeres. Es complicado dar veracidad a estos espectadores cuyos apellidos distan mucho de los españoles. Lejos de poder encontrarse apellidos tales como Gónzalez, Rodríguez, Gómez o García, los vídeos del Ministerio son consultados por personas apellidadas Sologure, Ketola, Scallion o Megan.

Como ejemplo del extraño tránsito del perfil oficial del Ministerio de Sanidad dirigido por Salvador Illa, se puede observar la intervención del ‘gurú’ del Gobierno en temas de coronavirus, Fernando Simón.

Si retrocedemos unos días, concretamente al 17 de abril, se observa como su comparecencia, una más de tantas que ha ofrecido durante las últimas semanas, cuenta con 48.000 reacciones y más de 7.500 comentarios. Además, suma más de 4,3 millones de reproducciones y se ha compartido casi un millar de veces. Unos números astronómicos para una comparecencia de estas características.

Los datos revelan la interacción obvia de miles de los conocidos como ‘bots’ (robots que imitan el comportamiento humano) que inflan las cifras normales de estos vídeos.

El hecho de que la mayoría de estos perfiles sean de reciente creación y perfiles femeninos es una práctica habitual en este tipo de ‘servicios’ que ofrecen, previo pago, un aumento de interacciones.

La extendida práctica tiene un problema: los robots imitan el comportamiento humano pero carecen de herramientas para entender en qué clave está emitido el mensaje. Esto provoca situaciones tales como que millares de ‘bots’ opten  por reaccionar con un icono de risa, a pesar de que el mensaje traslade una situación dramática como las cifras de la pandemia.

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