Las mafias migratorias roban 208 motores de los cayucos de Arguineguín para usarlos en nuevas pateras
La Guardia Civil y la Agencia Tributaria detectan la sustracción de motores que se han vendido a grupos senegaleses y que han vuelto a África en contenedores marítimos
Esta semana, en una sola jornada, llegaron 661 inmigrantes ilegales más a Canarias en embarcaciones propulsadas con este tipo de motores
A estas alturas del año ya son casi 30.000 los inmigrantes ilegales que han llegado a nuestro país, de los que 27.000 lo hicieron por vía marítima, más de 13.000 a las Islas Canarias, y estos son los datos contabilizados por el Ministerio del Interior y que de forma obvia no contempla a los inmigrantes que llegan hasta nuestro país sin ser detectados. Pero por si la problemática de las mafias de inmigración ilegal no fuera suficiente, una brecha de seguridad por parte de Interior ha permitido alimentar a estas organizaciones criminales que se lucran con la llegada masiva de seres humanos a unas islas, las canarias, saturadas en casi todos los sentidos desde la crisis migratoria de 2020.
El infame puerto de Arguineguín fue acumulando durante meses, aún hoy lo hace, pero con menos publicidad, a miles de personas y cientos de cayucos y pateras que no se han custodiado como es debido ya que una operación de la Guardia Civil ha descubierto el robo de más de 200 motores fuera borda de esas pateras que han sido reutilizados en nuevas travesías ilegales.
En las últimas horas han llegado a Canarias 661 inmigrantes ilegales a bordo de pateras y cayucos. El drama de la inmigración ilegal continúa y no cesa y 2021 tiene pinta de ser un año más dramático y complicado en lo que a llegada de irregulares se refiere. El problema es general en España, pero su incidencia se hace especialmente visible en Canarias, donde el espacio y los recursos limitados hace cada vez más complicada la gestión para atender a todas las personas que llegan ilegalmente hasta sus costas. Y el problema es que, por ejemplo, esas 661 personas recién llegadas lo hicieron en 24 horas, con lo que, literalmente, de la noche a la mañana, las Islas Canarias tienen que activar ingentes recursos para su atención. Así que si la situación es tan complicada es difícil entender que, además, se les dé ventaja a las mafias de la inmigración ilegal.
Y eso es lo que ha estado sucediendo durante los últimos meses en el muelle de Arguineguín. Gracias a una operación conjunta entre la Guardia Civil de Las Palmas y la Agencia Tributaria se ha desarticulado una red que estaba robando motores de las pateras y los cayucos arribados a Arguineguín, y que estaban bajo custodia policial, desde el año 2020 hasta ahora. Todo arrancó con la apertura de un contenedor marítimo en el que los investigadores encontraron 52 motores embalados y listos para ser enviados a Senegal. Los motores eran de las mismas características que los que montan las embarcaciones ilegales: fuerabordas de cuatro tiempos y de escasa potencia, extremadamente fiables, resistentes y con un consumo de combustible bajísimo.
Los agentes comprobaron que los motores recuperados no sólo se parecían a los de Arguineguín, sino que eran los mismos. Entre otras gestiones cruzaron los datos con una denuncia interpuesta meses atrás en la que se relataba la desaparición de al menos un centenar de estos motores de las pateras almacenadas, varias garrafas de combustible y una lancha neumática.
No era vandalismo
Fuentes policiales consultadas por OKDIARIO aseguran que los robos de motores se detectaron en 2020, pero de forma aislada y que erróneamente se atribuyó a actos de vandalismo o incluso a robos con el fin de equipar esos motores en embarcaciones de pesca. Nada más lejos de la realidad. El entramado ahora desarticulado por las autoridades y que ha culminado con la detención de 14 personas se dedicaba a robar, revender y exportar cientos de motores para que fueran usados en nuevas travesías de embarcaciones ilegales.
Cuando los investigadores detectaron los 52 motores en el contenedor interceptado comprobaron que los datos de la persona que figuraba como vendedora de estos eran los de la pareja sentimental de un vecino de Santa Lucía de Tirajana a quien se responsabiliza de los robos. Esa persona figuraba como la vendedora de 208 motores, que aprovechaba envíos legítimos, es decir, de motores comprados de manera legal, para colar los robados en Arguineguín.
El grupo de delincuentes se completaba además con aquellos que falsificaban los certificados de calidad de los motores, los contactos de aduanas necesarios para que los controles fueran inexistentes en determinados contenedores y, por supuesto, los mafiosos compradores que volvían a montar motores en cayucos en los que poder embarcar hasta 100 personas cobrando a cada una entre 2.000 y 3.000 euros para llegar a Europa de manera ilegal.
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