España

El lenguaje inclusivo le juega una mala pasada a Yolanda Díaz: «Los impuestos y las impuest…»

La obsesión por el lenguaje obsesivo y en convertir el continente en parte central del contenido le ha jugado una mala pasada a la ministra de Trabajo y desde hace poco vicepresidenta, Yolanda Díaz, que ha estado cerca de dar un paso más en el sinsentido de los virajes del género en las palabras. La dirigente -adjetivo neutro- de la cuota de Unidas Podemos en el Gobierno sufrió un lapsus durante una intervención este lunes en LaSexta. Díaz estaba valorando un asunto referente al rescate bancario en España. En un momento dado, se refirió al «caso Bankia», mencionaldo «23.000 millones de euros que han recibido de los impuestos y las impuest… y de todos y de todas».

En el vídeo del momento se puede degustar el lapsus sufrido por la ministra, a quien el propio Pablo Iglesias señaló como sucesora en la cuota vicepresidencial morada y compañera de gabinete de la también ministra y pareja del líder del partido, Irene Montero.

Es, sin embargo, un llamativo ejemplo de las peculiares consecuencias que entraña el en ocasiones surrealista ramillete de palabras y construcciones gramaticales que especialmente desde Podemos se quiere incrustar en el lenguaje.

En este sentido, es particularmente llamativo el reciente caso protagonizado por la antes mencionada ministra de Igualdad, Irene Montero, que hace escasas fechas se descolgaba con un auténtico catálogo de declamaciones retorciendo el género de las palabras durante un acto de su partido, Podemos, ante la atenta mirada de Pablo Iglesias. Irene Montero desplegaba una panoplia de patadas al lenguaje para hablar de «los derechos de todas, todos y todes», y de referirse al «niño, niña y niñe» e, ítem más, hablar del «hijo, hija, hije». Un hito en el lenguaje exclusivo. Ojo, sólo hito, porque ‘hita’, palabra que existe -a diferencia de ‘hije’ o ‘niñe’-, significa, explica la RAE, «clavo pequeño sin cabeza, que se queda embutido totalmente en la pieza que asegura».

Yolanda Díaz sí puede escudarse en que sólo se trató de un lapsus, corregido sobre la marcha, al dejarse llevar antes de pronunciar las palabras al tratar de dotar de inclusivismo al discurso formal por encima de lo necesario para comunicar el mensaje.