España
Independentismo catalán

Un héroe del 1-O abandona la Policía por sus lesiones en plena concesión de los indultos a los golpistas

Ángel, un agente de la Unidad de Intervención Policial, fue agredido con un adoquín en las protestas tras hacerse pública la sentencia contra los independentistas catalanes.

18 meses, 2 operaciones y 8 tornillos quirúrgicos después, este policía ha tenido que abandonar el cuerpo entre los aplausos de sus compañeros por las secuelas que padece desde entonces.

  • Alfonso Egea
  • Jefe de Investigación en OKDIARIO. Anteriormente fui responsable de la sección de Actualidad y Sucesos en Espejo Público, en Atresmedia. He publicado cuatro libros y actualmente colaboro en programas de televisión en Mediaset y en Telemadrid. Agradecido por tener el reconocimiento de la Policía Nacional de Madrid y la medalla al mérito de la Guardia Civil.

El 18 de octubre de 2019 las calles del centro de Barcelona se convirtieron en un infierno. Miles de violentos se lanzaron a las calles tras haberse conocido la sentencia de la Audiencia Nacional contra los políticos golpistas catalanes que promovieron el movimiento que acabó en la brevísima declaración unilateral de independencia. Frente a los violentos, que quemaban contenedores y tiraban adoquines, estaban los de siempre: los policías de las Unidades de Intervención Policial. Uno de ellos, Ángel, ha abandonado este jueves la Policía entre los aplausos de sus compañeros. Se marcha por las secuelas de las graves lesiones sufridas aquel día en Barcelona mientras se habla de conceder indultos a los que originaron aquella situación.

“Estábamos situados en la calle Junquera esquina con calle Trafalgar. En frente teníamos la Plaza Urquinaona. Allí los violentos se hicieron fuertes y tenían varias barricadas con contenedores ardiendo. Tomamos las esquinas con el fin de evitar el avance de esos grupos. Utilizamos el material antidisturbios que tenemos designado, pero nos caían piedras de todos lados”.

Ha pasado más de año y medio desde que Ángel se encontraba literalmente en medio de un infierno de fuegos y adoquines. Su unidad policial fue una de las elegidas para controlar los disturbios tras hacerse pública la sentencia por el Procés.

Lo recuerda como si fuera ayer y lo hace de una manera que demuestra muy a las claras que las imágenes, pese a su evidencia, no consiguen reflejar lo que siente un policía al otro lado de la visera de su casco en medio de una lluvia de objetos. “Nos tiraban de todo. Cócteles molotov, petardos, botellas con líquido corrosivo, rodamientos”. Pero la consigna era aguantar, aguantar y aguantar. Y ahí estaban Ángel y uno de sus compañeros de la VIII UIP de A Coruña, con indicativo Raya 53, aguantando detrás de unos contenedores la caída constante de adoquines lanzados desde la plaza Urquinaona.

«Sentí un fortísimo dolor»

“En un momento dado, mientras estábamos aguantando la posición ante el ataque de los violentos, una piedra del tamaño de media baldosa cayó verticalmente dándome en mi antebrazo derecho, brazo en el que llevaba la bocacha (la escopeta detonadora usada para dispersar multitudes). La piedra me impactó en la zona del velcro, donde la codera no me protege, y en aquel instante sentí un fortísimo dolor. De repente noté como perdía toda la fuerza del brazo y dejaba de tener sensibilidad hasta la mano. Ahí supe que me habían fastidiado bien”. El relato de Ángel estremece y para entenderlo mejor conviene revisar el vídeo de la agresión de la que fue víctima y que acompaña a esta información.

Ángel acertó de pleno. Le habían fastidiado bien, pero aún no tenía idea de cuánto. Inmediatamente después de la primera pedrada llegó otra, que le impactó en la espalda mientras estaba encogido de dolor sujetándose el brazo. “En ese momento le dije a mis compañeros que estaba bien jodido. Dejé la bocacha y la canana mientras me ayudan a llegar a la furgoneta de mi equipo. Me trasladaron a Jefatura donde, mientras me atendían los sanitarios, también llegó mi compañero Iván. Estaba gravemente herido por un impacto en la cabeza. Los médicos se pusieron con él de inmediato porque empezó a convulsionar mientras decían que no podía respirar”.

Desde aquel día Ángel comenzó una dura batalla para volver al Cuerpo. Fue intervenido quirúrgicamente en Barcelona y luego tuvo otra intervención en La Coruña. Desde su cama en el hospital veía los incidentes y las agresiones que sus compañeros seguían sufriendo en Barcelona. “Se veía claramente que habían perdido todo respeto a la autoridad y lo que nadie entiende es que debajo de los uniformes y las protecciones somos gente corriente”.

Este jueves Ángel ha puesto punto final a su carrera como Policía mientras el Gobierno prepara a la población para encajar los indultos a los separatistas. Ha acudido la comisaría de Policía de Lonzas en La Coruña donde ha firmado el final de su carrera. Le era imposible seguir desempeñando su labor policial. “Tengo muchos problemas de pérdida de fuerza en la mano y una enorme limitación de movimientos. Me medico para sentir menos dolor. Es lo que tiene llevar una placa y ocho tornillos en el antebrazo”, se lamenta.

Ángel quiere acordarse de Iván, el compañero que convulsionaba mientras a él lo atendían. También abandonó el cuerpo por las secuelas del golpe en la cabeza.

Ambos ven el futuro de una manera inesperada, sin uniforme de Policía de manera involuntaria y viendo desde sus casas cómo el mismo Gobierno que los mandó a sofocar las consecuencias de un lamentable proceso anuncian ahora que aquel castigo fue como firmar en el agua. ¿Qué opina Ángel sobre esos posibles indultos?

“¿Los indultos?, (dice con media sonrisa) Mis lesiones son para toda la vida. Eso es lo que opino».