El hambre también va como un cohete: cientos de venezolanos desbordan un banco de alimentos en Madrid
El banco de alimentos Refugiados sin fronteras en Ventilla atiende diariamente a miles de personas
Venezolanos en las colas del hambre: «Los están engañando como nos engañaron a nosotros»
En el barrio madrileño de La Ventilla, una realidad oculta se desarrolla lejos de la propaganda empalagosa del Gobierno de Pedro Sánchez. Cientos de venezolanos en situación irregular hacen largas filas para conseguir comida en uno de los bancos de alimentos más grandes de la Comunidad de Madrid. OKDIARIO ha documentado esta situación, dando voz a quienes permanecen «invisibles» mientras las cifras de pobreza en España continúan creciendo. El hambre también va como un cohete en España, pese a los discursos eufóricos de Sánchez.
«Somos el tercer país de la Unión Europea con personas en situación de pobreza y exclusión social, según la famosa Agenda 2030. Deberíamos tener un 21% y España tiene un 26 y medio por 100 de personas en situación de pobreza y exclusión social. Estamos hablando de 12 millones de personas en los papeles», señala Minuesa en su reportaje.
El banco de alimentos Refugiados sin fronteras atiende diariamente a miles de personas. Como explica uno de los responsables: «Nosotros hoy atendemos a mil familias. Eso quiere decir cerca de 4500 personas y tenemos el triple de demanda que no podemos atender, porque además somos una organización sin financiación. Nosotros no tenemos ninguna subvención.»
Vidas en espera
La mayoría de los entrevistados son venezolanos que han llegado recientemente a España. Sus historias varían en tiempo pero comparten la misma incertidumbre: «Solo tengo días acá. Ni un mes», comenta uno de ellos. «Pues yo, cinco meses», señala otro. Una mujer indica: «Yo tengo recién dos años».
La situación administrativa de estas personas complica su integración en el mercado laboral. Un auxiliar de farmacia relata su experiencia: «Trabajé muchos años en farmacia. Mientras no tienes papeles, estás en situación de… Buscando cualquier trabajo. Trabajé de albañil, de entrega, de mensajería». Cuando se le pregunta por estos empleos, confirma: «Todo en negro, sin papeles».
Una abogado y activista de derechos humanos venezolana expresa su frustración: «Imagínese solicitando alimentos cuando yo todavía tengo 60 años, pero yo me siento con fuerza para trabajar. Todavía tengo una profesión universitaria, tengo oficio».
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