España
Parlamento Europeo

El ‘faker’ Alvise vuelve a acosar a la eurodiputada Nora Junco durante un vuelo Lima-Madrid

"Me zarandeó en los pasillos del Parlamento", afirma Nora Junco a OKDIARIO

"Pérez emboscó mi paso en el control de pasaportes al amparo de la policía, como un cobarde"

"No representa a nadie más que a sí mismo y sus mentiras"

El faker a sueldo Alvise Pérez ha protagonizado un nuevo episodio de acoso público hacia la eurodiputada Nora Junco durante un vuelo Lima-Madrid de la compañía LATAM. Pérez ha arremetido este miércoles en sus redes sociales contra la eurodiputada acusándola de «traicionar su promesa de no volar en business pagado por los españoles», en un ejercicio de acoso y derribo que lleva realizando contra sus antiguos compañeros desde hace semanas.

«La eurodiputada tránsfuga, que fue expulsada de SALF por Alvise Pérez tras desobedecerle y votar a favor de concederle 800.000 millones a Von der Leyen y apoyar junto a EH Bildu e Irene Montero el encarecimiento de fertilizantes a los agricultores españoles, ha sido cazada otra vez con billetes que superan los 4.500 euros con dinero público», escribió Pérez en sus redes sociales, convirtiendo el vuelo en una oportunidad para el escarnio público.

«Me zarandeó en los pasillos del Parlamento»

La eurodiputada Nora Junco ha revelado a OKDIARIO un escalofriante patrón de acoso y violencia por parte de Alvise Pérez que culminó en un incidente a bordo de un avión de regreso de Lima. La representante del grupo ECR relata episodios de agresión física y verbal que la han llevado a considerar solicitar una orden de alejamiento contra el líder de ‘Se acabó la fiesta’.

«En ese vuelo, que coincidió con el suyo —aunque yo misma cambié el billete de ida para evitarlo—, en el de regreso volvió a acosarme», cuenta Junco sobre su retorno de la 16ª edición de Eurolat, donde trabajaba en mejorar las relaciones entre Europa e Iberoamérica. Durante el trayecto, Alvise «me ha grabado, me ha fotografiado y me ha estado vigilando durante el vuelo».

El acoso no terminó en el aire. Al aterrizar, Pérez «emboscó mi paso en el control de pasaportes al amparo de la policía, como un cobarde, gritando ‘¡corrupta!’ como si el escándalo fuera su oxígeno». Junco mantuvo la compostura: «Respondí con la educación que su comportamiento no merece», mientras testigos presenciales —azafatas y pasajeros— observaban atónitos la escena.

Violencia física en el Parlamento Europeo

Pero este no ha sido un incidente aislado. Junco revela un episodio aún más grave ocurrido meses antes: «Me zarandeó en los pasillos centrales del parlamento a plena luz del día». La agresión física en la sede de la democracia europea marca un salto cualitativo en el comportamiento de Alvise Pérez, que ha pasado de las amenazas verbales al contacto físico violento.

«Esta vez ha sido verbal. Pero la violencia es la misma», reflexiona la eurodiputada, quien no oculta su temor: «Estoy considerando solicitar una orden de alejamiento. Porque temo por mi seguridad».

Las declaraciones más inquietantes de Junco apuntan al estado mental de Alvise: «Temo que alguien que actúa fuera de sí —y cuya actitud me hace pensar que podría estar bajo el efecto de sustancias— no entiende de límites». Esta observación añade una dimensión especialmente preocupante al comportamiento errático del líder de SALF.

La eurodiputada también denuncia cómo Alvise instrumentaliza a sus seguidores: «En su odio hacia mi persona me hostiga a través de su comunidad, que aún no han descubierto quién es realmente el personaje».

Junco es contundente en su diagnóstico final sobre quien fuera su compañero de candidatura: «No representa a nadie más que a sí mismo y sus mentiras. No defiende valores democráticos. Su única motivación es el lucro, el poder, y la manipulación narcisista de su audiencia».

Estas revelaciones se suman a las amenazas públicas documentadas anteriormente, donde Alvise ordenó a sus seguidores «aplastar la cabeza» de sus eurodiputados y publicó sus datos personales. El patrón de violencia escalada —de las amenazas verbales a la agresión física, del acoso digital al hostigamiento presencial— es el retrato de un individuo fuera de control que utiliza la intimidación como herramienta política.