El estrangulador de mujeres que tiene en jaque a la Policía en Valencia deja una quinta víctima junto a una acequia
Puede ser casualidad o cinco fatales coincidencias, pero entre noviembre de 2020 y abril de 2021 se han encontrado los cuerpos de cuatro mujeres sin vida junto a una acequia, estranguladas en las tres provincias de la Comunidad valenciana en un radio de 320 kilómetros y abandonadas en zonas rurales, todas en localidades conectadas a través de la vía AP 7 que recorre todo el Levante español. Este lunes el hallazgo del quinto cuerpo de una mujer asesinada y arrojada dentro de una acequia en Cantillana, un municipio sevillano cercano a Carmona, ha despertado de nuevo la alarma de redes sociales y grupos de Telegram y el fantasma dormido del Estrangulador de las acequias. Uno de los casos fue resuelto con un detenido que espera a que se celebre juicio contra él.
La existencia de un asesino en serie, un serial killer en su definición anglosajona, ya fue desmentida por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado públicamente. Todos los asesinatos están siendo investigados por juzgados diferentes en causas separadas, los móviles son diferentes y los juzgados que los llevan son distintos.
Cuatro víctimas diferentes
La primera de las víctimas fue Alicia Valera, de 45 años y funcionaria de Justicia, asesinada el 6 noviembre de 2020. Su cuerpo se encontró apenas a 200 metros de su casa, la pedanía de La Hoya, perteneciente a Elche (Alicante). La mujer había salido a pasear con su perro cuando, en la última llamada que realizó, aseguró que dos mujeres la estaban siguiendo. Unas horas después su cuerpo fue encontrado en una acequia, con signos de estrangulamiento, precisamente también por un vecino de la zona que junto a sus dos hijas pequeñas sacaba a pasear su perro también.
La principal hipótesis de los investigadores fue el de un intento de robo, aunque no se descarta ninguna teoría. Alicia no tenía pareja sentimental, vivía con su madre y hacía una vida entre el trabajo en un Juzgado de Elche y sus estudios para sacar la plaza fija, ya que era interina. El perro de Alicia, Leo, estaba tan nervioso que mordió a uno de los policías que trataba de agarrarlo. El Grupo de Homicidios de Policía Nacional de Elche se hizo cargo de la investigación e interrogó a su entorno más cercano, sin resultados. Los investigadores apuntaron a otro hombre con capucha y que presentaba una leve cojera al caminar que habría sido visto en la misma zona que la mujer a la misma hora.
La segunda víctima del Estrangulador de las acequias no tenía nada en común con la primera. Fue Florina Gogos, de 19 años, asesinada el 8 de enero de 2021, en Silla, una localidad valenciana a 160 kilómetros de Elche. La víctima ejercía la prostitución desde los 17 años. Florina era víctima de trata de blancas y la principal línea de investigación apuntó a un cliente como posible autor del asesinato, pero tampoco hubo detenidos, a pesar de que se la vio subiendo en un coche blanco, grabado por una cámara de seguridad. Su cuerpo fue encontrado el 30 de enero por un cazador y presentaba signos de estrangulamiento.
La tercera víctima, Olga Pardo de 43 años, trabajadora eventual de la limpieza, que salió a pasear el 3 de abril desde su casa en el barrio valenciano de La Torre y tomó un autobús hasta La Malvarrosa. Su cuerpo sin vida fue encontrado tres días después en la localidad de Massarrojos, a 13 kilómetros, también en una acequia y con signos de asfixia, por un agricultor de la zona. No se sabe cómo llegó hasta allí. Olga vivía con varios compañeros de piso a los que pedía dinero con frecuencia. Había salido de un centro de desintoxicación de drogas hacía unas semanas. A la mañana siguiente, el 4 de abril, llamó a una amiga del mismo centro a las 12 y media de la mañana pero su amiga no cogió la llamada. También dejó un mensaje en el contestador del dueño del piso donde vivía con un “llámame” aquella misma noche. Cuando el hombre quiso devolver la llamada al día siguiente el teléfono de Olga aparecía apagado.
El único caso en el que se detuvo a un sospechoso fue tras el asesinato de Johana Andrea Aguilar, de 41 años, cuyo cadáver fue localizado en abril de este mismo año en Burriana (Alicante), también junto a una acequia. La Policía detuvo a un hombre por este asesinato a finales de junio y la jueza de Violencia de Género lo mandó a prisión de manera preventiva.
La autopsia determinó que la mujer fue estrangulada con una prenda de ropa. Se cree que Johana fue víctima de violencia de género y que su crimen estaba relacionado con un desaire amoroso. La mujer trabajaba en un almacén de naranjas y había protagonizado anteriormente dos intentos de suicidio, lo que despistó a los investigadores hasta que la autopsia determinó que había sido asesinada por asfixia mecánica.
Estos cuatro asesinatos provocaron el intercambio de información entre policías y guardias civiles sin que de momento haya una conexión clara entre ellos ni el mismo modus operandi, sólo que los cadáveres se encontraron en el entorno de acequias (hay muchas en el campo levantino), que todas las víctimas son mujeres y que ninguna fue violada antes de su muerte. La opinión más extendida entre los investigadores es que nos encontraríamos ante varios asesinos.
Sin embargo, el miedo es libre y tiene alas y la inquietud se ha vuelto a disparar este mismo lunes con un nuevo asesinato junto a una acequia. La mujer, cuya identidad no ha trascendido, fue encontrada en esta ocasión en el interior de una canal de riego del municipio sevillano de Cantillana, cerca de Carmona. ¿Se ha trasladado el asesino de las acequias a Andalucía, en concreto a Sevilla? ¿Es otro imitador que juega a la confusión? Habrá que esperar si en este caso hay detenciones o no.
De momento las redes arden con este quinto asesinato y es inevitable recordar el caso de Joaquín Ferrándiz Ventura, el asesino en serie de mujeres en Castellón que entre julio de 1995 y septiembre de 1996 violó y asesinó a cinco mujeres en esa provincia levantina, entre ellas a tres prostitutas. El 14 de enero de 2000 Ferrándiz fue declarado culpable de cinco cargos de asesinato y condenado a 69 años de prisión. En 2023 podrá abandonar la cárcel al haber cumplido 25 años, la máxima condena posible en el panorama penal español.
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