La emergencia no supo ganar a la decadencia
El debate a cuatro supone el show de la nueva política. Un espectáculo que supone un debate de sensaciones donde se mezclan el interés por quién lleva la iniciativa del debate, quién marca los temas de discusión, y quién elige a su rival político.
En este sentido, la postura más difícil la tiene Pedro Sánchez porque tiene más rivales directos: Albert Rivera le quita votos y la semana que viene tiene otro debate importante donde se tiene que enfrentar al actual presidente del Gobierno. Un debate como éste empieza cuando te montas en el coche, la gente te ve tus inseguridades, la vestimenta no tiene que restar tienen que aportar seguridad, por eso los candidatos y la vicepresidenta del Gobierno van cómodos y sin sorprender.
Un punto importante que ha ganado Soraya Sáenz de Santamaría antes de empezar el debate ha sido acercarse a saludar al candidato de UPyD, Andrés Herzog, que se encontraba manifestándose junto con miembros de su partido en la puerta de AtresMedia por no haber sido invitado al debate. El gesto de la vicepresidenta de ser la única en saludarle demuestra humildad, talante y ligereza en un momento para ella muy difícil.
El mejor arranque, el de Pedro Sánchez
El candidato del PSOE a la Moncloa ha protagonizado el mejor arranque, demostrando tranquilidad, aunque luego ha ido poco a poco perdiendo las formas, empañando su inicio en el debate cuando ha empezado a interrumpir a los demás. Sánchez ha perdido el hilo del debate hasta perder la iniciativa que tenía desde el principio.
La vicepresidenta del Gobierno parecía más una opositora al ejecutivo, cantando los temas y mostrando una comunicación deficiente debido a su cara y sus manos tensas. Una vez que Sáenz de Santamaría ha entrado en barrena, se ha ido soltando hasta perder esa rigidez.
Albert Rivera es el candidato que más claro tiene su mensaje, sin embargo no sabe demostrarlo debido a que se muestra muy alterado y nervioso. El líder de la formación naranja necesita saber manejar su quietud y pararse en su discurso desde la tranquilidad para que su mensaje pueda llegar de forma clara al electorado.
Por último, Pablo Iglesias ha empezado el debate siendo sarcástico, aportando seguridad en su discurso hasta que poco a poco se ha ido transformando en el de siempre, es decir, dejándose llevar por su vertiente de profesor universitario, mostrando un ceño fruncido y queriendo dar el reflejo de tener todo bajo control con el boli en la mano.
En definitiva, no existe una iniciativa clara en el arranque del debate por parte de los participantes. Si el discurso se lleva a los aspectos sociales, tanto Sánchez como Iglesias pueden salir vencedores debido a que tienen mucho que decir y discutir. Soraya sería la ganadora si la discusión se basase en la gestión de Estado, mientras que Rivera se llevaría el gato al agua si el debate discurriese por la vertiente de la conciliación.
A todos nos ha dejado un sabor de boca amargo
Esperábamos más ideas de fondo, el objetivo era que se notaran más los puntos fuertes de los candidatos, pero no ha sido así. Ha sido un debate tertulia, nadie sabía con quien hablar y ha habido muchas fases donde ha estado mejor Sánchez, otras en las que ha sobresalido Iglesias, otras Soraya y otras Rivera, pero que ninguno ha sido superior en el conjunto global.
La culpa ha sido del formato que no ha dejado que nadie gane porque se ha convertido en una tertulia.Si hubiese un ganador sería el récord de audiencia, de un nuevo debate democrático, el enorme seguimiento que ha tenido.Desde el puto de vista de los debates los candidatos han tenido picos, sobretodo ha estado muy centrado y tranquilo Sánchez, y en su momento también Iglesias, sobretodo con temas sociales, el cierre de Pablo Iglesias ha estado muy bien, pero le ha faltado la coherencia al pedir que la gente sonría cuando no ha sonreído en todo el debate.
Soraya ha estado calculadora, ha vendido gestión y lo ha sabido hacer como ella sabe. Rivera se ha mostrado nervioso, es buen orador pero al refutar no ha sabido ver a su rival, ha ido a por Soraya olvidándose de Sánchez.
Iglesias sí lo ha hecho bien en éste sentido porque ha sabido atacar a Soraya y a Sánchez y conciliar con Rivera. En definitiva: Un debate indeciso.
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