España

Bescansa lanza un mensaje machista a la sociedad: ¿por qué no cuida al bebé su padre?

Carolina Bescansa y su bebé se han convertido, sin ningún género de dudas, en la imagen de la jornada de hoy. Primer día en un nuevo Parlamento, con nuevos grupos políticos y un pacto a tres, disfrazado de a dos que da la Presidencia de la Cámara Baja al socialista Patxi López. Pero no, todos los objetivos se centraron en ellos, la número tres de Podemos entraba en el Congreso, bebé en brazos para, según ella misma ha asegurado «defender la crianza con apego». Curioso término.

Hasta hoy, tras años y años peleando por la igualdad en este país, habíamos conseguido que se entendiera que el «apego» de un bebé podía ser tanto hacia la madre como hacia el padre. Lo curioso es que haya sido precisamente la diputada de uno de los partidos que encarnan «la nueva política», la que nos haya recordado lo que ya decían nuestras abuelas e incluso nuestras bisabuelas: «los niños son de las madres».

«La sesión iba a ser muy larga y el niño necesita estar con su madre», ha declarado. «Con su madre». Es probable que la señora Bescansa no haya tenido la suerte que he tenido yo. Les pongo en antecedentes: soy madre. No de uno. Ni de dos. Sino de tres niños a los que adoro con toda mi alma y que, como es normal, tienen un padre. Un padre maravilloso que los cuida y atiende exactamente igual de bien que yo. Soy muy fan del padre de mis hijos. Un padre que, cuando tengo una comida importante de trabajo, o me retraso porque tengo mucho lío, se queda con ‘nuestros’ tres hijos hasta que llego, lo mismo que hago yo cuando es él que tiene trabajo hasta tarde. Igual, esto le sorprende a una mujer progresista que lucha por los derechos de las mujeres y que se declara feminista. A lo mejor, no entiende que haya otras mujeres, con otros puntos de vista, que creemos de verdad en la igualdad y que pensamos que los hombres pueden criar con tanto»apego» a un hijo como una mujer. Insisto, quizás es que yo he tenido mucha suerte.

Hoy he escuchado: «Muchas mujeres deberían tomar ejemplo». Y yo me pregunto: ¿Ejemplo? ¿De qué exactamente? ¿De manifestar que somos incapaces de ser verdaderamente independientes como para desarrollar una vida laboral totalmente al margen de nuestra vida personal? Francamente, me parece incluso triste que en el año 2016 una mujer quiera parecer mejor madre por el hecho de llevar a su hijo al trabajo. A mí, como madre de tres hijos me gustaría que se abriera el debate de la conciliación familiar, pero el debate de verdad. Hablo de horarios compatibles con los de nuestros hijos como en el resto de Europa. Hablo de llegar a casa y poder ayudarles a hacer los deberes, de poder bañarlos, de poder preparar la cena todos juntos. Hablo… ¿qué digo hablo? ¡sueño con que en el Congreso de los Diputados se planteen estas cuestiones! Pero no. Parece que aún no toca.

Da muchísima pena que la solución a este problema la haya dado hoy una diputada, de izquierdas, progresista, que defiende la igualdad, llevando a su bebé a su lugar de trabajo. Un lugar de trabajo donde hay una guardería. ¡Qué suerte tiene los diputados! ¡Una guardería! Igual el titular debería haber sido ese: «Carolina Bescansa lleva a su bebé a la guardería del Congreso porque ellos sí tienen ese derecho». Igual la denuncia era justamente la contraria porque yo, por desgracia, no he tenido esa ventaja, ni yo, ni la mayoría de mis amigas. ¡Una guardería en el trabajo! ¿Te imaginas?

Pero Bescansa, además de tener guardería en su sitio de trabajo tiene ¡una nanny! o cuidadora, o como ella prefiera, que la acompaña a los mítines, actos e incluso a todos los programas de televisión a los que la diputada acude de manera habitual. Tuve el placer de conocerla el día de la celebración del día de la Constitución. La número tres de Podemos hizo su entrada en el hemiciclo con su bebé (que por cierto es precioso), los fotógrafos dirigieron sus objetivos hacia ellos, saludaron a las autoridades…en fin, cumplió con la ceremonia con su niño en brazos. Pero llegó el cóctel. Ese momento que los periodistas llamamos el de «los corrillos». En ese instante, Bescansa, cansada de tener al bebé en brazos tanto tiempo necesitaba un respiro y, ojo, otro golpe de suerte que tiene la diputada, entregó su bebé a su cuidadora/niñera/nanny. Una joven encantadora que no se movió durante todo el tiempo que duró el cóctel y que aguantó con santa paciencia al niño en brazos sin sentarse. Recuerdo a dos miembros de Ciudadanos haciéndole carantoñas al bebé que, de verdad, es para comérselo.

También recuerdo perfectamente bien que miré con envidia a Carolina Bescansa, al fin y al cabo, las dos estábamos trabajando, pero yo no pude llevar a la cuidadora y a mis hijos al trabajo (entre otras cosas porque, a diferencia de la número 3 de Podemos, yo no pertenezco a una de las familias más ricas de Santiago de Compostela). Aún así, debo reconocer que se me pasó enseguida porque, en ese momento recordé que mis tres pequeños estaban con su padre dando un paseo y disfrutando de la decoración navideña. No se me ocurriría arrebatarles sus planes de niños para arrastrarlos a mi lugar de trabajo.