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OKDIARIO entrevista al almirante jefe del Estado Mayor de la Armada

Almirante López Calderón: «Aquí hombres y mujeres son iguales, la mar no entiende de sexos»

El Almirante General López Calderón hace balance de su trayectoria con una humildad admirable. Asegura haber acertado con su vocación y estar muy agradecido a la Armada por lo que le ha aportado como persona. A sus subordinados les recuerda que la suya es una profesión de servicio. Y afirma que las mujeres son idénticas a los hombres en el ejército.

P: El alma de la institución son las personas que la conforman ¿cuál es el compromiso de la Armada con ellas?

R: La formación continua y de calidad. El militar, desde el primer marinero hasta el último, necesita cada día un nivel mayor del manejo de los sistemas de armas. Estamos haciendo un gran esfuerzo en ese sentido. Primero porque es absolutamente necesario y segundo porque cuando uno va a su trabajo y ve que dispone de las herramientas intelectuales y de las capacidades que necesita para hacer bien su trabajo eso produce una satisfacción que eleva la moral y hace que todo el conjunto funcione mejor.

También la renovación de unidades obsoletas o antiguas. Priorizando las necesidades desde lo más crítico. Ya hay acuerdos del Consejo de Ministros para abordar esa remodelación de las Fuerzas Armadas para su modernización. Incluyendo, en este aspecto, la construcción de los nuevos submarinos.

P: ¿Qué atractivo ofrece la Armada para que los jóvenes de hoy, en una sociedad del mínimo esfuerzo donde triunfan influencers y youtubers, apuesten por formar parte de ella?

R: Lo militar es una vocación. Si no se tiene es difícil que este tipo de profesión termine siendo lo suficientemente atractiva porque exige ciertos sacrificios, como las separaciones familiares o los constantes traslados de residencia, por ejemplo. Pero quienes ingresan en las Fuerzas Armadas entienden la necesidad de ser disciplinados y el mérito del esfuerzo. A mí no se me ocurre nada más atractivo que servir a España y a sus ciudadanos y hacerlo dentro de una organización que es muy respetuosa con la persona.

Pese a que las normas de conducta sean muy rígidas aquí la lealtad, la amistad o el compañerismo hacen que la forma de trabajar sea muy especial. Además, la actividad profesional es dinámica, cambiante, evoluciona todos los días. La vida del militar es de todo menos monótona. Quien tenga inquietud por avanzar y progresar, en la Armada encontrará retos constantes.

P: La incorporación de las mujeres a la Armada es un hito reciente ¿cuál es el balance? ¿cree que en algún momento han podido sentirse discriminadas? ¿es diferente su estilo de mando?

R: No. Nosotros nos pasamos 5 años en la Escuela Naval y salimos con una formación idéntica, aunque no estandarizada, por lo que los parámetros de liderazgo son comunes. Ellas sufren igual que sus compañeros las mismas dificultades y vicisitudes. La mar es igual para todos y no distingue sexos. No hay diferencias, salvo las que dependan del carácter propio de cada individuo que, por lo tanto, no tienen que ver con la distinción entre hombre y mujer sino entre persona y persona.

Su incorporación e integración se ha producido sin ningún problema, salvo las adaptaciones logísticas en los barcos para camarotes, aseos, … No tienen ninguna limitación. Cualquier destino en las Fuerzas Armadas está a disposición de quien quiera.

«No hay ningún puesto o destino donde las mujeres no puedan llegar. Salimos de la Escuela Naval con una formación idéntica» 

P: Categórico. No hay machismo en la Armada.

R: Somos de las Fuerzas Armadas del mundo donde menos problemas hay en este sentido. Y eso no lo achaco a una virtud propia de la institución, sino de las propias familias de quienes la integran. A pesar de las barbaridades que a veces tenemos que escuchar en televisión, en términos generales el español es respetuoso. Con las mujeres y con los hombres. Con sus congéneres. Y eso no lo da la formación académica sino el entorno: la familia, los amigos, …

Esa forma de respetar se nota en la forma de relacionarse del militar español cuando está desplegado en países cuya cultura, idioma, costumbres, etc. no tienen nada que ver con los nuestros.

P: Los escalafones militares tienen sus propios tiempos. ¿Cuándo podremos pensar en una mujer AJEMA?

R: Las primeras mujeres ingresaron en la Armada hace 30 años pero no en Cuerpo General. Las que sí lo hicieron todavía son capitán de fragata, es decir que estaríamos hablando de unos 15 años para que las más antiguas alcancen la progresión profesional, establecida en nuestro marco legal de obligado cumplimiento, necesaria para llegar al cargo. A AJEMA se llega muy mayor…

«Esta es una profesión de servicio. Quien no tenga espíritu de servicio, no puede estar en la Armada»

P: Pensando en esto último, sorprende que para puestos de mando militar la edad sea esencial y que en cambio los líderes políticos en España presenten su juventud como un valor añadido frente a la experiencia.

R: Los ascensos en la Armada están basados, como comentaba antes, en leyes que aprueba el Parlamento. En nuestra profesión lo idóneo es un equilibrio entre ambas. Hay puestos que requieren ser joven y tener energía y condiciones físicas (como fuerza y resistencia para acciones de combate o mandar un submarino). Y en otros se necesita la prudencia y experiencia que da la edad.

P: El papel militar en Venezuela está teniendo una dimensión protagonista. ¿Sería posible esto en España? ¿Es la figura neutral del Rey como Jefe del Estado y las FAS una garantía?

R: Es totalmente impensable en España. La garantía de la Corona existe, claro, pero también la de la Constitución Española y el compromiso de cualquier militar español con el cumplimiento de la ley. Vivimos en un Estado de Derecho con un marco jurídico que nadie se plantea otra cosa. Está fuera de nuestra realidad.

P: Llegar a AJEMA habrá supuesto un enorme sacrificio ¿ha merecido la pena? ¿qué mensaje enviaría con su trayectoria y al frente de la Armada?

R: A mí la Armada me ha dado mucho más de lo que le he dado yo a ella. En la vida siempre hay sacrificios pero claro que compensa, con creces. Yo he tenido la suerte de acertar con mi vocación. Como balance general de una vida puedo afirmar que he disfrutado con mi profesión. Aunque no hubiese llegado a AJEMA, donde nunca me planteé llegar de inicio, la verdad.

El mensaje si lo dirijo a mis subordinados, ya lo conocen: esta es una profesión de servicio. El que no tenga espíritu de servicio aquí no puede entrar. Pero para quien crea que servir es algo honorable y positivo en la vida, compensa.