Ventajas y desventajas de un «leasing»
En textos anteriores explicamos las principales diferencias entre el leasing y el renting y cuáles eran las ventajas y desventajas de éste último. Por lo tanto, para seguir en la misma línea, a continuación desglosaremos los puntos fuertes y débiles de la otra fuente de financiación, el leasing.
Ventajas
Contratar un leasing permite tener las siguientes ventajas respecto otras formas de financiación:
– Permite financiar el total de la inversión y no tener que realizar un desembolso inicial para poder utilizar el bien: es una forma por la cual la empresa puede usar el bien y proseguir con la actividad. Cuando se adquiere un determinado bien, es habitual que una parte del coste se tenga que pagar al momento y que la financiación se dé por un porcentaje del total del valor del bien. En este caso, el importe de la cuota incluye el 100% del bien.
– Se puede contabilizar sobre el bien una amortización: al considerarse como un gasto, provoca una disminución del importe a pagar por impuestos al reducir los beneficios de la empresa.
– Al final del contrato, existe la opción de quedarse el bien en propiedad: si el bien ha funcionado y ha dado el resultado esperado, la compañía puede adquirir la totalidad del bien por el valor residual (la diferencia entre lo que cuesta y lo que se ha ido pagando por él durante la vigencia del contrato de leasing).
– No consta como un aumento de deuda: por lo tanto, en caso que la empresa decida emprender nuevas inversiones, no le penalizará como una mayor deuda en los cálculos que realizarán las entidades de crédito.
– Facilita la posibilidad de adaptarse rápidamente a los cambios tecnológicos: si sucede un cambio en el sector, la adquisición por leasing permite adaptarse al momento y no tener que desarrollar nada propio que alargue poder ponerse al día respecto la competencia.
Desventajas
Por el contrario, un contrato de leasing también comporta algunas desventajas:
– Es una fuente de financiación cara: el importe mensual al cual se hará frente será normalmente superior al que se tendría que asumir en caso de haberlo adquirido mediante deuda con una entidad de crédito.
– Solamente puede conseguirse la propiedad del bien una vez acabado el contrato: la empresa, en caso que quiera quedarse en propiedad el bien antes que finalice la relación contractual, no podrá hacerlo.
– El pago es el mismo durante todo el periodo, aunque el bien no rinda igual que en un principio: puede pasar que, consecuencia de una innovación en el sector donde se opera, el bien que se ha adquirido por leasing haya quedado obsoleto por otros que permiten un nivel de productividad más alto. En este contexto, la empresa no podrá sustituirlo antes de la finalización de contrato y deberá estar pagando la misma cantidad cada mes aunque aquel bien que están utilizando haya bajado de valor. También puede pasar que el plazo cuando el bien empieza a rendir menos sea más reducido de lo esperado y que haya que cargar con una menor productividad durante todo aquel tiempo.
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