Economía
OPINIÓN

¡Poder y mercado!

Nuestro mundo ha entrado en una espiral más peligrosa que la inflacionista, la de una estupidez que pretende ser el legado

¡El vergonzoso poder coercitivo del Estado!

“Si realmente queremos mejorar el mundo, debemos mirar más allá del gobierno. Las soluciones reales no están en el poder, sino en el mercado”. Murray Rothbard.

No les negaré que uno de mis mentores intelectuales ha sido el gran Murray Rothbard, férreo defensor de la libertad y radical en la creencia anarco-capitalista que comparto, donde defendía de una manera implacable la reducción del Estado a la mínima expresión en pro de la libertad y de la prosperidad de los seres humanos.

Murray nos enseñó que la intervención del gobierno en la economía, en lugar de mejorar la situación económica de las personas, nos conduce a una serie de problemas, como son el aumento de los precios, la falta de innovación y la ineficiencia. El gobierno monopoliza la protección legal y la aplicación de la ley, lo cual les lleva siempre a corromperse y a abusar del poder de manera sistémica.

En lugar de la regulación gubernamental, el libre mercado y la competencia permiten a los consumidores tomar decisiones informadas y fomentar la innovación y la eficiencia en la economía. Sin duda, estos dos pilares; el libre mercado y la competencia, son mejores soluciones para los problemas económicos si entendemos la economía como eje central de toda organización social.

Bajo mi punto de vista, cualquier forma de intervención gubernamental en la economía es perjudicial para la sociedad en su conjunto. El intervencionismo distorsiona los precios como estamos viendo hoy en día, así como las “señales de mercado”, lo que conlleva a una proyección ineficiente de los recursos y a una disminución de la prosperidad económica. El poder político y el poder económico son dos caras de la misma moneda ya que la intervención del gobierno en la economía a menudo sirve a los intereses de los poderosos en detrimento de los más pobres y vulnerables. El poder, por lo tanto, es una herramienta peligrosa que puede ser utilizada por el gobierno y por otras instituciones para coaccionar a las personas y controlar sus vidas.

Como sabemos, el poder es inherentemente corrupto y cualquier entidad que lo posea está inclinada a utilizarlo en beneficio propio, en lugar de para el bienestar de la sociedad en general ¡no caerá esa breva! Es por este motivo por el que el poder puede ser peligroso en manos de personas que creen que actúan por el bien común, ya que pueden justificar acciones inmorales y perjudiciales en nombre del interés público. En lugar de confianza en el poder del gobierno, abogo sin duda por la descentralización del poder, la promoción del libre mercado y la competencia para resolver los problemas económicos y sociales.

El poder no debe ser utilizado como un medio para controlar a las personas, sino como medio para proteger sus derechos y libertades individuales. Pero en esencia, la corruptibilidad del ser humano nos hace especialmente vulnerables a su defecto de forma y, por ende, a la perversión de un poder utópico redentor que corrompido termina quitando libertades.

Mi querido Mr. Market, sin embargo, es la mejor manera de asignar recursos y producir bienes y servicios que satisfagan las necesidades y deseos de las personas, de todos nosotros y de nuestras familias. El mercado libre permite que los consumidores elijan libremente qué comprar y qué no, y que los productores compitan por su negocio, lo que conduce a la innovación, a la eficiencia, y a la mejora constante de la calidad y el valor de los productos y servicios. El libre mercado es el mejor mecanismo para fijar precios, ya que los precios son determinados por la oferta y la demanda en lugar de ser fijados arbitrariamente por el gobierno o por cualquier otra entidad. El mercado en libertad no sólo es eficiente, sino también moralmente justificable, ya que se basa en el derecho natural de la propiedad privada.

En resumen, el mercado libre es la mejor manera de promover la prosperidad económica y la libertad individual, y cualquier intervención gubernamental en dicho mercado debe ser vista con escepticismo y cautela, al menos sólo os pido eso.

Queridos fieles lectores, si realmente queremos mejorar el mundo, debemos mirar más allá del gobierno. Las soluciones reales no están en el poder, sino en el mercado y es fundamental que entendamos que más allá de las palabras, la comunicación y en definitiva el populismo, existe una única realidad y es la utópica creencia de que dejar el liderazgo del presupuesto público en manos de la democracia es el único derecho que tenemos, pero en realidad es un efecto que se balancea entre la resignación y la irresponsabilidad del que ni quiere ni piensa en romper el ‘statu quo’ establecido.

Dicho todo lo cual, a mí me parece que nuestro mundo ha entrado en una espiral más peligrosa que la inflacionista, la espiral de una estupidez que pretende ser el legado de toda una generación aburrida de creer y cansada de esperar. Pero eso sí, radicalizada más en la populista opinión interesada de que el defecto no está en el poder sino en aquél que lo ostenta, y éste queridos míos, es sin duda el peor de los defectos en el que como sociedad estamos sumidos.

Al fin y al cabo, no deberíamos pasar por alto que cada uno de nosotros nacemos libres, responsables y sin excusas. Y que las cadenas de la esclavitud solamente ataban las manos: es la mente lo que hace al hombre libre o esclavo. Hoy poder y mercado es lo mismo que corrupción o libertad. ¿Es la libertad un lujo que pocos pueden permitirse? Abran juego señores.

Gisela Turazzini, Blackbird Bank Founder CEO.