Economía
Crisis en Ucrania

Nuevo frente en el conflicto con Rusia: EEUU sopesa dejar a Putin sin chips

Estados Unidos podría estar contemplando imponer prohibiciones a sus fabricantes de chips para que no exporten esta tecnología a Rusia en caso de que el presidente del país, Vladimir Putin, finalmente decida la invasión militar de Ucrania, en un intento de disuadir al mandatario ruso de iniciar un conflicto armado.

El objetivo: herir gravemente a la economía rusa, que apenas produce internamente semiconductores, lo que podría frenar el acceso del país a los suministros electrónicos globales. La medida no ha sido confirmada oficialmente por la Administración Biden, que sí ha reconocido que trabaja en distintas opciones que llevan aparejadas restricciones.

En su afán por causar un castigo sin precedentes, Washington utilizaría un instrumento que nunca ha aplicado contra otro país: la llamada «Foreign-Produced Direct Product Rule» (Regla de productos producidos en el extranjero, en español) que limitaría el acceso de Rusia a chips o productos con circuitos integrados. Sí que recurrió, bajo el mandato de Donald Trump, a una postura similar en 2020 con la china Huawei, cuyos ingresos se desplomaron el año pasado, en medio de las acusaciones de espionaje vertidas sobre la empresa tecnológica, que presuntamente había utilizado su infraestructura para obtener acceso a secretos industriales, datos de los usuarios y otra información confidencial.

La regulación se basa en la amenaza implícita de que las empresas que dependen de la tecnología o el software de Estados Unidos para producir sus productos, incluso si los componentes físicos de los productos son producidos fuera de este país, podrían verse privados de licencias o equipos cruciales si se niegan a cumplir la prohibición de exportación estadounidense.

Impacto en la economía rusa

Según expertos en la industria de los microprocesadores consultados por OKDIARIO, Rusia cuenta con fábricas de semiconductores propias con tecnología alemana y solamente hacen diseños o chips basados en la IP de ARM, que es tecnología de Reino Unido y permite una mayor eficiencia energética en el consumo del chip.

Es decir, no dependen de ningún componente estadounidense para la fabricación de sus chips. Sin embargo, el problema podría venir para Rusia si Estados Unidos establece vetos a través de Taiwán, que también les fabrica diseños, por lo que podrían tener ciertas restricciones que lastrarían a los sectores del automóvil y de maquinaria industrial. Como es sabido, Estados Unidos goza de una relación larga y fluida con la isla, con la que mantiene el compromiso de defenderla si China intentara invadirla, un temor que suele resurgir periódicamente ante la vieja ambición de Pekín de reunificar la República Popular con este territorio, que se gobierna de forma autónoma desde que los nacionalistas del Kuomintang (KMT) se replegaran allí en 1949 tras perder la guerra civil contra los comunistas. Además, Estados Unidos cuenta en la isla con presencia militar para entrenar al Ejército taiwanés.

Por otra parte, si, por ejemplo, Reino Unido bloqueara el uso de su IP de ARM con la que suelen trabajar, Rusia no tendría alternativa para alimentar energéticamente los chips para que puedan funcionar.

Por tanto, en un primer momento, la industria rusa sería la primera damnificada y después los ciudadanos, ya que los semiconductores son de silicio y están presentes en cualquier aparato electrónico: desde un teléfono móvil, a un ordenador, a los frigoríficos o a un secador de pelo. En general, la economía del país se vería muy afectada puesto que se paralizaría el crecimiento.

«El bloqueo de Estados Unidos viene con todos los accesorios, no es únicamente lo que fabrica en Estados Unidos, sino las máquinas con las que se fabrican los semiconductores», advierten estas fuentes del sector de semiconductores. Y rememoran lo que ya ocurrió durante la guerra comercial entre Estados Unidos y China, en la que el fabricante de máquinas para circuitos integrados holandés ASML -entre cuyos clientes se encuentran líderes de la industria como la taiwanesa TSMC, la surcoreana Samsung y el grupo estadounidense Intel- decidió no vender equipos al gigante asiático. El resultado fue que en China se vieron abocados a fabricar móviles únicamente en el mercado nacional porque «Huawei no tenía acceso a los procesadores que incorporan los teléfonos móviles y no podía competir con nadie, salió del 5G a nivel mundial, perdió todo lo que había conquistado en los ultimos años y dejó de ser un factor de cambio en el mundo», recuerdan.  «Cuando Estados Unidos da una orden de ese tipo, el impacto es fuerte», aseguran.

Los Gobiernos cada vez son más conscientes de la importancia de los chips para sus economías. La semana pasada, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció que la institución presentará «a principios de febrero» su propuesta legislativa para una «ley europea de chips», con la que quiere reducir la dependencia del bloque en las importaciones de esta tecnología clave desde terceros países, principalmente de Asia.

«No tenemos tiempo que perder», afirmó, lo que denota la urgencia en un tema tan sensible para la economía como los chips. Von der Leyen recordó que la meta es que el 20% de la producción mundial de microchips en 2030 se realice en Europa, lo que significa «cuadriplicar» la fabricación dentro de las fronteras del bloque.

A su juicio, la UE sufre en la actualidad una dependencia «que simplemente no se puede permitir» en la importación de semiconductores . Con esta ley se busca progresar en áreas como el fortalecimiento de la capacidad de investigación e innovación. La producción de chips, sobre todo los usados para computación avanzada, está dominada por Estados Unidos, Japón, Corea del Sur y Taiwán.