Economía

El CEO de DIA, Ricardo Currás, abandonará la compañía ante la inminente venta

La venta de DIA ya es una realidad -no tangible-. Desde trabajadores, hasta directivos, pasando por inversores, son conscientes de que el futuro del grupo de distribución pasa por el traspaso, o bien al magnate Fridman, o bien a Amazon, cuyo interés desveló este periódico. En estas, Ricardo Currás, el hombre que dirige la compañía como consejero delegado, seguirá los pasos de Ana María Llopis y Juan María Nin: abandonará la empresa por las intenciones de venta.

Fuentes próximas a Currás aseguran que quien todavía ostenta el cargo de CEO de DIA sólo espera a cobrar al completo sus retribuciones variables que corresponden al período comprendido entre 2016 y 2018 para anunciar su adiós.

Ricado Currás, con un sueldo de 600.000 euros al año, lleva tiempo meditando la salida de DIA, pese a que ha insistido en todo momento en desmentirlo -lógico, por otro lado, pues de no ser así tendría que decírselo a la CNMV, no a los periodistas-. Pero ha sido la intención firme de vender la empresa por parte del Consejo la que ha terminado con la paciencia del CEO del grupo, que ya ha tomado la decisión de salir y cerrar la puerta por fuera.

Currás, Llopis y Nin tenían un ‘sueño’. Y no era otro que adaptar DIA a los nuevos tiempos para poder competir con la amenaza de Amazon. Ellos se veían capaces, y también veían con posibilidades al grupo. Pero las continuas embestidas de Fridman -accionista mayoritario- y los flirteos con Amazon han sido la gota que ha colmado el vaso.

Las negociaciones con Amazon, aunque informales, siguen avanzando a buen ritmo, tal y como informó OKDIARIO. Mientras que Fridman podría subir el ritmo de compra ante la amenaza del gigante tecnológico. Nadie sabe cuál puede ser ahora la estrategia del magnate, pero lo que está claro es que a DIA le queda muy poco recorrido en solitario. Su futuro está decidido y pasa por la venta. No hay debate. Y quien lo tenga, ya ha salido o está próximo a anunciar su adiós, como es el caso de Currás.