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CaixaBank y Mapfre abren la puerta a otras emisiones de deuda gracias al efecto de las sanciones a Rusia

Tras una etapa de volatilidad en los mercados de deuda corporativa provocada por la invasión de Rusia en Ucrania, algunos grandes emisores han aprovechado recientemente para colocar sus bonos ante la calma infundida entre los inversores por las sanciones impuestas al régimen de Vladimir Putin, lo que está abriendo una nueva ventana de oportunidad para que otras empresas sigan el mismo camino en las próximas fechas, según explican fuentes del mercado consultadas por OKDIARIO.

Es el caso de CaixaBank y Mapfre, que esta semana han emitido con éxito deuda por valor de 1.000 millones a cuatro años y 500 millones a ocho años, respectivamente. Según distintas fuentes financieras, lo que buscan es anticiparse a un posible encarecimiento de este tipo de transacciones en los próximos meses por la actual situación económica, marcada por la elevada inflación y la incertidumbre por el conflicto bélico, ante la posibilidad de que la inestabilidad se agrave. Y, por supuesto, teniendo en cuenta que la normalización de la política monetaria parece inexorable, con el IPC de Alemania en máximos de 40 años. Precisamente, esa perspectiva ya llevó a que muchas empresas cubrieran una parte sustancial de sus programas de emisión de deuda en enero y febrero para evitar pagar más por estas operaciones en el futuro.

Sin ir más lejos, las actas de la última reunión del Banco Central Europeo publicadas el jueves mostraron un tono más agresivo por parte de sus miembros, con la inflación como principal preocupación, y algunos economistas esperan que suba los tipos incluso dos veces este año -en septiembre y diciembre-. «No se puede descartar nada», dijo a este diario Carsten Brzeski, jefe de análisis macroeconómico de ING.

En ese contexto, CaixaBank realizó el pasado 29 de marzo otra emisión por valor de 500 millones de libras esterlinas a seis años ante la mejoría del mercado «tras semanas de volatilidad y mercados tensionados», indicó el banco en una nota de prensa. La entidad, por tanto, ha encadenado dos transacciones similares prácticamente seguidas, lo que denota cierta premura por no dejar escapar el momento ante la duda de que la situación vuelva a empeorar.

Varias fuentes del mercado constatan que en las emisiones de deuda han pesado últimamente el deterioro generalizado en la previsiones de crecimiento de la zona euro y de España para 2022, así como la inquietud por el conflicto de Ucrania, hasta tal punto que en el primer trimestre se ha experimentado «una reducción de la actividad de aproximadamente el 30% en comparación con el mismo periodo de 2021», añaden las fuentes.

«Se había producido un parón momentáneo en la fase más aguda de la invasión, pero los que tenían planes de salir al mercado los han retomado», indican, lo cual se notó especialmente con la respuesta internacional en forma de sanciones a Rusia.

Las primeras emisiones, con vencimientos más cortos, menos sensibles al precio y con primas de emisión más altas para atraer a los inversores, llegaron a mediados de marzo de la mano de compañías de corte defensivo como las utilities, detallan las fuentes. No obstante,  «a medida que se ha ido desarrollando la situación, los inversores empezaron a mostrar más interés, abriendo el mercado», apuntan.

Apetito inversor selectivo

Cabe matizar que esa mejoría de las condiciones del mercado -para algunos productos, no para todos- respecto a hace un mes tampoco ha sido generalizada. «Sí, hay oportunidades, y algunos emisores las están aprovechando», comentan las fuentes.

En otras palabras, el apetito inversor está presente, pero es selectivo, siempre con la premisa de dotar a las carteras de una rentabilidad razonable, explican. Así, los grandes emisores siempre lo tienen más fácil porque cuentan con más capacidad de colocación, al apoyarse en una base de bancos de inversión que diseminan la deuda geográficamente, agregan.

Mapfre, por ejemplo, gozó en su emisión de deuda subordinada de 500 millones de esta semana de «una entrada potente de inversores interesados» y llegó a tener una demanda superior a los 2.000 millones de euros en algún momento, antes de que se ajustaran las condiciones de la transacción a medida que unos inversores iban reconfirmando sus órdenes y otros no, dijeron fuentes del mercado a este periódico. «Hay apetito por emisiones de calidad y Mapfre es una entidad muy solvente», resaltaron.

Fernando Mata, director financiero de la compañía, dijo en un comunicado que la operación demostró «la confianza de los inversores institucionales en Mapfre» y destacó las condiciones «muy satisfactorias» que se cerraron, «incluso en un contexto de mercado complejo como el actual”.

El éxito de la transacción se reflejó en la rebaja del interés pagado con respecto a operaciones anteriores -del 3,009% frente al 4,125% en agosto de 2018- y en la elevada demanda, que rebasó los 1.700 millones de euros, con una gran diversificación, que permitió colocar la emisión entre más de 90 inversores institucionales de distintos países europeos, sobre todo de Francia y Reino Unido.

En la emisión de 1.000 millones del bono sénior no preferente de CaixaBank, a la que acudieron 125 inversores institucionales, la demanda llegó a superar los 1.800 millones de euros y el tipo de interés se redujo en 25 puntos básicos, hasta el midswap +80 pbs. En la transacción se unieron dos factores, subrayan fuentes financieras: la mayor estabilidad del mercado y el gran reconocimiento que tiene CaixaBank entre los inversores.

Tras estas operaciones, «tiene sentido que haya más emisiones en los próximos días», pronostican fuentes del mercado. «Habrá que ver si hay emisores de tamaño mediano que también lo consiguen», agregan otras. Con todo, los inversores siguen cautelosos ante las consecuencias económicas de la invasión y los movimientos de tipos por parte de los bancos centrales, según Societe Generale.