Economía

La caída del crudo empuja a Arabia Saudí a una reforma económica en la que contar con la mujer

En la serie de Sorrentino, “The Young Pope”, el Papa Pío XIII pregunta a uno de sus semejantes dónde se han ido Esther, Peter y el pequeño Pío; una familia que vive en el Vaticano. Su acompañante responde a Jude Law, el actor que interpreta al Papa, que se han ido a Ostia a vivir en una casa en la playa. “Santo Padre, la vida en el Vaticano no es muy divertida para la gente joven”, le responde.

Salvando las distancias, algo así podríamos decir que ocurre en Arabia Saudita, un reino donde están prohibidos los teatros, cines, bares o discotecas; a pesar de que más de la mitad de la población tiene menos de 25 años. Las familias y los jóvenes que buscan diversión y entretenimiento deben trasladarse a Dubái o Bahréin.

Además, los agentes del Comité para el Fomento de la Virtud y el Vicio, más conocida como policía religiosa, recorre a diario las calles del país a la caza del pecado y la tentación. Ostentan poder, sin embargo, desde el mes de abril el Gobierno les quitó la potestad para perseguir y arrestar a los ciudadanos que les desafían.

Hernán Sánchez, analista de CMC Markets, cree que el cambio que se pretende “es muy acertado porque el país puede tener la amenaza de otras fuentes de energía”. Se apuesta por una fuerte terapia de choque para paliar el desgaste económico de Arabia Saudí, el Gobierno está relajando las normas de divertimento de una sociedad ultra conservadora donde la música es una irreverencia. Un propósito ambicioso de un hombre fuerte del Reino que ha defendido la presencia de la mujer en el mercado laboral, otro de los puntos clave de las intenciones del príncipe heredero.

Es por ello que Mohámed bin Salmán (MBS), príncipe heredero de 31 años, quiere apostar fuerte por la industria del ocio, un sector marginado e inexistente en el país saudita. El heredero es el abanderado de ‘Visión 2030’, un plan que contempla un nuevo modelo económico post-petróleo donde la industria del ocio, junto a la creación de un fondo soberano y la privatización de Aramco (petrolera estatal), sea uno de los puntales. “Estamos decididos a construir un país próspero en el que todos los ciudadanos puedan cumplir sus sueños, esperanzas y ambiciones”, rezaba el documento presentado en 2016.

Con ‘Visión 2030’ se pretende que en cuatro años haya aproximadamente 500 centros de ocio y cultura en el país, crear 100.000 puestos de trabajo, aumentar el gasto público en subsidios y aumentar el gasto de las familias hasta un 6%. “Será un vehículo económico, una manera de crecer”, ha concluido la recién creada Autoridad General de Entretenimiento, Amr AlMadani.

Un plan cargado de buenas intenciones complicadas de hacer efectivas

Un plan cargado de buenas intenciones, que, sin embargo, será complicado de llevar a cabo porque no solo debe realizar fuertes inversiones para ayudar a crear empresas en sectores en que actualmente no existen, sino que “también quiere conseguir un cambio en la sociedad, en el empleo y en el consumo, que a su vez dependen de muchas variables macroeconómicas”, recuerda Sánchez,

La economía del país se ha resentido en los últimos años con la depreciación del precio del crudo y han tenido que tomar medidas inauditas hasta el momento: imponer presión fiscal sobre los ciudadanos, bajar los sueldos de los ministros o emitir deuda pública para poder financiarse. Actualmente tiene una deuda pública de 98.000 millones de dólares y el 45% de su PIB viene de la mano del petróleo. Una debilidad de la economía actual es que el país proporciona una serie de servicios gratuitos como la sanidad, educación, seguridad o rentas vitalicias que hacen que el coste soportado por el Gobierno empiece a ser insostenible.

El reciente pacto de la OPEP para congelar la producción del crudo está animando el precio hasta los 60 dólares, pero las autoridades sauditas pretenden diversificar los huevos de la cesta. “No creo que Arabia Saudí esté con el agua al cuello, es una manera de comenzar a abrirse económicamente al mundo”, explica Felipe López-Gálvez, analista de Self Bank, “pero es una manera de abrirse al mundo”.

Una apertura a nuevas costumbres menos conservadoras y más occidentales que podrán experimentar, si los planes de Salmán salen como planea será una verdadera revolución social, económica y cultural. No hay duda de que ha sido la depreciación del precio del petróleo la culpable de que el Gobierno a contemplar nuevas posibilidades económicas, pero no hay mal que por bien no venga.