Economía

Los bajistas huyeron del Popular antes del rescate: las posiciones cortas se redujeron hasta el 9,77%

Los inversores bajistas no esperaron a que la crisis del Banco Popular estallase y culminara con la compra por parte del Santander: las posiciones cortas en la entidad pasaron de representar el 12,06% del capital total de la entidad al 9,77%, según consta en las comunicaciones realizadas a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) hasta el pasado 9 de junio, cuando la entidad ya pertenecía a Ana Botín.

En el momento de resolución del Banco Popular, Samlyn Capital era la firma que tenía un mayor volumen de posiciones bajistas sobre el banco, con un 1,8% del capital de la entidad declarado a fecha del pasado 24 de mayo.

Le sigue de cerca Marshall Wace LLP, entidad que declaró el pasado 5 de junio posiciones cortas por el 1,68% del capital de Popular. Desde el pasado 26 de mayo, redujo su posición del 1,97% al 1,68%.

Por su parte, Melqart Asset Management declaró el pasado 6 de junio, el último día en el que cotizó el Popular, posiciones cortas por el 0,7% del capital de la entidad.

El acuerdo de resolución de Banco Popular por parte del Santander supone la pérdida del capital por parte de los accionistas de la entidad que es rescatada, así como de los bonistas que habían invertido en instrumentos de renta fija subordinada del banco (incluidos los que tenían deuda convertible, los conocidos como Cocos).

La CNMV exige conocer las posiciones cortas

Desde el año 2010, la CNMV exige que se le comunique toda posición corta sobre cualquier cotizada española que exceda al 0,2% del capital social y hace públicas las que superen el 0,5% del capital.

La toma de posiciones cortas es una operativa bursátil que utilizan los inversores cuando prevén que el mercado va a bajar o está sujeto a mucha volatilidad.

En líneas generales, consiste en pedir prestadas acciones de una entidad a cambio de un alquiler con la intención de venderlas y posteriormente recomprarlas más baratas. El precio obtenido por la venta de los títulos compensaría con creces el alquiler y la posterior compra.