Así se gestó la compra de Tiffany: una confidencia de Arnault a Trump y una cita en el célebre The Clocktower
El vaticinio de Audrey Hepburn sobre la gran alianza de Louis Vuitton y Tiffany
Las mujeres modernas castigan las ventas de Tiffany
Tiffany, con sede en Nueva York y fundada en 1837 por Charles Lewis Tiffany, ahora tiene un poco más del chic francés en su ADN. Nació neoyorquina, es cierto, pero tras la compra por parte del grupo del lujo LVMH, propiedad del multimillonario Bernard Arnault, por 14.700 millones de euros, la marca de joyería célebre en el mundo gracias a las cajas azules con anillos de compromiso y a Audrey Hepburn y George Peppard en ‘Desayuno con diamantes’ pasa a formar parte del conglomerado galo.
Un movimiento de Arnault que, por otra parte, el presidente de EEUU, Donald Trump, ya conocía porque es un dato que ha revelado el mismísimo adinerado francés –posee una fortuna de más de 100 mil millones de euros, según ‘Forbes’ y es amigo del ex presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, tanto es así que fue testigo en su boda con Carla Bruni– sólo un día más tarde de cerrar el trato.
El directivo de LVMH comentó a Trump en la inauguración de una fábrica de cuero de Louis Vuitton en Texas en octubre que iba a cerrar una operación empresarial muy importante en suelo norteamericano, aunque, eso sí, no le reveló ni la marca Tiffany, ni mucho menos el secreto de las negociaciones. «Le comenté al presidente que compraría algo significativo en EEUU, pero no le dije el nombre», ha comentado Arnault.
Dos días antes de la inauguración de la citada factoría, Arnault, según revela Financial Times, mandó a Antonio Belloni, directivo del grupo, a una comida de negocios en el prestigioso restaurante The Clocktower –en el hotel Edition con una estrella Michelín– con Alessandro Bogliolo, director ejecutivo de Tiffany, para presentarle la última oferta de LVMH.
En esa misma comida, según el análisis del periódico financiero, el directivo del conglomerado del lujo expuso a Bogliolo los beneficios de vender la marca Tiffany porque, al contrario que la compañía con sede en EEUU, LVMH sí podría hacer inversiones a largo plazo que hicieran brillar de nuevo las joyas de Tiffany, sobre todo, en el ‘Santo Grial’ del lujo: Asia.
No obstante, y a pesar de la bajada de ingresos de Tiffany en los últimos años debido a los cambios en el modo de consumir de los clientes –menos bodas, menos compromisos y, por lo tanto, menos anillos–, así como la irrupción de la mujer moderna que se compra sus propias joyas y no esperan a los regalos de sus parejas, Tiffany determinó que la oferta de LVMH era demasiado baja.
A principio de noviembre Arnault subió su apuesta de manera informal hasta que, finalmente, se cerró la operación –que se concluirá a mediados de 2020– en 135 dólares por acción, es decir, una prima del 37% sobre el actual precio de las acciones de Tiffany y un aumento de la oferta inicial de alrededor de 600 millones de dólares
«Tiffany es un icono de EEUU, durante mucho tiempo ha estado en nuestra de lista de marcas potenciales que podrían encajar en nuestra cartera de marcas de lujo. Es la única casa de lujo de suelo estadounidense con una historia larga y real», declaraba Arnault a FT este lunes cuando se conoció que el gigante galo se hacía con la joyería en la que «nada malo puede ocurrirte».
Arnault, un hombre de negocios que casi nunca pierde
Es ambicioso y quiere que su grupo del lujo sea el mejor y el más potente del mundo. Arnault pocas veces pierde en el terreno de los negocios, al menos a tenor de las adquisiciones que ha ganado a sus competidores en el sector. Ni siquiera, según NYTimes, le gusta perder al tenis cuando juega con el campeón de la pista Roger Federer.
En los años 90 disputó a Kering, entonces llamada PPR, propiedad de François Pinault –marido de Salma Hayek– la marca de moda italiana Gucci y la perdió. En 2010 compró acciones de Hermès y rentabilizó muy bien la inversión, aunque se enemistó de manera pública con el director ejecutivo, Patrick Thomas.
Todo apunta, de todos modos, a que Tiffany sólo es una marca más dentro de LVMH porque, se rumorea, su ambición va mucho más allá. Ha firmado un acuerdo con la firma británica Stella McCartney por su apuesta por la sostenibilidad, otro acuerdo comercial con Rihanna o reabrirá los prestigiosos grandes almacenes La Samaritaine, a orillas del Sena, en París, entre otros planes empresariales.
Sin embargo, según el mercado y los medios galos, Arnault tiene un anhelo y se llama Chanel. Sólo el tiempo dirá si la marca de Gabrielle Chanel dejará de ser independiente o se unirá a la tendencia de la concentración del sector.
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