El Real Madrid ya ha disputado 87 partidos oficiales esta temporada y aspira que el 88º no sea el último. Para ello, está obligado a ganar este martes al Barcelona (21.00 horas) en el tercer partido de la final de la Liga Endesa. Contará con el apoyo de un WiZink Center abrasivo, decidido a inyectar vida a su equipo frente a un rival que atesora tres bolas de partidos tras su doble triunfo en el Palau Blaugrana.
El Madrid está completamente aprisionado contra las cuerdas y no es la primera vez esta temporada. Ya le ocurrió en la eliminatoria de Euroliga ante el Partizan de Belgrado, que también llegó a dominar aquella serie por 2-0 y acabó eliminado. Las tres victorias seguidas del equipo blanco le dieron el pase a la Final Four y lo acabaron disparando a por la undécima Copa de Europa.
Nadia había logrado nunca una remontada de ese calibre en la Euroliga, igual que nadie ha volteado nunca un 0-2 adverso en la final de la Liga Endesa. En 16 precedentes empezó con dos victorias el equipo que tenía ventaja de campo y en los 16 se acabó llevando el título el campeón de la fase regular.
«Es una final sin red. Cuando vistes esta camiseta, rendirse no es una opción», arenga Sergio Llull, el héroe de Kaunas y que no pudo repetir canasta triunfal en el segundo partido del Palau, donde estuvo doblemente defendido en la jugada final. El gran último cuarto del capitán estuvo a punto de darle el triunfo al Madrid, pero murió en la orilla, más cerca imposible (86-85).
Musa y Mirotic, las dos caras
Para sumar la primera victoria, esa que permita empezar a soñar con la remontada, Chus Mateo necesita que den un paso adelante jugadores importantes como Dzanan Musa o Guerschon Yabusele, que están rindiendo bastante por debajo de su mejor versión. En defensa, la principal misión es amortiguar el impacto de Mirotic, que se ha tomado esta final como una misión personal para demostrar que el Barcelona está muy equivocado con su futuro.