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Los rojiblancos se lo quedarán por 20 millones más variables

El timo del Atlético al Barça por Griezmann: 105 millones por una cesión de dos años

El Barcelona pierde 105 millones de euros por las dos temporadas que Griezmann ha estado en el Camp Nou, tras cerrar el acuerdo de compra de 20 millones más variables con el Atlético

El Barcelona analiza su ruina económica: «Sin las palancas hubiéramos perdido 200 millones»

Se acerca el acuerdo con Griezmann

El resumen delata la operación más ruinosa de la historia del Barça. Antoine Griezmann ha jugado dos años en el Camp Nou. El coste de su fichaje fue de 135 millones de euros. El Atlético de Madrid, que fue quien lo traspasó en el verano de 2019, adquirirá ahora sus derechos en propiedad por 20 millones después de pagar el año pasado 10 millones por su cesión. Perdió dos temporadas al jugador francés, pero le ha valido la pena. Ahora tiene sus derechos hasta 2027 y ha sacado un beneficio de 105 millones de euros. Increíble, pero cierto.

O el Atlético ha jugado muy bien sus cartas en el caso Griezmann o el Barcelona cometió en época de Bartomeu un error de despacho que pasará a los anales del museo de los horrores. El bajísimo rendimiento del francés en el Camp Nou, unido a un salario estratosférico de 95 millones de euros brutos desde 2019 hasta 2024, que podían dispararse hasta casi el doble en función de objetivos, han obligado a Laporta y a Alemany a aceptar las condiciones que les ha puesto sobre la mesa Gil Marín porque en caso de no hacerlo las consecuencias eran aún peores: el regreso del jugador para cumplir el año que aún le quedaba de contrato quebraba el delicado balance sobre el que se mueve la economía azulgrana ya que para el curso 23-24 tenía firmado un mínimo de 21 millones de euros que se incrementaban sensiblemente en forma de bonus.

El Atlético de Madrid ha sido sin ningún género de dudas el ganador absoluto en esta historia. En 2018, antes del Mundial de Rusia, le renovó contrato por 36 millones de euros anuales brutos, lo que dejaba al futbolista con una ganancia de algo más de 17 netos. Una fortuna que, en caso de haberse mantenido, habría hipotecado sin remedio al club.

Por suerte apareció el Barcelona, que el año anterior había intentado ficharle en vano, pero que ahora sí tuvo éxito. Griezmann sucumbió a la tentación de jugar junto a Messi y aceptó una sustancial rebaja de salario. Cobró 5 millones de euros como prima de fichaje y firmó un contrato por cinco temporadas, confiado en que los éxitos deportivos se tradujeran en bonus que le permitieran compensar el dinero perdido en el Atlético.

Bartomeu, que presentó al jugador junto a Eric Abidal, depositó en la Liga la cláusula de rescisión de Griezmann, que era de 120 millones de euros, pero de inmediato el Atlético anunció que estaba preparando una demanda porque disponía de pruebas que demostraban que el Barcelona había negociado con el francés durante la temporada, por lo que en consecuencia la cláusula era de 200 millones, cantidad estipulada para que el delantero abandonara el Metropolitano antes del 30 de junio de 2019, fecha en la que el precio minoraba en 80 millones de euros. Al final hubo acuerdo entre club y el Barcelona aceptó pagar 15 millones más. La operación, en total, le salió por 135 millones de euros.

El Atlético invirtió 126 de esos millones en fichar a Joao Félix y, aparentemente, cerró el ciclo de Griezmann en el club. Sin embargo el fútbol da muchas vueltas y ya desde el principio se hizo evidente que el francés se sentía incómodo en el Barcelona, oscurecido por la estela de Messi. Pasó de titular a suplente, fue perdiendo cada vez más protagonismo y además el equipo sólo ganó una Copa del Rey durante los dos años de permanencia del campeón del mundo. En consecuencia eso se tradujo en no ingresar buena parte de los generosos bonus que tenía firmados por objetivos, y que era lo que le permitía igualar o incluso mejorar el salario que tenía en Madrid.

Una rebaja obligatoria

Poco a poco los caminos de Griezmann y el Atlético volvieron a converger de la mano de Diego Pablo Simeone, abnegado defensor del francés. El argentino llegó un día al club y le explicó a Gil Marín que Antoine quería volver. Al CEO la idea no le entusiasmó, pero el Cholo tiene mando en plaza. Era Griezmann sí o sí.

El primer intento fue tratar de formular un trueque con Saúl, pero Mateu Alemany se negó al trato convencido de que el ilicitano no volvería a ser el de antes. Los acontecimientos demuestran que, al menos de momento, no se ha equivocado. La operación pareció morir en algún cajón del Camp Nou pero, sorprendentemente, las negociaciones se reanudaron el último día de mercado porque el Barcelona se dio cuenta de que era la única forma de cuadrar cuentas. O eso, o la ruina.

El trato fue simple: cesión por dos años, a 10 millones el primero y 40 de compra obligatoria al finalizar el segundo si el jugador disputaba el 50% de los partidos. Una cláusula que parecía simple, pero que en realidad ocultaba una trampa que ha conseguido poner al Barcelona entre la espada y la pared.

El segundo éxito del Atlético fue convencer a Griezmann de que aceptara una rebaja de su salario. La situación había cambiado y el club, que acababa de hacer frente a la mayor ampliación de capital de su historia, no estaba en condiciones de afrontar un salario superior a los 20 millones de euros por temporada. El francés, arrepentido por haberse marchado al Barcelona y ansioso por volver a cobijarse bajo los brazos de Simeone, dijo de inmediato que sí.

La primera temporada de Antoine en su segunda etapa rojiblanca no fue buena. Le marcó al Rayo Majadahonda en enero, en la Copa del Rey, y ya no volvió a hacerlo ni una sola vez más en los cinco meses que quedaban para completar el curso. Además sufrió un verdadero calvario con las lesiones, con varias recaídas incluidas, algo poco habitual en él. Pronto el Cholo se quedó solo defendiéndole. En el club eran más partidarios de buscar una salida, ya fuera devolviéndole al Barcelona o buscando un traspaso fuera, pero el entrenador se puso de nuevo firme y exigió la continuidad del francés.

Gil Marín, que sabe que con Simeone sólo puede llegar hasta ciertos límites, acabó aceptando los deseos de su entrenador, pero a cambio le impuso unas condiciones leoninas. El club no había podido traspasar ni un solo jugador, por lo que la situación económica era desesperada. Pagar 40 millones por Griezmann era inviable. Mantenerle su salario también. Había que buscar una solución.

Examinada la última línea del contrato de cesión del jugador, el Atlético impuso a su entrenador que le utilizara tan sólo lo necesario para que no hubiera que desembolsar 40 millones de los que no se disponía. En consecuencia sólo podía jugar 15 partidos como titular. En el resto de encuentros debía pisar el campo a partir del minuto 60 para que no contabilizara. Una treta que el Barcelona captó de inmediato montando en cólera, pero ante la que no ha podido hacer nada.

El acto final se teatralizará muy pronto porque el acuerdo ya es firme. El Atlético paga la mitad de los 40 millones y el jugador acepta una nueva rebaja de su contrato a cambio de firmar un nuevo compromiso con el club que le retirará del fútbol activo vestido de rojiblanco, cuando en 2027 haya cumplido ya los 36 años. Al igual que sucedió cuando traicionó a Simeone en 2019, se han incluido una serie de bonus que le permitirán ganar mucho más, pero siempre y cuando se cumplan objetivos individuales y colectivos. Es decir, lo que será un éxito para el Atlético lo será también para Griezmann.

En 2018, cuando renovó por el Atlético de Madrid, tenía firmado un contrato anual de 36 millones de euros brutos. A partir de ahora será de 10. Se han quedado 26 en el camino. Al Barça también se le han escapado 105 en la operación. Ha perdido 52,5 en cada uno de los dos años en los que ha permanecido el francés en el Camp Nou y eso, por supuesto, sin contar su salario. Sólo hay aquí un ganador y ese es Gil Marín. Estamos, posiblemente, ante la operación económica más ruinosa en la historia del Barça y más triunfal en la del Atlético. Cuestión de perspectiva.