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SUPERCOPA DE EUROPA 2016: REAL MADRID 3-2 SEVILLA

El Real Madrid nunca se rinde

  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Zidane demostró con su alineación que tiene el pulso firme de un cirujano y las pelotas de un torero. Hay que tenerlos cuadraos para dejar en Madrid a dos jugadores del nivel de Kroos y Bale. Después de venir de Ancelotti y Benítez, dos técnicos más conservadores que el señor Burns de Los Simpsons, se agradece ver en el banquillo del Real Madrid a un entrenador que se arriesga.

Pero Zidane buscó el más difícil todavía con su equipo titular y dejó en el banquillo a James y a Modric, nada menos que a Modric, porque quiso ser fiel a la palabra dada a Florentino Pérez: «Conmigo jugarán los que mejor estén, se llamen como se llamen». Bien por Zizou.

Al Real Madrid le faltaban siete jugadores del once de La Undécima, pero los que saltaron al césped del Lerkendal eran todos internacionales. En la puerta Casilla –sin ‘s’ al final–, escoltado por Carvajal y Marcelo en las alas, con Varane y Ramos en el centro de la zaga.

Por delante el fontanero Casemiro dispuesto a tapar cualquier fuga de agua en el mediocampo. Kovacic, un jugador que debe dar un paso adelante esta temporada, e Isco, con la obligación de demostrar en el césped que quiere quedarse, debían dirigir los ataques blancos.

Arriba, de la BBC a la delantera del MAL: Morata, Asensio y Lucas Vázquez. Producto nacional para Zidane. Imaginación, trabajo, velocidad y desborde por fuera con el gallego y el mallorquín. Capacidad de desmarque, estatura y trabajo incansable en Morata, siempre con la espada de Damocles del gol sobre su cabeza. ¿Rompería hoy su sequía?

Diluviaba en Trondheim como si alguien se hubiera dejado los grifos abiertos. Y dominaba el Madrid bajo la lluvia a un Sevilla menos osado de lo que se esperaba. Dos córners en siete minutos acumularon los de Zidane, con un Isco que se movía entre líneas como Mireia Belmonte en la piscina.

Francotirador Asensio

El Sevilla quería salir con la pelota jugada desde atrás, pero su ritmo de juego era pesadote, como Higuaín en sus primeros días en la Juve. Eso facilitaba la labor de recuperación de la pelota del Madrid, serio y ordenado como un inspector de Hacienda. Pasó el primer cuarto de hora sin ocasiones que llevarnos a la boca, pero qué quieren ustedes, estamos a 9 de agosto.

Marco Asensio marca el 1-0 para el Real Madrid. (AFP)

Y entonces apareció Marco Asensio. Combinó con Marcelo y desbordó por la izquierda, pero su pase de la muerte no lo alcanzó por poco Lucas Vázquez, que se tiraba al resbalillo en el segundo palo. Pero era sólo un aviso. El mago mallorquín tenía un conejo en la chistera. Era el minuto 20. Marco recogió un balón llovido a 30 metros del área. Era un balón en tierra de nadie. Un balón sin peligro. Un balón sin importancia. Un balón intrascendente.

Pero en los pies de Asensio cualquier pelota inocua se convierte en un peligro público. Marco levantó la cabeza, miró, apuntó y armó la pierna como si fuera un bazoca. Su zurdazo dibujó una parábola como si fuera un arco de medio punto y se coló por la escuadra derecha de Sergio Rico como a la velocidad de la luz. Fue un gol escandaloso, propio de un futbolista que está llamado a marcar una época en el Real Madrid. Un genio llamado Marco.

El gol dejó sonado al Sevilla, aturdido como el relaciones de una discoteca. Los de Sampaoli empezaron a atacar a lo loco, como si quedaran cinco minutos de final. Un disparo lejano de Carriço, que se envenenó delante de las manos de Casilla –enorme parada la suya–, fue su mayor premio. Mientras, Morata empezaba a sentirse como Urdangarín con Diego Torres: tenía espacio para forrarse y un gran socio del que vivir.

Vázquez marca el 1-1 del Sevilla. (Getty)

El Sevilla empata por Franco… Vázquez

Los de Sampaoli empezaron a monopolizar la pelota, con un Real Madrid que había elegido el repliegue y el contragolpe. Y fue una mala eleccción, porque a los blancos no les sale lo de defender atrás. Lo demostró Varane, blandito como un oso de peluche, que no fue capaz de disputar con contundencia una acción dentro del área con Vitolo. La pelota, en mitad del lío, acabó en los pies de Franco Vázquez, que contactó de primeras y la puso al palo izquierdo de Kiko Casilla. Igualaba el Sevilla a las primeras de cambio.

Respondió Lucas Vázquez al filo del descanso con una acción por la derecha, pero su centro lo remató Isco demasiado forzado y lo atrapó sin apuros Isco. La superfinal se iba a marchar al descanso en tablas. En la reanudación Zidane puso a calentar a Modric, James y Benzema, aunque sólo fuera para intimidar. El partido nació con un punto menos de intensidad en la segunda parte.

El Real Madrid necesitaba a Marcelo, que estaba un tanto desaparecido en la final. Una buena combinación de Kovacic y Lucas Vázquez, que despejó Pareja cuando Morata esperaba con la caña, fue el primer aviso de los blancos. Y el segundo, ya en el 54, vino el segundo después de una gran combinación entre Asensio e Isco, que se giró en el área y su disparo se perdió por un pelo junto al palo derecho de Sergio Rico.

Se estiró entonces el Sevilla como si fuera el PP: liderado por Mariano. Y la respuesta de Zidane fue meter al campo a Benzema y sacar a Morata. Tardó El Gato apenas un minuto en tener su primera ocasión en un cabezazo que desvió Nico Pareja. Dos minutos después, más madera: Modric por Isco. Zizou ponía toda la artillería pesada para evitar que la Supercopa se fuera a la prórroga.

… Y se adelanta de penalti injusto

Y el árbitro, el tal Mazic, tampoco debía querer, porque en el minuto 70 pitó un penalti más que dudoso, dudosísimo, de Vitolo a Sergio Ramos, que como mucho le rozó de medio rabona. Vamos, un penalti de los que se pitan uno cada cien mil… millones. Lo marcó Konoplyanka engañando con suavidad al Sevilla.

El Real Madrid tenía ante sí una contrarreloj de un cuarto de hora para al menos llevar la final a la prórroga. No parecía que a los de Zidane les sobraran piernas para lograr el reto. Demasiado cuesta arriba para un 9 de agosto. Demasiado pronto también para que uno empiece a encabronarse con los árbitros, aunque le sobren los motivos. Demasiado pronto para empezar a sacar conclusiones. Demasiado pronto para buscar culpables.

El héroe de siempre

Pero nunca es demasiado tarde para que aparezca Sergio Ramos para salvar, por enésima vez, al Real Madrid. Fue en el 92, en esos minutos en los que el capitán del Real Madrid se convierte en superhéroe, cuando el central-lateral-mediocentro-delantero-puto-amo del Real Madrid apareció para cabecear el en áera un centro de Lucas Vázquez. Así que cuando el Sevilla ya se veía supercampeón, nos fuimos a la prórroga.

En la prórroga la conexión James-Benzema pudo dar al Madrid el tercero, pero atrapó bien colocado Sergio Rico. Y la volvió a tener un minuto después, pero Karim se durmió y estuvo lento. Ahí se le notó que es su primer partido en tres meses. El gol de Ramos había espoleado a los de Zidane. Encima, el Sevilla se quedaba con diez por expulsión de Kolo, que le metió una coz a Lucas Vázquez.

El Madrid merecía el tercero con un Sevilla tocadísimo. Y lo marcó Sergio Ramos, como no. Pero el árbitro, el tal Mazic, lo anuló por una presunta falta del camero en el remate. Fue una faltita que el árbitro de área consideró suficiente para anular el gol. Curiosamente, el mismo que había pitado el penalti inexistente al capitán del Real Madrid. Pero he prometido no encabronarme con los árbitros y no lo haré.

En el 107 Sergio Rico evitó un gol de James después de un pase majestuoso de Benzema. Al Real Madrid se le iba agotando el tiempo de evitar los penaltis como esa caña de cerveza a la que le queda sólo el culín. Y Lucas Vazquez en el 110 tuvo el gol de la final en sus botas, pero la salida de Sergio Rico evitó el tanto y él, justo es decirlo, se marcó un Pipita en toda regla. Y en el 113 fue Benzema quien con su cabezazo pudo marcar, pero se fue por poco. Y James –omnipresente en la prórroga– en el 115, después de una volea que atrapó Sergio Rico, cuyas manos sostenían al Sevilla. Al Madrid la suerte le daba esta vez la espalda.

Al menos hasta el 118 cuando una galopada enorme de Carvajal, infiltrándose entre las huestes sevillistas, driblando a uno y a otro hasta que se plantó delante de Sergio Rico y marcó con el exterior. Fue un golazo escandaloso, maradoniano. Un gol que hacía justicia a los méritos del equipo de Zidane, sobre todo en la prórroga. El Real Madrid, con el nuevo mago, el viejo héroe y el canterano que volvió para triunfar, se proclamó supercampeón de Europa.