El líder es Bale
Bale por el liderato. La prodigiosa actuación del galés evitó que al Real Madrid se le enredara el partido ante el Leganés. Su doblete dio un respiro al equipo de Zidane al filo del descanso, después de que el planteamiento de Garitano se hubiera convertido en un dolor de cabeza para los blancos. En la reanudación los blancos fueron con viento a favor y Morata hizo el tercero como premio a su estajanovista trabajo.
Zidane recuperaba la cordura táctica después del experimento de Varsovia que salió más defectuoso que la batería de un Samsung Galaxy. Nada de acumular delanteros como si fueran sombrillas en la playa de Benidorm. Además, el Real Madrid salía a jugar con once, porque Marcelo suplía a Coentrao, y eso siempre se nota. En el centro del campo también regresaba Isco para acompañar a los esforzados Kroos y Kovacic, costaleros del centro del campo. Arriba, a falta de Benzema, Morata, crecido, fuerte, confiante, que dice Cristiano.
De salida apretaba el Leganés, muy adelantada la defensa y haciendo el campo estrecho como las minifaldas de la Obregón. Al Madrid no le quemaba la pelota y optó por la táctica Rajoy para dominar el partido: paciencia, mucha paciencia. Pero no era nada fácil encontrar resquicios en el pétreo planteamiento de Garitano, así que al filo del primer cuarto de hora el portero Serantes vivía al borde de la congelación.
El Lega estaba cómodo en el partido y caminaba por el césped del Bernabéu como Darth Vader en la Estrella de la Muerte: con paso firme e inspirando mucho respeto. Un cabezazo de Morata que se marchó alto fue el primer aviso del Real Madrid… en el minuto 20. Cristiano Ronaldo, que ya había visto amarilla por protestar, estaba más pendiente de debatir con Mateu Lahoz que de buscar un gol que encarrilara el partido.
Zidane se desesperaba porque a su equipo le costaba la misma vida aproximarse siquiera al área del Leganés. Sin profundidad ni anchura, el Real Madrid estaba atascadísimo. Desaparecidos Bale y Morata, Cristiano se había comprado una parcela en fuera de juego y había decidido echar allí el domingo. Y en esas, nos plantamos en la media hora de juego sin goles y con el partido exactamente donde lo había dibujado Garitano.
Abrelatas Bale
Pero el planteamiento del Leganés tenía un riesgo. En cuanto alguien se enganchara en la línea de atrás, un desmarque del Real Madrid podría ser mortal. Y así fue en el minuto 37. Isco vio un hueco donde no lo había, uno de los centrales del Lega se quedó enganchado y Bale apareció por el centro para plantarse solito ante Serantes. El galés le dribló y el portero adivinó el amago, pero su rechace volvió a Bale, que se escoró y marcó a placer.
Pudo empatar el Leganés después de un tiro de Szymanowski, que tocó en Varane y lamió el larguero de Keylor Navas en el 42, después de que los de Garitano volvieran a no tirar la pelota fuera. Dios castigó el egoísmo del Lega con un gol postrero de Bale después de otra jugada a balón parado. El Real Madrid había resuelto de forma increíble en ocho minutos un primer tiempo que se le había puesto en japonés.
En dos minutos, Bale tuvo dos ocasiones para hacer su hat-trick. Lo evitó Serantes. La primera en un mano a mano que sacó abajo y la segunda con una espectacular palomita tras el cabezazo del galés. Una falta lejana del galés volvió a poner el ¡¡¡uy!!! en las gargantas del Bernabéu en lo que Modric salía a calentar y el estadio se venía abajo.
Bienvenido, Luka
Y en el minuto 60 entró al campo Luka Modric. El Madrid recuperaba el cerebro, el toque, el dinamismo… el fútbol. Al Lega le empezó a fallar el fuelle y los blancos manejaban el juego a su antojo. Se veía venir el tercero. James entró por Isco en el 67 para que el colombiano también tuviera sus minutitos.
Dio el susto el Lega en el 71 después de una carrera de Szymanowski, que se plantó mano a mano ante Keylor Navas y el meta del Real Madrid voló para sacar su disparo picado. Y se cumplió la vieja máxima: el que perdona, lo paga. Cinco minutos después, Morata haría el tercero después de una buena maniobra individual en la que sentó a Mantovani y batió por arriba a Serantes. Un golazo de delantero centro de rompe y rasga.
Pasaron los minutos, rondaba la hora de comer, languidecía el partido. Marcelo y Víctor Díaz se enredaban en una guerrilla de patadas. Poco más ocurría en el Bernabéu. Al final, concluyó el duelo y el Real Madrid se fue con el liderato en el bolsillo y con la sensación de que ya no hace falta mirar siempre a Cristiano Ronaldo. Hoy, el líder es Bale.
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